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14 de Julio de 2022

Patricia Muñoz, defensora de la niñez: “¿Qué sentirá un niño que se pone en la cola y sólo le dan almuerzo si sobra?”

Es lo que pasa con menores de edad migrantes irregulares. “Los dejan ir a la escuela, pero la JUNAEB no los tiene contemplados”, denuncia la abogada. Dice que ofició a Izkia Siches para que se haga cargo de los procesos de regularización de niños y niñas pendientes. Y detalla mucho de lo que no resulta en Chile en materia de infancia. A poco de cumplir su periodo, se va frustrada y decidida a convertirse en Fiscal Nacional. Ese es su empeño hoy.

Por Redacción EL DÍNAMO
Conocida por sus innumerables y llamativos anteojos, más característicos incluso que las corbatas de Mario Marcel, con tacos bajos, Patricia Muñoz se empeña ahora en ser Fiscal Nacional. AGENCIA UNO/ARCHIVO
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Habla a mil por hora, respetando el sujeto, verbo, predicado, sin repetir ni equivocarse, con retórica de litigante y conceptos jurídicos. Patricia Muñoz ya tiene 44 y el próximo, en junio de 2023, dejará el cargo al que postuló y fue seleccionada hace cuatro años:  Defensora de la Niñez de Chile. Desde ahí se ha pasado levantando la voz por la infancia vulnerable y vulnerada. Ahora mismo objetó una exposición en el Museo Mirador patrocinada por Irina Karamanos, dirigida a niños, que, según muchos, glorifica la violencia durante el estallido social , lo que la tuvo en las primeras páginas de los medios. 

–Ya en el camino de salida, ¿sientes que has logrado lo que buscabas?  

–Me habría gustado que muchas de las cosas que hemos tratado de empujar desde la Defensoría de la Niñez cambiaran, pero desafortunadamente la estructura del Estado es bien compleja y, a pesar de que hay cosas simples de corregir, uno ve que se empantanan, que se entrampan. Y eso es bien frustrante, porque uno sólo tiene el rol de señalar, pedir y recomendar, más no de ejecutar directamente. Enfrento el término del periodo con la satisfacción de haber instalado una institución, liderando un equipo muy comprometido y técnicamente muy sólido, pero con frustración en muchas áreas donde no hemos logrado mover la aguja. 

Hace justamente cuatro años, entrevisté a la abogada osornina y exdirectora de la Unidad de Derechos Humanos, Violencia de Género y Delitos Sexuales de la Fiscalía Nacional, cuando asumía como Defensora de la Niñez. Entonces me dijo que había que pasar del diagnóstico a la acción. Y ahora sigue repitiendo lo mismo. 

Frustrante.

Para ella, para la Defensoría y sobre todo para los niños que están o bajo la protección del Estado por graves vulneraciones de sus derechos y para los que están en conflicto con la justicia, además de todos los demás niños. No sólo chilenos, porque hoy la situación de la infancia migrante es ciertamente un escándalo y un tema-país, aunque pocos se den por aludidos. 

Pero, pese a la frustración, dice: “Algo que me da satisfacción es que los derechos de los niños, niñas y adolescentes se han visibilizado. Mi impresión es que antes de que la Defensoría de la Niñez existiera, eso no era así. Eso es algo positivo con lo que me voy a ir”. 

¿Y cuál es el área donde la aguja no se mueve, la que te provoca mayor frustración?

–Todo lo que tiene que ver con niños, niñas y adolescentes bajo cuidado del Estado. Ahí está la mayor frustración, porque es un espacio donde una gestión política y técnica decidida permitiría hacer la diferencia. Y no la hemos encontrado en quienes han tenido la responsabilidad de hacer el cambio estructural requerido. Obviamente, ha habido algunas modificaciones positivas y sería muy miope e injusto no reconocerlas, pero el cambio estructural que se requiere no se ha dado. 

–¿No has pensado en que quizás deberías aspirar a ser directora de Mejor Niñez, como se llama el nuevo Servicio de Protección de Menores? 

