Prioridades en Educación: Una década perdida
Pareciera que aún con toda la evidencia presente, que demuestra que la inversión en etapas tempranas de la vida entrega mayores retornos y mejores resultados en el largo plazo, los intereses políticos siguen ignorando las prioridades educativas.
Como ya se ha mencionado en varios medios, los recientes resultados de nuestros estudiantes en las pruebas TIMSS muestran una preocupante realidad. Sin embargo, pocos han profundizado en las posibles causas de este bajo desempeño. En matemáticas, por ejemplo, se observa un retroceso de 12 años para los estudiantes de 8° Básico. Aunque esta fuerte caída —de 441 a 416 puntos en promedio— podría explicarse en parte por los efectos de la crisis sanitaria durante la pandemia, también evidencia fallas estructurales en las políticas educativas que se reflejan en otras tendencias del estudio. Todo lo anterior levanta interrogantes sobre el desempeño de las instituciones educacionales y genera dudas acerca de si realmente estamos avanzando en la dirección correcta en materia educativa.
Si analizamos con mayor profundidad, podemos observar que en el mismo período los promedios en ciencias, tanto en 4° como en 8° Básico, se estancaron. Además, en líneas generales, la brecha de género en ciencias y matemáticas no se ha logrado reducir. Lamentablemente, estos resultados no deberían sorprendernos, pues, más allá de hechos coyunturales, la ausencia de una política educativa integral y focalizada ha derivado en un alza crítica de casos de violencia en los establecimientos y un alarmante aumento del ausentismo escolar, superando incluso las cifras previas a la pandemia.
Los recientes escándalos, como el del niño de 10 años empalado por sus compañeros en la comuna de Santiago y la golpiza de un estudiante a su profesor en el Liceo Darío Enríquez Salas, ilustran una preocupante escalada de violencia que se ha agudizado en el último tiempo. No por nada, la Superintendencia de Educación ha recibido cerca de 9.000 denuncias por convivencia escolar durante el año. Por otro lado, en el mes de septiembre más de 800.000 estudiantes presentaron inasistencias graves a la jornada escolar, lo que equivale a más del 28% de la matrícula escolar de todo el país. Mientras tanto las autoridades a cargo, en lugar de promover una mayor asistencia, no han dudado en declarar nuevas suspensiones a la jornada escolar a diestra y siniestra.
De acuerdo al mismo estudio TIMSS, los estudiantes de 4° Básico en establecimientos con mayores problemas de seguridad y disciplina obtuvieron hasta 24 y 33 puntos por debajo del promedio en matemáticas y ciencias, respectivamente. Asimismo, quienes mantienen un mayor sentido de pertenencia y gusto por aprender —factores asociados a una menor probabilidad de deserción escolar— alcanzan puntajes hasta 26 y 44 puntos respectivamente, sobre el promedio en matemáticas para 8° Básico. Entonces, ¿sorprenden realmente los malos resultados educativos?
Mientras el Gobierno se empeña en discutir respecto al FES (nuevo CAE) y asignar cada vez más recursos a la educación superior en desmedro de la educación primaria —en Chile, ya se destina un 75% más de recursos a la educación superior que a la educación preescolar y escolar—, la implementación de la Nueva Educación Pública, por medio de los SLEP, sigue dando pasos en falso, con graves problemas de infraestructura y el retraso en la apertura de nuevos entes. Como resultado, el aprendizaje en las aulas y, en consecuencia, los resultados educativos, continúan dejando mucho que desear.
Pareciera que aún con toda la evidencia presente, que demuestra que la inversión en etapas tempranas de la vida entrega mayores retornos y mejores resultados en el largo plazo, los intereses políticos siguen ignorando las prioridades educativas. Es vital que la “Nueva Educación” para Chile integre estas prioridades y se haga cargo, hoy, de incentivar la asistencia y mejorar el clima de convivencia escolar. De lo contrario, los malos resultados dejarán de sorprendernos y estaremos nuevamente frente a una década perdida.