Las secuelas que dejó el confinamiento en los jóvenes chilenos
Estudio de universidades chilenas y mexicanas apuntan que en ambos países los escolares y universitarios siguen viviendo las consecuencias del encierro.
Los jóvenes chilenos se volvieron sedentarios, aumentaron de peso y empeoraron sus hábitos alimenticios durante y después del confinamiento a raíz de la pandemia del COVID-19.
Y es que si bien la crisis sanitaria ya se dio por finalizada en Chile y el resto del mundo, sus estragos siguen haciendo eco hasta la actualidad.
Así lo reveló un estudio colaborativo entre universidades de México y Chile, incluyendo la U. Andrés Bello, U. de la Frontera y la U. Católica del Maule.
La investigación, abordó los cambios en el estilo de vida, la salud física y la salud mental en ambos países durante el período de confinamiento de las primera y segunda ola de COVID-19 en ambos países.
Con ese propósito se analizaron ocho aspectos distintos: funcionamiento físico, limitaciones en el rol debido a problemas físicos, rol físico, dolor corporal, percepciones de la salud general, vitalidad, funcionamiento social, limitaciones en el rol debido a problemas emocionales, rol emocional y bienestar emocional.
Jóvenes chilenos y sedentarismo
Uno de los aspectos destacados por el estudio es la persistencia del comportamiento sedentario en aproximadamente un tercio de la población en México y Chile, lo que se asoció negativamente tanto con la salud física como con la mental.
El sedentarismo se identificó con la realización de actividad física insuficiente y estar sentado o acostado por más de ocho horas al día.
La medición se basó en la autopercepción de los participantes en relación a su actividad diaria y el tiempo dedicado a actividades sedentarias durante el confinamiento.
Además, durante la segunda ola de la pandemia se observó un incremento en el peso corporal y malos hábitos alimenticios en las poblaciones de ambos países, promediando en Chile un aumento de 10,9% en el peso inicial.
Estos cambios se relacionaron directamente con el comportamiento sedentario, subrayando los riesgos para la salud asociados con la inactividad física prolongada.
Salud mental
En materia de salud mental, el trabajo evidenció que las consecuencias son más transversales de lo que se tiende a pensar, destacando el deterioro de la salud mental y física en grupos demográficos específicos, como mujeres, adultos jóvenes, estudiantes y personas solteras o separadas.
Al respecto, el decano de la Facultad de Ciencias de la Rehabilitación UNAB y coautor del estudio, doctor Christian Campos, señaló que “esto nos permite identificar aquellas personas que debieran recibir mayor atención respecto de estrategias de salud preventivas o intervenciones focalizadas para enfrentar situaciones altamente estresantes, como el confinamiento”.
“Esto es especialmente importante en el contexto universitario, ya que el perfil de riesgo se orienta hacia población joven que estudia, especialmente mujeres“, aseguró.
El análisis constató que la salud mental fue empeorando a medida que se extendía el confinamiento. “Es por ello que aún podemos estar viviendo las consecuencias de la pandemia, lo que se visualiza en colegios y universidades, afectando a la población más joven” dijo el médico.
Hábitos saludables
La investigación evidenció que adoptar hábitos saludables es crucial para preservar la salud mental. Especialmente en situaciones de estrés como las experimentadas durante el confinamiento por la pandemia.
”Estos hábitos se relacionan con una alimentación saludable, la mantención de niveles óptimos de actividad física, adecuados hábitos de sueño, uso responsable de pantallas y eliminar el consumo de tabaco“, aseveró el doctor Campos.
“De esta forma se combate una amplia gama de síntomas que caracterizan a problemas de salud mental, como los sentimientos de soledad, tristeza y ansiedad” concluyó.