–Para estar ahí hay que tener una capacidad profesional que tengo, pero involucra también decisiones políticas que no necesariamente dependen de la capacidad técnica del postulante. En el caso de las dos administraciones con las que me ha tocado interactuar, que son la de Piñera y la actual, de Boric, en ambas hay una decisión de que esto cambie, de que la cosa mejore, de que los niños estén primero, pero esa decisión no logra permear en términos de definiciones y compromiso el actuar de los ministerios sectoriales responsables de hacer el cambio trabajando en conjunto. 

Menciona al de Desarrollo Social y Familia, “a través de la Subsecretaría de la Niñez”, que es el responsable de liderar el trabajo intersectorial, y a los de Salud y de Interior. “Esto porque los problemas más significativos de esta población tienen que ver con graves problemas de salud mental y de consumo de drogas y de alcohol. Entonces si no se abordan esos dos aspectos, es muy difícil establecer un modelo de intervención que funcione en condiciones –comillas– de normalidad”. 

Afirma que el gran problema es que “se tiende a entender que el único responsable es el Servicio Mejor Niñez ahora, Sename antes, y todos los demás miran el techo, como digo yo. En circunstancias de que para estos niños, niñas y adolescentes, ellos deberían ser la familia, el hogar protector. A propósito de esto mismo, me enteré recién la semana pasada y a través de las redes sociales que se había creado una Mesa de Salud Mental para este fin de la que ni siquiera estábamos informados. Yo tuve que llamar a la ministra de Desarrollo Social para que nos incluyera. Es como si no hubiera claridad de temas tantas veces discutidos, tantas veces analizados y consensuados”. 

¿Mejor o Peor Niñez?

A la Defensora de la Niñez le ha tocado actuar en tiempos alterados, básicamente en pandemia, lo que ha extremado aún más esos graves problemas de salud mental que afectan a la infancia vulnerada. “Y a todos los niños, niñas y adolescentes. Y también a los adultos, a todos, en general”. 

–Han sido tiempos duros y muy poco comprendidos, más allá de los criterios economicistas. Ahora estamos con vacaciones de invierno extendidas y el Colegio de Profesores sigue insistiendo en que las escuelas no son guarderías, cuando nadie está diciendo eso. Lo que decimos y está demostrado por toda la evidencia existente en Chile y el mundo, es que el colegio es un factor protector. La ausencia de clases presenciales, el desempeñarse a distancia, con todas las dificultades propias de la brecha digital, de conectividad, de recursos, ha tenido un tremendo impacto sobre la salud mental de todos, pero especialmente en la de niños, niñas y adolescentes. La violencia escolar que nos ha tocado presenciar, los problemas de convivencia, son consecuencia de la suspensión de clases presenciales. 

Cuando llegó llena de ímpetu al cargo, la Defensora insistía en dejar de hacer diagnósticos y ponerse a trabajar. Y lleva cuatro años en lo mismo. “Esa Mesa de Salud Mental de la que me enteré por redes da cuenta de un panorama agotador. ¡Basta de diagnósticos: arremanguémonos y pongámonos a trabajar de una vez”, dice, levantando la voz. 

En lo inmediato, anuncia los resultados de “un estudio sobre cómo el Estado chileno aborda la salud mental en niños, niñas y adolescentes y ahí va a quedar muy de manifiesto la incapacidad que han tenido las distintas administraciones de asumir esto como un tema prioritario”. Le pone fecha a la presentación y anuncia: “Lo lanzaremos en agosto y es muy contundente. Revela lo que vemos a diario: la incapacidad del sistema público de entender que el trabajo intersectorial es clave en el éxito de las políticas públicas y que en el diseño de esas políticas lo central es atender a las personas que son los sujetos de esas mismas políticas”. 

–En ese sentido, ¿cómo evalúas al Sistema Mejor Niñez, que vino a reemplazar al Sename en lo que tiene que ver con niños bajo la protección del Estado?

–Mejor Niñez actualmente funciona con una directora subrogante y está en proceso de concurso para nombra a su titular. Tal como nosotros anticipamos durante la tramitación legislativa, es un Servicio que está revelando las carencias asociadas a no haber hecho una modificación estructural del sistema. El financiamiento sigue siendo por subvención, la responsabilidad se sigue poniendo toda en el Servicio con la desatención total de los demás ministerios, sin que los niños, niñas y adolescentes con más necesidades de cuidado del país reciban la atención integral que les corresponde por derecho, en salud, educación, justicia, cultura…

–¿Y cómo funciona el Sename, que ahora se dedica sólo a los jóvenes en conflicto con la justicia? 

