Rosanna Costa: “La economía es simple, muy intuitiva. Somos los economistas quienes la hacemos difícil”
La cancerbera de la inflación afirma que su compromiso y su afán es volver a una inflación de 3 por ciento anual para evitar el sufrimiento de los que menos tienen. Compleja tarea, cuando estamos en el nivel más alto desde hace 29 años. Aquí, seria, pedagógica y responsable, nos habla del programa “Central en tu vida”, y algo nos muestra de su contenida personalidad.
Rosanna se llama Rosanna Costa Costa Costa Costa (65).
Dos veces al cuadrado. Costa por los cuatro costados, la hija del economista Horacio Costa Costa y de María Inés Costa Costa, se ríe cuando le preguntamos sobre el tema. Y nos menciona a un bisabuelo que habría tenido solo hijas y buscó un yerno que tuviera su apellido, para que no se perdiera el linaje.
Cosas de antes. Hoy, su descendiente está en uno de los temas más acuciantes del presente: el control de la inflación.
De acuerdo al reporte de diciembre del Banco Central, la inflación proyectada para este subió a 12,3%. Sería el nivel más alto desde 1993.
Como primera mujer a la cabeza del organismo autónomo que, como ella misma precisa, “tiene una misión bien predefinida en la ley, que es el control de la inflación y de la estabilidad financiera”, su afán es recuperar en el más breve tiempo los niveles de 3% anual al que estábamos acostumbrados los chilenos.
Conversamos con ella, con todas las limitaciones que impone su cargo, en el programa “Hora de Conversar”, que hacemos vía streaming, disponible en YouTube. Estábamos con Paulina Valenzuela (33), mamá y apoderada en el jardín infantil Sol Naciente, de Lo Espejo del Hogar de Cristo, emprendedora de Fondo Esperanza, con un pequeño negocio de comida rápida. Junto a su pareja, chofer de micro, no logran llegar a fin de mes con los ingresos que generan.
Rosanna es contenida, matea, seria, pero acogedora, sencilla y muy consciente de que por su rol todo lo que diga puede ser malinterpretado. La economista es consejera del Banco Central desde enero 2017, cuando fue designada por Michelle Bachelet. En 2019 la ratificó Sebastián Piñera, y, por lo mismo, conoce al dedillo el Código de Conducta de los consejeros de la entidad, que en su caso aplica al cuadrado, como pasa con su apellido, ahora que es la primera mujer presidenta del Banco Central de Chile. Asumió en febrero de este año, sucediendo a Mario Marcel, actual ministro de Hacienda.
Cuando aceptó esta entrevista a fines de noviembre, la presidenta y todos los consejeros estaban por entrar en lo que se llama “Periodo de Silencio”, que son los 7 días corridos previos a las Reuniones de Política Monetaria y a las Reuniones de Política Financiera. Pero, en términos amplios y sobre todo para referirse a temas de educación económica, sí puede hablar, y es eso lo que hace aquí, a propósito de las apreturas de Paulina y tantas chilenas trabajadoras como ella.
–Estamos convencidos de que los mercados financieros funcionan bien en la medida que las personas tienen información, que entienden cómo funcionan y pueden tomar decisiones con conocimiento. Y ahí el Banco Central tiene un rol. Desde hace años, hacemos esfuerzos enfocados en los colegios para que los alumnos aprendan conceptos de finanzas y se los transmitan a sus familias. Tenemos un concurso para los estudiantes, visitas al banco, producimos material educativo y alentamos a que las escuelas de Pedagogía se motiven y creen material didáctico sobre conceptos como el ahorro, la inversión, el crédito. Estamos creando mucho material para escuelas y liceos, porque desde ahí llegamos a los hogares. Sabemos que es una gota en el océano, pero lo hacemos”.
Ahora, además, están desarrollando talleres para padres y apoderados de los jardines infantiles y las salas cuna que Hogar de Cristo tiene en todo Chile. Partieron por la región del Biobío. Fueron tres encuentros telemáticos de una hora, a los que asistieron mayoritariamente madres, mujeres jefas de hogar, que están viviendo en carne propia el impacto de la alta inflación.
