Raquel Roca: “Es aberrante que en Chile las mujeres jubilen antes que los hombres”
Esta periodista se ha hecho conocida por su trabajo apoyando a los llamados “silver surfers”, que son los adultos mayores que logran mantenerse sobre la ola de los cambios organizacionales y seguir activos y vigentes en lo laboral.
Es alta, castaña, pelilarga y buenamoza. Y no dice su edad ni aunque la cuelguen de los párpados.
-¿Por qué?
Por una reivindicación de la edad biológica y no de la cronológica que nos impone el mundo y que se presta para todo tipo de discriminaciones y prejuicios –responde Raquel Roca, licenciada en periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, que ha trabajado en diversos medios de España, como TVE, Tele5 y Canal Sur, entre otros.
Hoy, sin embargo, su ocupación está centrada en un tema absolutamente moderno: la vejez. “Estamos marcados y muchas veces muy mal tratados por las edades cronológicas que tenemos, por eso, yo defiendo la no edad, desde la perspectiva de que hay que romper con muchos prejuicios que asociamos a ellas, no sólo a la mucha edad, también a la poca”, sostiene.
Autora de dos libros –dos conceptos, en rigor: “Knowmads” y “Silver Surfers” –y fundadora de Silver Academy–, Raquel rescata “las nieves del tiempo que platean la sien”, como dice el tango, de las personas mayores, particularmente en el mundo del trabajo.
La experiencia y la capacidad de adaptación son valores que van unidos muchas veces y que deberían otorgar méritos y no desventajas a los grandes. Con plena libertad y real espanto, dice algo que en Chile es casi un pecado: “No me cabe en la cabeza que en Chile, donde la expectativa de vida femenina es de 86 años, ¡las mujeres jubilen antes que los hombres: a los 60 años! Eso no tiene ninguna lógica”.
Efectivamente, en Chile, las mujeres jubilan a los 60, cinco años antes que los hombres. Y lo hacen más pobres, con peores pensiones, porque han recibido menos salario por el mismo trabajo, han asumido el cuidado de los hijos y los mayores, han tenido, por lo mismo, muchas más “lagunas previsionales”. Esto significa que se van para la casa 26 años antes de la edad en que mueren en promedio, condenadas a ser pobres y siempre más pobres que los hombres pobres.
Esta evidente desigualdad en Chile se compensa políticamente desde una mirada lastimosa y populista: “Trabajaron tanto, ahora deben descansar”, sin entender que a muchas, cada vez a más, el trabajo, pese a su precariedad, les da libertad, sociabilidad e ingresos. Las mantiene vivas y vigentes”.
Así lo entiende Raquel, quien señala: “Knowmads es un neologismo que viene de know, conocimiento, y de nomads, nómades, y hace alusión al perfil de personas mayores con las que yo trabajo. Hablo de aquellos que van a seguir encajando en el mundo presente del empleo, tan líquido, digital y cambiante que vivimos, porque han desarrollado la capacidad de surfear sobre los cambios, adaptándose a ellos. Los “nómades del conocimiento” son profesionales y personas cuyas habilidades, experiencia e interés laboral los prepara mejor para hacer frente a una empleabilidad cada vez más difícil. Y, aunque aquí la edad empieza a jugar en contra a partir de los 40, 50, 60 y es una dificultad añadida, la actitud y la apertura mental es lo fundamental. El seniority, que es la antigüedad en el trabajo, sumada a no querer la invisibilidad de la jubilación, es lo que permite la empleabilidad total, pese a la edad, pero hay ahí que desarrollar una actitud.
-Suena bien, pero cómo logran las personas mayores desarrollar competencias digitales cuando se formaron en un mundo analógico. ¿Cómo se surfea esa dificultad?
-En realidad, cuanto más senior somos, más capacidad de cambio tenemos, aunque se presuma lo contrario. El talento de plata, silver, que dan las canas, se logra cuando llevas mucho tiempo haciendo cosas y ese hacer ha cambiado varias veces y ya has probado que puedes adaptarte al cambio. Romper con los hábitos no es algo necesariamente ligado a la edad, tiene que ver más con tipos de personalidad. La capacidad de romper con costumbres integradas para hacer las cosas, la adaptabilidad al cambio, no es algo vinculado a los años. No es algo propio de la edad.