–Hay un tema bien importante que yo espero que haga la diferencia con Mejor Niñez y es que, en este caso, sí se establece un sistema que opera distinto: se modifica el financiamiento, por tanto tiene recursos independientemente de la cantidad de jóvenes que entren al sistema, cuenta con una estructura sobre sólidos principios de respeto a los derechos humanos y se refuerzan mecanismos de salidas alternativas gracias a la mediación. Todo esto es muy bueno en el ámbito de la justicia juvenil, porque apunta a cortar carreras delictuales precoces y promover una resocialización efectiva. Nosotros esperamos que, a diferencia de lo que pasa con Mejor Niñez, donde más del 60 por ciento de los funcionarios del sistema antiguo se traspasaron al nuevo, el modelo de financiamiento es el mismo, los organismos colaboradores no han cambiado y hasta la fecha seguimos sin estándares de acreditación que permiten sacar a los que no cumplen con ellos, este modelo distinto sí sea efectivo. 

A la Defensora se le nota cuando se enoja. Afirma que ellos advirtieron, cuando se anunció con bombos y platillos el fin de Sename: “Ojo, dijimos, porque sabemos que la generación de expectativas es feroz cuando el discurso no se condice con la realidad. Desgraciadamente, vamos a visitar residencias de protección seguimos viendo cómo se siguen afectando los derechos de niños, niñas y adolescentes, cuestión que se dijo sería subsanada con esta nueva institucionalidad, pero no es así”.   

Tacos y corbatas

Patricia Muñoz mide un metro 70. Alta, para el estándar femenino chileno y con un marcado impulso comprador de zapatos y botas de taco alto, pero que la pandemia moderó ahora que no hay que andar taconeando por todos lados. “Con el tiempo de trabajo telemático desde la casa a la que nos sometió el COVID, me he acostumbrado al taco bajo. Hoy soy más de botines, ya no tanto de taco aguja”. 

Aguja de personalidad, sigue siendo. Cuenta que a ratos la traiciona el carácter. Y que se molesta. Como cuando no la invitaron a la Mesa de Salud Mental o como cuando la semana pasada estuvo en otro encuentro oficial centrado en los diagnósticos. “Es a-go-ta-dor. Yo, sí, me enojo con cierta facilidad, como en esa reunión donde dije cortémosla con la tonterita del vamos a ver qué hacemos y pongámonos a trabajar. Se me anduvo parando la pluma. Ojalá que eso generara resultados, pero tampoco sirve que a uno se le pare la pluma”, dice desalentada. 

Se prende de nuevo cuando comenta el juicio contra dos miembros de una red de explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes que acechaba a las jóvenes de la desaparecida residencia Anita Cruchaga, en el cerro Recreo, de Valparaíso. La Defensoría de la Niñez es parte del juicio contra los explotadores y el proceso debería estar por fallarse. 

–Es  brutal, brutal escuchar a las víctimas. Sus testimonios son desgarradores. Claramente en este tema no se ha aplicado perspectiva de género para abordar la realidad de las niñas, que arrastran mucha mayor vulneración que los niños. Cuesta entender que los políticos declaren que los niños, niñas y jóvenes son primero y que los responsables de ejecutar esa prioridad, no lo hagan. Llevamos años en lo mismo y cada día que nos demoramos hay una niña o un niño vulnerado. 

–Otro gran tema que Hogar de Cristo y la Universidad Católica concluyeron a partir de los dos pilotos de residencias de protección para hombres y mujeres de alta complejidad que desarrolló desde 2028 la fundación, es el tema del egreso a la vida independiente de los jóvenes. ¿Cómo ves ese aspecto?