–Les entregamos herramientas que les sirvan para organizar el presupuesto familiar, para que comprendan qué pasa cuando te endeudas, que conozcan los distintos tipos de créditos, que entiendan los efectos que tiene la economía sobre la familia –explica, esforzándose en una cosa: –Nosotros no somos nadie para dar consejos. Sería muy presuntuoso de nuestra parte hacerlo, porque la sabiduría está en la personas. La economía es muy simple, muy intuitiva. Somos los economistas quienes la hacemos difícil, hablando con palabras enredadas.
En esta iniciativa que forma parte del programa del Banco Central y se llama “Central en tu Vida”, se habla sencillo y directo. A la mayoría de las alumnas, hay un concepto que ha hecho mucho sentido: “el gasto hormiga”. Esa tentación cotidiana, que se traduce en un dulce, un helado, una pizza, y que va mimando soterradamente el muchas veces escuálido presupuesto mensual. “A veces es bueno decirles que no a los niños”, reflexiona Paulina Valenzuela, y Rosanna Acosta asiente.
Volver al 3 por ciento
Para Rosanna esa sabiduría popular de las personas sin formación económica se expresa en algunas conclusiones que dejó lo peor de la pandemia y que están recogidas en un sencillo video hecho por el Banco Central. De acuerdo a la Encuesta Financiera de Hogares en 2021, cuando aún se vivían los efectos de la pandemia, los ingresos de las familias crecieron en 13% real, a causa de los subsidios entregados y de los retiros sucesivos del 10 por ciento de los fondos previsionales. Las personas redujeron sus deudas no hipotecarias. Es decir, ocuparon la mayor liquidez surgida de los apoyos en emergencia para pagar créditos con casas comerciales o financieros.
Ahí hay, sin duda, sentido común. Pero hoy, ese exceso de liquidez provocado por las ayudas estatales y los retiros, nos tiene enfrentando una inflación inédita.
–Nosotros hacemos periódicamente esa Encuesta Financiera de Hogares. La última es la de 2021 y muestra cómo hubo una recuperación de la economía, porque muchos habían recibido los recursos del IFE, de los retiros y las familias vieron un aumento transitorio de sus ingresos. Muchos incluso pagaron sus deudas más caras, aliviando la carga financiera que acarreaban. Por eso, el nivel de endeudamiento bajó respecto del periodo anterior. Una de las cosas que hicieron con los recursos que recibieron fue pagar deudas. Esa encuesta es del 2021; hoy el escenario es otro.
–¿Cómo están hoy las familias y cómo se vislumbra el 2023
–Esa es una difícil pregunta. Al país le pasa exactamente lo mismo que a los hogares. Cuando los hogares han tenido un ingreso extraordinario que después se acaba, deben ajustarse a un nivel inferior de ingresos y eso es muy doloroso. A nivel del país, pasa lo mismo. Después de un periodo en que estuvimos viviendo una situación en que los ingresos fueron por sobre los gastos, situación que es imposible de mantener en el largo plazo, hay que ajustarse. Yo me imagino que Paulina ha visto cómo los ingresos que recibe mensualmente le están permitiendo comprar cada vez menos cosas. La inflación te va quitando, te va comiendo tus ingresos. Y eso debemos pararlo, ajustándonos a la realidad del país. Ese ajuste lo vamos a vivir el 2023, al menos la primera mitad. Y será doloroso. Me encantaría tener buenas noticias para dar, pero no se puede. Lo positivo es que el proceso de ajuste está en marcha y esperamos que sea ordenado y lo más corto posible.
–La Universidad San Sebastián empezó este año a publicar el IPAM, Índice de Precios de las Personas Mayores, el que muestra que la inflación golpea con mayor dureza a los mayores. Ese IPAM es 2 puntos más alto que el IPC cada mes. ¿Cómo proteger a los más vulnerables?
