JU-ON, Orígenes: miedo en serie
La serie hubiese sido más potente si los capítulos estuvieran mejor delineados y no fuera, en esencia, una película dividida en seis.
Las franquicias de películas de terror tipo El juego del Miedo, El conjuro y sus derivados o La Noche del Demonio son cada día más lucrativas, con sus modelos de bajo presupuesto y buena recaudación. Pero pocas han dado tantos frutos recientemente como la japonesa JU-ON, que ha tenido 13 entregas, incluyendo cuatro versiones estadounidenses. Por eso no es de extrañar que Netflix haya apostado por tratar de revivir el fenómeno con una serie de seis episodios titulada JU-ON: Orígenes. Algo que de paso les permite seguir expandiendo su incursión en el género del terror, que ya exploró con tan buenos resultados en La Maldición de Hill House.
Aunque habrá que seguir esperando para una serie tan buena como La Maldición de Hill House, JU-ON: Orígenes es un aporte interesante al nicho, que aunque no consigue aterrorizar, sí es inquietante. Y se anota uno que otro susto. La historia sigue a grandes rasgos a las películas, pero sin ser una precuela directa de ninguna. Así, se centra en una casa embrujada que afecta a quien pone pie sobre ella, con una maldición que los condena a tener un desenlace fatal y, en su mayoría, sangriento. Durante los seis capítulos de media hora, abundan los acuchillamientos, actos de violencia sexual, ataques con objetos contundentes y otros tipos de experiencias sanguinarias, mucho más que las apariciones fatasmagóricas o sobrenaturales. Estas últimas se despliegan de a poco y son más efectivas gracias a eso.
Aunque para algunos la veta “gore” que adopta el programa puede resultar desagradable o demasiado fuerte (sobre todo en una escena que involucra a una mujer embarazada), la decisión se justifica al analizar la temática central de JU-ON, más allá de las casas embrujadas y maldiciones. Lo que aquí se propone es una reflexión sobre la violencia hacia las mujeres y los costos que tiene para quienes la sufren, y para la sociedad que muchas veces hace la vista gorda de sus víctimas. En ese contexto, la sangre que prácticamente salpica la pantalla toma otra connotación y hace que sea de toda lógica que se incluya en el relato.
El otro elemento interesante que agrega JU-ON es el juego que hace con sus líneas temporales. A simple vista sólo parece ir avanzando de fines de los ochenta a fines de los 90 para ir graficando lo innegable que es el alcance de la maldición. Pero en los últimos episodios las hebras temporales se unen para sugerir que el círculo de sufrimiento que crea la casa embrujada es más complejo de lo que se veía a simple vista.
La serie hubiese sido más potente si los capítulos estuvieran mejor delineados y no fuera, en esencia, una película dividida en seis, pero ese es un detalle. JU-ON: Orígenes demuestra que, si se hace y escoge bien, hasta el más gastado de los conceptos puede tener más vida. Y que a este todavía le quedaban sustos en el bolsillo.