A los 88 años muere el sacerdote Mariano Puga
La noticia fue informada por la comunidad La Minga de Villa Francia que, a través de un comunicado, detalló los últimos momentos del denominado “cura obrero”.
Pasadas las 2 de la mañana se confirmó que a los 88 años falleció el sacerdote Mariano Puga, quien fue trasladado a su casa en Villa Francia luego de estar unos días internado en el Hospital de la Universidad Católica por complicaciones de un cáncer linfático que padecía.
Uno de las últimas personas que visitó al sacerdote durante su estadía en el hospital fue Osvaldo Aravena, miembro de la Comunidad de Base José Aldunate, quien aseguró que “Él (Mariano Puga) dijo: ‘Un millón de personas dijeron basta al abuso, basta a la injusticia, basta a la diferencia entre ricos y pobres'”.
“‘Jesús ha estado entre ese millón de personas (en las protestas) también diciendo basta’, eso lo dijo claramente: ‘Yo no voy a poder ver este nuevo Chile, ustedes sí van a poder'”, agregó Aravena según consigna Radio Cooperativa.
Fue en abril de 2019 cuando el mismo Mariano Puga informó que padecía cáncer linfático. En un video subido a redes sociales, el sacerdote explicó que se le realizará una biopsia “para saber de qué se trata”, esto respecto a unos nódulos que tenía en las axilas, detrás del estómago y en la vesícula. “Lo único que vale es vivir, entre nosotros y con los más pobres”, afirmó en el registro.
De la aristocracia a La Legua
Mariano Puga Concha nació el 25 de abril de 1931 en el Cité Concha y Toro. Su crianza la vivió en Santiago junto a seis hermanos en una familia aristocrática formada por Mariano Puga Vega, parlamentario católico y ex embajador en Estados Unidos-, y Elena Concha Subercaseaux, hija de Melchor Concha y Toro y entre cuyos ancestros se cuenta Mateo de Toro Zambrano, según relató el mismo Puga en un video realizado para el Arzobispado de Santiago.
Parte de sus estudios primarios y secundarios los realizó en Londres, para continuarlos en el Colegio Grange de La Reina y la Escuela Militar. Salido del colegio, entró a estudiar Arquitectura en la Pontificia Universidad Católica de Chile, donde dijo haber descubierto su vocación religiosa tras visitar el campamento de San Manuel en la comuna de San Joaquín. Entró al Seminario Diocesano, siendo ordenado sacerdote en 1959.
Puga se desempeñó como párroco de La Legua, siendo el creador de la Parroquia Universitaria. En 1973 fue cuando llegó a la recién renovada Villa Francia en calidad de pioneta de la fábrica de casas Corvi, según contó en 2012 a Revista Paula.
Detención en dictadura
Fue en 1974 cuando Mariano Puga fue detenido siete veces en los centros de tortura de Villa Grimaldi, Tres Álamos y Londres 38 luego de ser observado por meses por el agente de la Dina Osvaldo Romo, “el Guatón Romo”. Y es que durante la dictadura, Puga se enfrentó directamente al régimen, participando en huelgas en contra de Augusto Pinochet, denunciando violaciones a los Derechos Humanos.
Según contó Puga a Radio Universidad de Chile después de haber estado en Villa Grimaldi, Pinochet lo mandó a llamar. “Me preguntó qué había aprendido yo en la Escuela Militar. Y yo le contesté, una de las cosas que aprendí es que las órdenes del superior no se discuten. Y le dije al general, ‘mire, yo soy discípulo de Jesús, él es mi maestro y él me enseñó que, si se torturaba a alguien, a él se le torturaba. (…) Yo he visto, mi general, torturados, desaparecidos, allanamientos. Si yo callo eso, Jesús me va a decir ‘no te conozco’. Y si yo digo eso, me van a traer quizás otras veces más ante usted. Prefiero quedar bien parado ante Jesús’”, reveló. Pinochet le habría contestado: “Mariano, si yo estuviera en su lugar haría lo mismo”.
Entre 1982 y 1994 fue un activista más bien político desde su nueva residencia en Pudahuel. No solo marchó por los muertos arrojados al río Mapocho, sino que también diseñó el altar de mediaguas en el encuentro con los pobladores de La Bandera cuando vino Juan Pablo II a Chile.
Puga también contó que fue agredido y sufrió un traumatismo craneal durante la visita del papa Juan Pablo Segundo al país en 1987. “Se creó un escenario para mostrarle al papa que en Chile había violencia y resistencia a escucharlo”. La imagen del sacerdote recibiendo el ataque del carro lazaaguas “dio vueltas por todo el mundo”.
