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30 de Marzo de 2023

Sylvia Eyzaguirre, doctora en filosofía, experta en educación: “El discurso feminista de este gobierno me parece rabioso”

Por eso no interpreta a la mayoría de las mujeres, cree la editora de un libro que merece lectura: “Disparidad bajo la lupa: Una radiografía a las brechas de género en Chile”, publicado por el CEP. Rescata sí un cambio de énfasis en el discurso de la ministra Antonia Orellana, que este 2023 se ha manifestado decidida a mejorar la autonomía económica de las mujeres. “Habrá que ver las acciones concretas a partir de esa declaración”.

Por Ximena Torres Cautivo
"La polémica del clítoris revela que a todo lo que tiene que ver con la sexualidad, las disidencias sexuales y la aceptación de las minorías sexuales se le pone mucho más fuerza y se le da mayor peso que a trabajar por reducir el retraso en la comprensión lectora".
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El ser o no ser shakesperiano aplicado al feminismo en Chile hoy podría resumirse en ¿cuántas chilenas saben dibujar “la” clítoris, o por qué aún no se cumple la promesa de sala cuna universal? Mucha marcha multitudinaria, mucho lenguaje inclusivo, mucha gran tienda plegándose a la conmemoración del 8M, el Día Internacional de la Mujer, pero pocos avances concretos en verdadera equidad de género. O sea, mucho ruido y pocas nueces en el bosque del feminismo y de un gobierno que se declara feminista.

Ese fue el análisis que hicieron en el Centro de Estudios Públicos (CEP), para decidir embarcarse en el libro que tardó un año en realizarse y que presentaron hace un par de meses: “Disparidad bajo la lupa. Una radiografía a las brechas de género en Chile”.

Editado por Sylvia Eyzaguirre y Rodrigo Vergara, escrito por 21 investigadores, en 424 páginas, dividido en 11 capítulos, dimensiona las brechas de género y profundiza en sus causas y consecuencias. También propone un conjunto de políticas públicas para reducir las discriminaciones arbitrarias y avanzar hacia una sociedad más equitativa.

–¿Crees que el gobierno feminista de Gabriel Boric ha avanzado de manera visible en acortar las brechas de género? –preguntamos a la investigadora y académica del CEP, la doctora en filosofía y experta en educación, Sylvia Eyzaguirre (47). Además de coeditar el libro, es coautora de dos capítulos: el de los roles de género y el de la educación y el género.

Así responde:

–No, no he visto avances concretos. No he visto que se trabaje para las mujeres que más necesitan apoyo. Se anunció la sala cuna universal y no ha pasado nada. Esa es una deuda tremenda. Tampoco he visto que el Sistema Nacional de Cuidados se haya materializado en cuestiones concretas. Siento que el gobierno ha sido más enfático en los discursos que en los hechos. La polémica del clítoris revela que a todo lo que tiene que ver con la sexualidad, las disidencias sexuales y la aceptación de las minorías sexuales se le pone mucho más fuerza y se le da mayor peso que a trabajar por reducir el retraso en la comprensión lectora, por ejemplo, o en aumentar la participación laboral femenina, tan afectada durante la pandemia.

–¿No ha servido entonces tener a la ministra de la Mujer y Equidad de Género, Antonia Orellana, en el Comité Político?

–Querían un día de algo así como el Orgullo Lésbico, por ejemplo. Y cuando escucho el discurso feminista de este gobierno me parece rabioso y que no busca cobijar a todas las mujeres con sus singularidades y problemas. Me parece radical y que sólo acoge una tendencia feminista. Por eso, muchas mujeres no se sienten identificadas con él.

Rescata eso sí un cambio de tono en la ministra este año. Y de objetivo: el que haya declarado que se va a poner el énfasis en los temas económicos en relación con la mujer. “Este 2023, nuestros esfuerzos están en asegurar la autonomía económica de las mujeres en una agenda conjunta con Trabajo, Economía y Hacienda. Autonomía que no sólo es un elemento clave para la vida digna, sino también para prevenir la violencia de género”, dijo Antonia Orellana.

“Esos anuncios de la ministra fueron acertados. Estamos ahora a la espera de las acciones que los conviertan en avances concretos”, dice Sylvia.

–¿Eres feminista?

–Por supuesto que sí. Yo estoy por conseguir la igualdad de derechos. Para que no sea aceptable que se nos pague por el mismo trabajo en promedio un 16 por ciento menos que a los hombres, para que el derecho a sala cuna sea universal y no sólo para las empresas con más de 20 mujeres. Estoy por resolver desigualdades concretas.