–Puedo destacar como positivo que se haya generado una mesa de trabajo para diseñar la salida a la vida independiente de quienes egresan del servicio de protección. Ese es un paso importante, porque no es posible que cumplidos los 18 años el Estado se desentienda de los jóvenes que tiene bajo su cuidado. “Chao, si te he visto no me acuerdo”. Eso no puede ser. 

–Sí, porque en muchos casos ese chao los condena al vida en calle, a ser reclutados por el narco… 

-Así es. En relación a la delincuencia, que es uno de los problemas más serios del país, no podemos seguir sólo reaccionando y reaccionando mal. Acá no está la mirada de la prevención del delito, porque prevenir es un proceso lento y los políticos buscan lucimientos inmediatos. La Ley de Garantías de la Niñez debería imponer un paradigma distinto. Y el que se releve el rol de los colegios, porque lo educacional no es meramente académico, es un espacio de reencuentro y contención, sobre todo en los territorios más vulnerables. Ahora mismo la modalidad educativa de reingreso para los niños y jóvenes que están fuera del sistema escolar quedó parada y no se entiende por qué. 

–Otro tema que a nadie parece importarle es el de los niños migrantes. ¿Qué hacen ustedes al respecto?

–Esa es otra falencia total y estructural de nuestro sistema y que el Ministerio del Interior no sabe abordar. Hay que atender las vulneraciones de los niños que entran de manera irregular al país. Acabo de estar en Arica y duele escuchar los relatos de niños y niñas de 7 años o menos sobre cómo cruzaron el desierto para llegar a este país, cómo se aterrorizaron los con perros policiales en la frontera, cómo pasan hambre y frío. Hace poco oficié a la ministra Siches para que se haga cargo de los procesos de regularización pendientes. 

La Defensora se impresiona con que entren y ni siquiera se les esté contando. Y menciona casos de niños que están irregulares, son aceptados en un jardín, pero no tienen alimentación de la JUNAEB. “Y se les da comida sólo si sobra almuerzo. No son decires, son cosas que están pasando”

–Se te ha acusado de poco celo para censurar la amenaza de Héctor Llaitul de empezar a quemar escuelas. ¿Cuál es tu postura contra la acción de esos grupos violentistas en La Araucanía y Arauco?

–Eso es muy, muy grave el que se esté quemando escuelas. Hemos mandado un sinnúmero de oficios a los ministros de Justicia y Educación, porque las escuelas son sectores protectores, ayudadores, cuya protección debe estar garantizada. Nosotros somos muy críticos cuando las fuerzas del Estado afectan derechos fundamentales de niños, niñas y adolescentes, pero con esa misma fuerza condenamos a quienes queman escuelas y exponen a la delincuencia a la infancia en el territorio de la macro zona sur. Hemos presentado muchas querellas criminales, pero la persecución del delito es ineficiente. 

Qué planea hacer en el futuro esta mujer que observa, reclama, denuncia y se querella por la infancia, cuando se venza su período como Defensora de la Niñez. Lo ha dicho por aquí y por allá sin tapujos. Su futuro profesional ideal sería convertirse en Fiscal Nacional reemplazando a Jorge Abbott. “Veo esa posibilidad como una realidad, porque nunca he dejado de estar vinculada a las víctimas del delito. Me cuesta pensarme fuera de lo público”, confiesa con franqueza. Siempre quise ser fiscal. Y lo logró. Ahora aspira a ser la cabeza de todos, cuando por edad -75 años- Abbott deje el cargo en octubre próximo.

–Hoy ser fiscal es ponerse en la primera línea frente a los delincuentes. Hay varios amenazados de muerte. Ese afán, ¿no es exponerse mucho? 

–No está fácil ser fiscal, porque el crimen organizado tiene tentáculos largos y muy complejos, Hoy Fiscalía no sólo debe mejorar la persecución penal sino que además proteger a los suyos. Ojalá no nos pase como en otras latitudes, donde los fiscales son perseguidos y asesinados por bandas delictuales. Espero que no lleguemos a esos niveles acá –dice la abogada.

Conocida por sus innumerables y llamativos anteojos, más característicos incluso que las corbatas de Mario Marcel, con tacos bajos, Patricia Muñoz se empeña ahora en ser Fiscal Nacional. Meta precisa y declarada. Veremos si lo logra.  

 

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