–Post pandemia, hemos empezado a dejar atrás el temor a enfermarnos y la angustia del encierro; las personas han vuelto a salir a trabajar, pero todos ven cómo sus ingresos mensuales son carcomidos por la inflación cada mes. Y esta es una situación mucho más dolorosa para las familias de menores ingresos. Cuando suben los precios, los que tienen más pueden cambiar algunos productos por otros, hacer algunos ajustes, no así las familias en situación de pobreza. A ellas, la inflación les pega mucho más fuerte. La inflación no golpea igual a todos. Como se mide a través del IPC, el Índice de Precios al Consumidor, que es una canasta promedio del consumo, ninguna familia es igual al promedio y las más pobres sufren más.
–¿Cuánto de la inflación es por causas externas, internacionales, y cuánto por razones internas?
–Nosotros veníamos en un proceso inflacionario a causa del exceso de liquidez que generaron subsidios y retiros, pero con cuestiones como la invasión de Rusia a Ucrania, el precio de los alimentos, de los combustibles, a nivel mundial, aumentó. Y en la canasta del IPC lo que más ha subido son los alimentos. La canasta de consumo de las familias de menores ingresos tiene un alto componente en alimentos (un 28 por ciento), y si sumas los servicios básicos de la vivienda son costos que están pegando duro. Las personas mayores en pobreza y las familias de menores ingresos tienen muy poco que hacer para defenderse, no hay espacio para la sustitución de productos ni para vender activos físicos, porque viven al día. Por eso, nosotros como Banco Central tenemos el compromiso de trabajar para que la inflación vuelva a su cauce de tres por ciento de promedio anual, que es donde habíamos estado normalmente durante años.
Personalidad de migrante
Nunca hay una sola razón para los incrementos en el costo de la vida. Rosanna pone el caso de Inglaterra. “Tiene hoy una tasa de inflación superior al 10 por ciento, lo que es muy sorprendente. En Chile, cuando recién la economía empezaba a recuperarse del impacto de la pandemia, se hicieron transferencias extraordinariamente altas. Se repartió algo así como el 30 por ciento del producto en sólo seis meses. Eso significa que durante algún momento vivimos tratando de comprar lo que no éramos capaces de producir y eso lleva los precios al alza. Y estábamos aún en pandemia, lo que nos impedía producir y producíamos menos de lo usual. O sea, queríamos consumir más, pero estábamos produciendo menos. Y suma a eso las causas externas, que hacen que todo se vuelva más grave e intenso”.
–Muchos no conocen lo cruel que puede ser la pandemia de la inflación, porque son generaciones que no la vivieron. ¿Cómo ves ese aspecto del fenómeno?
–Sin duda, mis hijos nunca conocieron la inflación. Yo sí, me tocó vivir la hiperinflación de niña y sopeso cuánto trabajo y cuántos años costó controlarla en este país desde tasas muy altas. Es muy delicado cuando los países se acostumbran a la inflación, porque se produce una suerte de rigidez de los precios, por eso es tan relevante bajarla, controlarla y evitar así el sufrimiento de las familias.
Paulina Valenzuela, la mamá del jardín infantil Sol Naciente, ha estado escuchando con mucho interés las respuestas de la presidenta del Banco Central, y a propósito de los retiros de los fondos de pensiones, dice: “Tengo una preocupación permanente por cómo será mi vejez. Yo tuve que sacar plata de mi fondo y quedé en cero. Para mí vejez estoy como se dice: manito de conejo. Si tuviera hoy 80 años, no tendría ni una luca mensual. Y veo que muchas adultas mayores, compañeras de Fondo Esperanza, están así, y para sobrevivir van a instalarse a vender sándwiches a la salida del Metro, por las mañanas, en pleno invierno. Yo no quiero eso para mí, pero creo que me pasará igual”.
–¿Y tú, Rosanna, crees en la inminencia de un sexto retiro?
–Lo que veo es que la gente de menos recursos ya no tiene plata que retirar, y que los efectos de esa iniciativa han sido graves para la economía y, por lo tanto, para la vida de las personas. Yo espero que la evidencia de lo que hemos vivido, nos ayude a todos a tomar decisiones correctas –dice con esa seriedad que la caracteriza.
Cuando le volvemos a comentar su envidiable contención y tino, la atribuye a la historia de su familia. “Mi mamá decía que es personalidad de migrante”.