–Tú eres una mujer educada, viajada, solvente. ¿Te ha tocado vivir alguna desigualdad concreta?

–Son casos anecdóticos, pero reveladores. Charlas donde he sido invitada y no me han pagado por hacerlas, pero a los hombres invitados, sí. Eso me ha pasado. Me he enterado ex post y me he quedado bien picada. No sé si debería ser más agresiva y decir “Ya, hago la charla, sólo si me pagan”. No sé.

El rol de la madre

Ya dijimos: “Disparidad bajo la lupa. Una radiografía a las brechas de género en Chile” tiene 424 páginas, 11 capítulos, 21 investigadores y una edición de mil ejemplares. Trescientos fueron regalados a autoridades, líderes de opinión, académicos. El resto está a la venta en la editorial Fondo de Cultura Económica a casi 18 mil pesos cada uno y, dice Sylvia Eyzaguirre, cuando se agoten, el texto será subido a la página del CEP y estará disponible para quien quiera leerlo.

“Buscamos alimentar la deliberación en el Congreso sobre estos temas y, por eso, sobre la base de datos, entregamos recomendaciones de políticas públicas. Son insumos para el diseño de proyectos de ley. Pero, además del alto rigor técnico que nos planteamos, buscamos que fuera accesible a un público educado e interesado, pero no especialista. Por eso, pedimos a los autores que la introducción y las conclusiones de cada capítulo fueran en un lenguaje lo suficientemente sencillo para que el texto no quedara encapsulado en un paper académico”, explica la editora.

Experta en educación, dedicada al tema desde hace dos décadas, aborda, en coautoría con Javiera Gazmuri y Enzo Faulbaum, el capítulo de Educación y Género. En la introducción precisan lo que buscan responder: “¿Por qué la presencia de mujeres en carreras de ciencias básicas, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) —carreras con una remuneración 30% mayor que la de otras áreas y cuya demanda se espera vaya en aumento con el paso de los años— es significativamente menor que la de los hombres?”.

Ella localiza la pregunta en Chile y la replantea así:

–¿Por qué las mujeres chilenas trabajamos en sectores peor remunerados y nos concentramos en educación, que es la carrera peor pagada de todas? Esto pasa en todos los países, pero en Chile es más masivo. ¿Qué explica el fenómeno? Las hipótesis son tres: el desempeño escolar de las niñas; que las ciencias se enseñan con foco en el alumnado masculino y que son los valores culturales los que modelan esta tendencia.

Sylvia –y el capítulo– muestran que revisando muchos datos objetivos no hay nada que responda la pregunta. “Las mujeres tienen mejores notas que los hombres en todos los ramos, incluido matemáticas; en las pruebas SIMCE están mejor en lenguaje e igual que ellos en matemáticas; en la PSU, lo mismo. O sea, el rendimiento académico no lo explica. Tampoco se debe a que haya diferencias marcadas de género entre los profesores que imparten los ramos de matemáticas y ciencias; que haya más hombres o más mujeres haciendo estas asignaturas. No hay luces tampoco en las creencias o expectativas de los padres y las madres frente a estas materias”, detalla. Y concluye que, sobre la base de los datos, no hay diferencias que den respuesta a la pregunta inicial. Salvo “los estereotipos y sesgos de género”.

–Las mujeres eligen carreras más relacionadas con el cuidado. En Medicina, por ejemplo, hay tantas mujeres como hombres, siendo que es una carrera altamente exigente. En Ingeniería son menos las mujeres, quizás porque la carrera no “se vende” enfatizando su utilidad en la solución de problemas prácticos en la vida cotidiana de las personas, sino de manera más abstracta.

La investigadora recomienda el capítulo I para comprender el peso de los sesgos de género. En la introducción se lee: “Las mujeres egresan de la escuela con mejores notas y tienen, en promedio, más años de estudios que los hombres. Sin embargo, participan menos en el mercado laboral que los hombres y, cuando lo hacen, sus remuneraciones son menores”. Y en las conclusiones queda claro que “pese a que la sociedad ha avanzado hacia una menor diferenciación en los roles de género al interior del hogar, todavía existen diferencias relevantes, en particular en lo relativo al rol de madre. La encuesta CEP de 2017 revela que el 57% de los encuestados está de acuerdo con que es probable que un niño en edad preescolar sufra si su madre trabaja. Si nos comparamos en esta dimensión con otros países, observamos que Chile se encuentra en un extremo de la distribución —junto con Argentina y México—, mientras que en los países nórdicos o anglosajones menos del 30% de los encuestados comparte este tipo de juicio”.

