Se cae un mito: Unesco desmiente que plantaciones forestales perjudicarían la cantidad y calidad del agua
Estas conclusiones fueron presentadas este viernes en un documento técnico que fue desarrollado por doctores e ingenieros de la Universidad de Talca, la Universidad de Concepción y la Universidad Austral de Chile.
“No sería posible afirmar que las plantaciones forestales, como otras masas forestales, generan una menor producción de agua en las cuencas ni tampoco una mayor producción”. Ésta es una de las conclusiones que se puede leer en el documento técnico de la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) “Antecedentes de la relación masa forestal y disponibilidad hídrica en Chile”, el cual se presentó este viernes y fue elaborado en base a respuestas de diferentes doctores e ingenieros de la Universidad de Talca, la Universidad de Concepción y la Universidad Austral de Chile.
La disponibilidad y calidad del agua en muchas regiones del mundo están siendo amenazadas debido a un uso excesivo del recurso, su contaminación y los impactos negativos del cambio climático. Bajo este contexto, en diversos países las forestales tienden a ser altamente cuestionadas, especialmente cuando involucran plantaciones exóticas, pues se les relaciona con una menor disponibilidad de agua para otros usos.
Sin embargo, publicación de la Unesco indica que como Chile es un país de clima mediterráneo, -que presenta lluvias concentradas en invierno, periodo durante el que la vegetación entra en latencia-, la masa forestal tiende a generar obstáculos y retención al paso del agua, favoreciendo procesos de infiltración y de recarga de acuíferos. Esto resultaría favorable, ya que los ecosistemas forestales desempeñan un papel crucial en el ciclo hidrológico, al influir en la cantidad y calidad de agua disponible, y además regulan los flujos de agua superficial y subterránea.
En vista de ello, el documento plantea que “es muy necesaria y recomendable la presencia de vegetación boscosa en las zonas altas de las cuencas hidrográficas, en especial en cuencas de pequeña superficie y de régimen torrencial, con el fin de proveer protección al suelo y mitigar la emisión de sedimentos aguas abajo”.
Asimismo, se indica que “la presencia de vegetación en zonas altas y medias de la cuenca es un factor central para propiciar una mayor recarga de acuíferos en países montañosos como Chile. Esto, porque la recarga tiende a producirse principalmente en los cauces. Por tanto, la vegetación actúa como barreras vivas que favorece la retención del agua y su paso a niveles subsuperficiales, primeramente, para posteriormente propiciar infiltración profunda”.
De esta manera, además de desmentir que las plantaciones forestales perjudicarían la cantidad y calidad del agua, se manifiesta que “su rol es crear un reordenamiento temporal y espacial de los volúmenes de agua y para ello siempre utilizarán parte de las precipitaciones caídas”.
Finalmente, el libro hace énfasis en que Chile destina tan sólo un 0,38% de su PIB a Ciencia y Tecnología, una cifra muy baja para un país OCDE, y la cual se reduce al 0,0025% en el caso del agua, según el Comité Chileno para el Programa Hidrológico Internacional de la Unesco. Es decir, al recurso natural más importante y que genera cerca del 60% del PIB, se le asignan escasos recursos en términos de investigación y desarrollo.
“Es necesaria una política nacional que impulse un plan de I+D que apunte a la obtención de un mayor conocimiento acerca de las disponibilidades y funcionamiento de los recursos hídricos, superficiales y subterráneos, en diversos ecosistemas, y su relación con escenarios de incertidumbre climáticos y sociales”, concluye el documento.