La “competencia” que propagó y frenó las variantes del COVID-19 en Chile
La llegada de la variante delta al país podría modificar el mapa actual de linajes del SARS-CoV-2 presentes en el territorio nacional, que tienen a la mutación brasileña por sobre la británica y sudafricana.
Chile sumó nuevas variantes del COVID-19 luego que la semana pasada se reportara el primer caso de la delta, una nueva forma del SARS-CoV-2 que fue descubierta en India, y que está siendo asociada al aumento de los contagios en lugares en donde parecía que la pandemia había sido controlada como Reino Unido, Israel y Australia.
La mayor transmisibilidad y la posible reducción en la eficacia de las vacunas para evitar el contagio sintomático mantienen en alerta a los científicos, quienes creen que el coronavirus continuará con su evolución natural.
El primer caso detectado en San Javier no solo abrió una polémica sobre el seguimiento de los pacientes que vienen desde el exterior, sino que instaló la necesidad de ampliar la capacidad para realizar secuenciación genómica de las muestras de los PCR, para así conocer en detalle la expansión del virus.
Casi la totalidad de este esfuerzo está en manos del Instituto de Salud Pública (ISP), organismo que ha logrado procesar miles de test, los que aún son insuficientes frente a la gran cantidad de casos nuevos que se suman cada día.
Las universidades del país han ofrecido sus instalaciones y capacidad profesional para incrementar el número de análisis, en una medida que podría avanzar prontamente si llegan los recursos desde el Gobierno.
Las variantes detectadas en el país
El Ministerio de Salud (Minsal) liberó su último informe epidemiológico sobre circulación de variantes de SARS-CoV-2 en Chile hasta el 11 de junio, consolidando la información disponible sobre las mutaciones del COVID-19 presentes hasta antes de la aparición de la variante delta.
En el documento se entregó un balance de los análisis realizados desde diciembre de 2020, donde se analizó el avance de las variantes de preocupación alfa (británica), beta (sudafricana) y gamma (brasileña), las que reciben una especial atención de parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) por su aparente mayor nivel de contagio en comparación al coronavirus descubierto en Wuhan a finales de 2019.
En este sentido, la gamma (también conocida como P1) predomina con un 37% del total de todas las variantes secuenciadas (1.051). La alfa, que fue responsable de la crisis sanitaria de Gran Bretaña durante los primeros meses del año, tiene 258 casos en total. La variante beta, proveniente desde Sudáfrica, solo suma tres casos importados desde su llegada al país en abril.
Tras la gamma, la segunda variante con mayor circulación en el país es la lambda -también conocida como C37 o variante andina-, que aún es calificada como variante “de interés” y no de preocupación. Del total de muestras secuenciadas, cerca de 700 contienen esta mutación.
En cuanto a la gravedad de los pacientes infectados, la autoridad señaló que 967 de los pacientes ha sufrido cuadros sintomáticos (816 solo por gamma), 215 fueron hospitalizados (194 por gamma) y 44 han muerto (3 por variante alfa y 41 por gamma).
A nivel territorial, la variante alfa se ha presentado en todo Chile, excepto en las regiones de Arica y Parinacota y Aysén; la gamma a lo largo de todo el país a excepción de Arica y Parinacota, Atacama, Los Ríos y Aysén; mientras que la beta solo está presente en la Región Metropolitana.
La carrera para frenar el avance de las variantes
Miguel Allende, director del Centro de Regulación del Genoma de la Universidad de Chile e integrante del Consorcio Genomas CoV2, afirmó que el surgimiento de variantes del COVID-19 es un proceso “natural” que es parte de su evolución, aunque también planteó que existe una selección natural que las enfrenta en una “competencia”, en donde una queda como predominante sobre la otra.
“Aquellas variaciones genéticas que tienen alguna propiedad que las hacen ser más eficientes al momento de replicarse o reproducirse van a empezar aumentar en frecuencia. Entonces si hay algún virus por azar, digamos, adquiere una característica genética que le da una cierta ventaja, por ejemplo, una velocidad más alta de replicación, una capacidad de resistir mejor en el medio ambiente, de viajar por aerosoles, o de adherirse a las células del tracto respiratorio. Todas esas cosas hacen que un virus tenga una mejor capacidad genética que otro no la tiene”, señaló el académico a EL DÍNAMO.
El experto puso como ejemplo la situación del Reino Unido, donde la variante alfa que generó el gran brote de diciembre y enero fue totalmente desplazada por la delta, que comenzó a “competir mejor” para transmitirse y enfermar a las personas.
“El virus cambia. Alguna esos cambios generan ventajas y esas ventajas permiten que esa variante o esa variación genética aumente en frecuencia. Y eso ha ocurrido desde el principio de la pandemia. El año pasado tuvimos varias variantes circulando y cuando entraban un país en general, cómo competían mejor por suficiencia de transmisión o de replicación, empezaban a aumentar en frecuencia y desplazaban a otra. Es así como el día de hoy la variante original de Wuhan ya no se encuentra en ninguna parte del mundo”, manifestó.
Allende también analizó el caso de la variante beta, la que era seguida con especial preocupación por los expertos debido al profundo impacto que tendría en el efecto de las vacunas, y que hasta el momento no tiene casos de transmisión comunitaria, sin superar las tres personas infectadas.
“La predominancia de una variante tiene que ver con sus propias capacidades biológicas pero también tiene que ver con todo el medio ambiente. Es decir a qué persona logró infectar, si es que llego a un lugar donde había muchas personas no vacunadas y tuvo más oportunidades de expandirse en una versus otra, si se tomaron medidas de contención mejores. Hay muchas posibilidades. Lo cierto es que la variante sudafricana compartía con las otras variantes capacidad de propagación, y en su caso capacidades también de evasión inmune, que es algo que nos preocupa”, precisó.
El especialista afirmó que los estudios recientes han mostrado que todas las vacunas son capaces de neutralizar las variantes del COVID-19 presentes en Chile, aunque reconoció que “la disminución (en la efectividad) existe, pero no es total”.
“Si en Chile, donde tenemos un gran porcentaje de la población vacunada, comienzan a aparecer enfermos vacunados es importante saber qué variantes están causando esto, para saber si las vacunas son efectivas considerando que sus pruebas se hicieron con variantes antiguas. Hay que ir actualizando constantemente el análisis a medida que va avanzado el virus”, planteó.
El profesor titular del Departamento de Biología de la Facultad de Ciencias expresó que está a la espera de que el Ejecutivo concrete su alianza con las universidades para incrementar la capacidad de secuenciación, que actualmente está en manos del ISP.