–El CEP viene haciendo encuestas desde hace 20 años y ahí uno ve cómo han evolucionado los estereotipos. Cuando se partió con estas consultas el 80% consideraba negativo el efecto de la inserción laboral maternal en los hijos y la familia. Ahora andamos en el 50%, lo que de acuerdo a una agencia que hace encuestas a nivel mundial sobre este tema es muy alto en comparación con la mayoría de los países latinoamericanos. Nuestros sesgos de género siguen siendo muy marcados.

Elija cartera

Sylvia Eyzaguirre fue mamá a los 40 años. Su pequeña hija, Flavia, nacida de su relación con el médico, ex senador y ex militante socialista Fulvio Rossi, hoy tiene 7 años. Y cuando le preguntamos cómo se imagina que será la brecha de género cuando Flavia sea adulta, responde:

–Espero que no nos demoremos 132 años en acercar la brecha de género, tal como pronosticó el Foro Económico Mundial en 2022. Creo que un avance importante sería generar políticas que hagan más amable la maternidad, como se observa en los países escandinavos. Sin duda, uno de los aspectos que influye muchísimo en la desigualdad es que somos las mujeres las que quedamos embarazadas, parimos y damos pecho. Y la participación masculina, la corresponsabilidad es poca. Debemos igualar los roles de padre y madre. Esa recarga de trabajo de la mujer está muy bien descrita en el capítulo II del libro.

–En Chile el 60 por ciento de los hogares de los quintiles más pobres está liderado por una mujer. La gente no se casa, las mujeres postergan la maternidad, la convivencia suele derivar en familias monoparentales donde la mujer es la encargada de criar a los hijos comunes. ¿Crees que la pareja hombre-mujer está en retirada?

–Chuta, no sé –dice, muy espontáneamente. Y agrega: –Lo que muestran los datos demográficos es un cambio en la conformación de los núcleos familiares. Hace treinta años, la mitad de los niños nacían dentro del matrimonio, hoy el 70 por ciento nace fuera. Hay un aumento de los divorcios, retraso de la maternidad. En los países ricos se ven cada vez más los hogares mononucleares, donde una persona vive sola, porque puede hacerlo. Tiene la plata. Y en los nuestros, abundan los hogares monoparentales, con jefatura femenina, pero son los más pobres. La mujer jefa de hogar, que por lo general tiene un trabajo precario e informal, necesita más apoyo del Estado. Por eso yo pienso que una de las políticas laborales más regresivas es la del post natal, que beneficia a las mujeres trabajadoras del 20% más rico del país, lo que se traduce en un “platal” gigante, mientras las madres trabajadoras informales reciben una asignación maternal de 16 mil pesos.

El tema al que más afanes ha dedicado profesionalmente esta investigadora del CEP es educación. Fue parte del directorio de Fundación Súmate, que trabaja el tema de la reinserción de niños, niñas y jóvenes excluidos del sistema escolar. Actualmente es una de los diez miembros del Consejo Nacional de Educación, donde la nominó Sebastián Piñera. “Como se demoraron mucho en mi nombramiento, nadie tiene claro cuándo termina mi periodo de seis años legales”, comenta. Se siente contenta de estar ahí, porque “podemos mejorar los estándares que se presentan, particularmente ahora para educación inicial docente. Creo que se puede incidir en el debate público y ser un aporte”.

–¿Te habría gustado haber integrado el Comité de 23 expertos para la reactivación educativa, que se creó dado el perjuicio en el aprendizaje generado por la suspensión de clases en pandemia?

–Ahora estoy invitada a un consejo que se organizó para hacer un diagnóstico del sistema de calidad de la educación. Ahí he estado colaborando. Respecto del Comité de Expertos, en la medida que no sea una pantalla y tenga capacidad resolutiva, me parece que es interesante. Pero mi experiencia es que estos acuerdos que se implementan en todos los gobiernos, son más bien pantallas, gestos, nada más.

Cuenta que es miembro del Consejo Asesor del Ministerio de Ciencia de este gobierno, pero que no la han llamado ni una sola vez a opinar de nada. “Por lo menos, no me han hecho trabajar en balde, como en muchas otras oportunidades donde he hecho mi mejor esfuerzo, para descubrir que era una pura pantalla”.

–Si te ofrecieran elegir ser ministra de la Mujer y Equidad de Género o ministra de Educación. ¿Qué cartera elegirías?

–Educación, sin duda. No en vano, llevo 20 años en esto.

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