Especialistas recomiendan eliminar el horario de verano por temas de salud
De acuerdo a un estudio de la Sociedad de Investigación sobre Ritmos Biológicos (SRBR), el cambio de horario genera daños a cotos plazo (agudos) y a largo plazo (crónicos).
El próximo sábado 7 de septiembre todo el territorio nacional, salvo la Región de Magallanes, deberá realizar el tradicional cambio de hora para entrar nuevamente en el horario de verano, cuando los relojes tengan que adelantarse una hora.
Esta medida instaurada hace décadas se tomó por ahorro energético, y para que las personas puedan aprovechar la luz natural del sol por las tardes. Sin embargo, científicos recientemente han solicitado terminar con esta medida por temas de salud.
La Sociedad de Investigación sobre Ritmos Biológicos (SRBR), publicó un estudio hace un par de meses en donde recomendó a los gobiernos elegir “el horario estándar permanente para la salud y la seguridad de sus ciudadanos”, según consigna La Tercera.
En la misma línea, en el documento también se propone “eliminar los cambios de horario de verano o eliminar el horario de verano permanente”.
“La elección del horario de verano es política y, por lo tanto, se puede cambiar. Si queremos mejorar la salud humana, no debemos luchar contra nuestro reloj corporal y, por lo tanto, debemos abandonar el horario de verano y volver a la hora estándar (que es cuando la hora del reloj solar coincide más con la hora social) durante todo el año. Esta solución solucionaría los problemas agudos y crónicos del horario de verano”, explica el estudio.
En nuestro país, John Ewer, neurobiólogo del Centro Interdisciplinario de Neurociencia de Valparaíso (CINV) de la Universidad de Valparaíso, sostuvo que los cambios de horario “no tienen ventajas energéticas”, sino que “es malo para la salud de las personas, genera muertes que son absolutamente evitables. Esa es la razón de peso para dejar de cambiar la hora y adoptar definitivamente el horario de invierno”.
De acuerdo al estudio de la SRBR, el cambio de horario genera daños a cotos plazo (agudos) y a largo plazo (crónicos).
Dentro del primer grupo están: menor duración del sueño, peor desempeño y peor salud, mayor riesgo de ataques cardíacos en comparación a otras semanas y más accidentes de tránsito.
Entre los daños crónicos, que pueden durar durante los meses de verano, están: menos horas de sueño, disminución de la esperanza de vida, trastornos mentales, de sueño y cognitivos, debido a que el reloj social (hora fijada por ley) no necesariamente coincide con el reloj biológico.