Todo tiempo pasado fue mejor
Raquel Roca no dice su edad, porque no cree en la edad cronológica. Aquí abunda en el punto:
-Esa manera de medir se ha impuesto, porque el mundo funciona con números. Nuestra fecha de nacimiento nos marca para mal. Seguimos haciendo proyecciones a partir de la vida antigua, cuando no se vivían las maravillosas longevidades actuales. Chile, tal como le pasa a España, tiene una sociedad muy envejecida, pero al mismo tiempo posee la virtud de la longevidad. Las personas viven muchos años, nuestros niños llegarán a los 100 años de vida, por lo tanto no podemos seguir comportándonos como si llegar a viejo significara cumplir 60. Eso ya no es vejez. Yo hablo del arco de la vida, aludiendo a los muchos cortes que hoy tiene la existencia. Por eso que una mujer jubile a los 60 años, cuando es joven y tiene una vida por delante, resulta aberrante. Retirarse a los 65, no tiene sentido cuando la vida alcanza los 90 años… Tenemos que cambiar un montón de conceptos, como dejar fuera del mercado del trabajo a las personas de 40 ó 50 años.
-¿Cómo propones deja fuera esos conceptos tan arraigados?
-Debemos poner la mira en nuestra edad biológica, en cómo nos sentimos, en la energía que tenemos cognitivamente. No importa nada lo que diga el carnet de identidad o el DNI. Yo debo ser y hacer lo que quiero y puedo en función de mi estado biológico.
-Pese a todo eso positivo y esperanzador de lo que hablas, hoy se impone el edadismo, que es la discriminación por edad. Más puntualmente incluso, el viejismo, que es la exclusión por vejez. ¿Cómo pasamos del viejismo al esplendor de los silver?
-Has dado en el clavo con aquello del edadismo. Efectivamente, hoy en las empresas la discriminación que más se practica, después de la por género y por cultura o raza, es el edadismo. Es decir, se está generando una discriminación brutal en los entornos de trabajo sólo en razón de la edad. Se asocian conceptos con años de vida: innovación y agilidad a los jóvenes, por ejemplo, cuando cualquiera que haya trabajado en grandes empresas sabe que los trabajadores seniors tienen la capacidad de ser ágiles, flexibles y adaptables a lo nuevo, porque ya han vivido muchas transiciones y cambios. Las estructuras empresariales modernas, de a poco, están siendo amigables con las edades de los trabajadores, en el sentido de romper con estereotipos discriminatorios. Dado los cambios demográficos de las sociedades desarrolladas, donde habrá cada vez menos jóvenes porque la tasa de natalidad ha descendido, la composición de la masa laboral estará concentrada en lo seniors. Eso será así y, por lo mismo hay que sentirse, pensarse, creerse vital, vigente y dispuesto al cambio la margen de la edad. Es una cuestión muy de actitud, muy personal.
La emergencia sanitaria por COVID-19, con todas sus muchas consecuencias asociadas, generó en sociedades como la española verdaderos traumas por la alta incidencia que tuvo entre los residentes de instituciones geriátricas. España llevó la delantera inicialmente en el número de muertos de mayor edad. Una verdadera tragedia que para Raquel, “aunque suene duro, nos permitió visibilizar a las personas grandes. Las sociedades que nos consideramos modernas hemos dejado olvidados a los mayores, los hemos dejado en una suerte ostracismo en el que ya no se consideran sus opiniones, como que los hemos querido jubilar de todo, incluso de ellos mismos”.
-¿Y la pandemia ha cambiado esa manera de verlos?
