Casi la mitad de las comunas de la Macrozona Sur han sufrido atentados
La estadística evidencia lo que ocurre en el Biobío, La Araucanía y Los Ríos desde 2014 a la fecha. Las comunas de Contulmo, en el Biobío, y Lumaco en La Araucanía encabezan este registro.
La Macrozona Sur ha sido protagonista de la noticia cada mañana y este miércoles aún más con la detención de Héctor Llaitul. Por estas razones, el Gobierno decretó Estado de Excepción Constitucional para la Región de La Araucanía y las provincias de Arauco y el Biobío en la región de ese mismo nombre.
Durante esta semana, en Cañete hubo un atentado incendiario que terminó con el dueño del fundo San Carlos herido con perdigones. También se conoció el estremecedor grito de una mujer, quien pedía con desesperación que dejaran pasar una ambulancia en un camino que conectaba a la comuna cañetina con Tirúa, pero que estaba cortado por árboles en la vía.
En ese contexto, la estadística de la Asociación de Contratistas Forestales (Acoforag), a la que tuvo acceso EL DÍNAMO, arroja la siguiente conclusión: de las 107 comunas que componen la Macrozona Sur, hay 50 de ellas han sido afectadas en su territorio por uno o más atentados violentos desde 2014 a la fecha. Es decir, la dimensión del problema abarca al 46,7 % de las comunas que conforman este territorio.
El detalles de los ataques comuna a comuna
En el análisis, además, se detallan las zonas que más ataques registran. En el Biobío, Contulmo lidera encabeza con 38 atentados. Cañete 35, mientras que Tirúa, 33. En La Araucanía, los lugares que más veces vieron atentados son Lumaco, Collipulli y Carahue con 36, 35 y 21, respectivamente.
En la Región de los Ríos, Lanco tiene 13 ataques anotados en su bitácora, Panguipulli ha sido testigo de cinco y San José de la Mariquina tres. En Los Lagos, San Juan de la Costa tiene nueve registrados, mientras que Río Negro contabiliza tres.
“El 19% de las comunas de la región del Biobío, el 31% de las de La Araucanía, el 19% en Los Ríos y el 3% en la de Los Lagos está afectado y amenazado por la violencia política terrorista, lo que impide el normal desarrollo de sus economías locales, afecta con pobreza y carestía a las familias indígenas y no indígenas, que buscan emigrar de estos territorios donde ya no hay trabajo y tampoco es posible llevar adelante un emprendimiento personal. No permitamos que la violencia nos desarraigue y nos quite la esencia de nuestras vidas: de dónde venimos y hacia dónde vamos”, concluye la Acoforag a partir de estos datos.