Sin embargo, en 2016 el sacerdote participó del acto ecuménico realizado junto a los reos de Punta Peuco. “Recibo correos y para muchos soy un traidor y dicen que me he olvidado de los desaparecidos y torturados. Sé en qué me meto, porque estamos en un Chile herido. Hemos perdido la confianza entre unos y otros. Porque nadie ha sido capaz de pedir perdón y las víctimas han acumulado dolor, rabia, venganza. Y es duro, porque el principal responsable de ese gobierno murió en su casa”, dijo ese año Mariano Puga.
Problemas con la Iglesia
Pero los problemas de Mariano Puga con la autoridad no terminaron con la dictadura. En marzo de 2019, el sacerdote fue acusado por la Iglesia de “uso arbitrario de la liturgia”con una investigación iniciada en 2018 en su contra por supuesto “abuso de poder y conciencia”.
La respuesta publica de Puga llegó por la prensa: en el programa el Informante de TVN, el sacerdote aseguró que “las acusaciones pasan a las autoridades sin que los acusados sepan mucho de ellas”.
Según dijo, él envió una carta al nuncio apostólico en Chile para informarse sobre la situación, asegurando que le contestaron que “cuando hubiera una respuesta nos llamaría personalmente para dialogar sobre la opinión que Roma daba”.
“El despertar no tiene que morir “
El 23 de octubre de 2019, a solo días del estallido social, se publicó una carta de Mariano Puga en donde aseguraba que “ese pueblo tiene el derecho a destruirlo todo porque todo le han destruido”.
“La revolución no se hace con los poderosos, sino con aquellos que hacen suya la causa de los sin poder y ésos nos faltan hoy. No veo cómo este sistema los va a producir, más bien al revés, el sistema toma a los sin poder y los transforma en los adoradores del modelo de consumo”, se expresa en la misiva, asegurando además que “la iglesia ha sido cómplice del sistema de mercado”.
En esa línea, Mariano Puga asegura que “si pudiera estar ahí entre la gente que está levantando su voz y poniendo el cuerpo, levantaría una tarima en Plaza Italia, agarraría a todos los acordeonistas y guitarristas e invitaría a bailar a la gente, a hacer de esa plaza un gran centro de baile en donde cada una y uno pueda mirar pal’ lado e invitar a otros que nunca han cantado, que nunca ha reído”.
“Voy a poner ese espíritu en ustedes y ustedes vivirán, y volverán a su tierra y la cultivarán para germinar en una sociedad nueva más linda que la de Allende, porque pasearán por las grandes alamedas de la humanidad entera y ahí nos daremos cuenta de que en el fondo, cada una y uno de éstos seres humanos, los que tocan las ollas, los que rompen el metro, los que silenciosamente buscan, arriesgan, dan la vida por un mundo distinto, todas y todos tenemos algo de Dios; de soñadores, constructores de equívocos y sueños, capaces de bailar, cantar, crear, construir belleza, colocando canto-teatro-vida, amor”, expresó el sacerdote en la carta.
Sin embargo, en 2016 había condenado a los encapuchado luego de un ataque a una Iglesia en una protesta: “los enmascarados que agarraron el Cristo y se metieron a la Iglesia usaron una forma de máscara, son las máscaras cobardes. Habría que ver por qué no se atreven a mostrar la cara”.
La “última carta”
Fue el Comité en defensa y promoción de los Derechos Humanos de La Legua el que dio a conocer una carta que habría escrito Mariano Puga el 3 de marzo, día de su internación, emplazando a los sacerdotes chilenos.
En la misiva, Puga recordaba la misa que realizó con “los familiares de los asesinados, presos políticos, enceguecidos, callados y encarcelados producto de la protesta social desde el 18 de octubre hasta ahora. Hicimos también memoria de los carabineros heridos, de comerciantes y de gente de los vecindarios que han sido atropellados en sus derechos, de los que han sido atentados y violentados”.
“Durante estos meses habíamos tratado de comulgar con el cuerpo de Cristo, perdigoneado, dañado, mutilado, asesinado… ¿No era consecuente comulgar con el cuerpo de Cristo?”, cuestionaba el sacerdote, afirmando que “con dolor me tocó percatarme que éramos solo dos los presbíteros quienes estábamos compartiendo la Cena del Señor con esa masa de gente”.
Una semana antes, el 25 de febrero, Mariano Puga había celebrado una misa en el frontis del Centro de Justicia de Santiago para pedir la libertad de los “presos políticos del estallido social”.
“Los queremos, los queremos libres, junto a sus hijos, a sus madres, amigas y amigos. Hagámosles sentir que estamos dispuestos a no tranzar pasos atrás”, expresó el sacerdote en la liturgia.