-Algo positivo que surge de algo tan negativo es haber aprendido varias lecciones. Una es las muchas posibilidades que da el trabajo digital, que es mucho más seguro y flexible sobre todo para las personas mayores. Otra es darse cuenta de lo importante que son los grandes. Cuánto se pierde cuando se los pierde, cuánta responsabilidad tenemos respecto de ellos. De paso, además, muchos hemos caído en la cuenta de que pronto seremos mayores y debemos plantearnos qué tipo de futuro queremos para nosotros mismos. Creo que toda esta suma de lecciones hoy nos tiene más conscientes respecto del envejecimiento positivo. Este es un magnífico para reflexionar sobre el presente de los que hoy son adultos mayores y para trabajar en nuestro propio futuro que no queremos sea de jubilación y ostracismo, sino pleno y activo.
-¿Cómo te imaginas tu futura vejez?
-Yo soy una convencida de que todo tiempo venidero será mejor. Cada siglo que pasa, pese a todas las dificultades, la vida ha mejorado. Cada década que pasa, hay mejores noticias, aunque tengamos la sensación de que no es así. Los seres humanos tenemos la tendencia a quedarnos con las cifras y los titulares amarillistas y pesimistas; nos atraen más. Pero vivimos mucho más y mejor que antes. Podemos afrontar la pandemia con vacunas de manera ágil, aunque, claro desigual, pero hay más herramientas para defenderse. El 80 por ciento de los niños del mundo tiene una escolarización mínima. Son muchas las áreas de avances enormes, el mundo es más civilizado hoy que ayer, aunque haya muchísimo aún por mejorar.
Discriminación por edad y género
-En América Latina el trabajo flexible y remoto que ponderas suena a pura precariedad. ¿Cómo se garantiza trabajo decente en esas condiciones de libertad laboral?
-Yo hablo por lo que veo en las grandes empresas, donde la digitalización está permitiendo una transformación organizacional y cultural enorme, donde la palabra clave es humanización. Lo digital permite humanizar los entornos de trabajo, conciliarlos con la vida personal y familiar. Hasta ahora hemos practicado mal la palabra flexibilidad, asumiendo que alguien pierde en la ecuación. Hay que empezar a cambiar esas relaciones y a no hacer juicios normativos en función del pensamiento antiguo.
-Dado el cambio demográfico, el envejecimiento de la población, ¿cómo mantendrán los países a la población inactiva? ¿Cómo serán las pensiones?
-Ese es el gran tema del futuro: se habla de que todos puedan trabajar pero menos horas, también de sistemas solidarios, de la robótica de inteligencia artificial que nos puede ayudar a vivir mejor y distribuir mejor la capacidad de trabajo, de trabajar no sólo por necesidad económica sino por realización personal. Hay mucho que hacer respecto de este tema, pero las palabras claves son flexibilidad y creatividad para pensar el nuevo mundo del trabajo. Debemos encontrar nuevas fórmulas creativas que nos permitan navegar mejor si bien es cierto estamos en una etapa de contracción, de incertidumbre y de cambio.
La especialista destaca a empresas que en este momento de inflexión están yendo a la vanguardia en materia laboral. Menciona a Vodafone, que ha desarrollado un programa laboral para talentos silver, desde la perspectiva de desarrollo de carreras. A L’Oréal en España, “que tiene una iniciativa de concientización y ayuda a las personas en la etapa de desvinculación para desarrollar juntos proyectos de emprendimiento propios”. Y comenta el trabajo de varias compañías finlandesas que promueven la convivencia intergeneracional en la compañía. “Ellas demuestran que no es una aberración ni una locura tener a personas contratadas o colaboradoras de más de 80 años”, dice Raquel entusiasmada.
Lo que sigue pasando y obliga a hacer los mayores esfuerzos educativos y sociales es igualar las condiciones económicas entre hombres y mujeres haciendo el mismo trabajo, señala la experta española. “Este es otro resabio antiguo, que no ha evolucionado a la par que la sociedad. Las mujeres aún estamos viviendo las consecuencias de desventajas y desigualdades históricas a todos los niveles, incluyendo el laboral. Un añadido de esto es que en todos los países, pobres y ricos, somos las que asumimos mayoritariamente la tarea de cuidadoras. Y si a eso le sumas la discriminación por edad, peor aún. Ahí sí que hay mucho trabajo por hacer”.