Repatriación de capitales: el “perdonazo” de la reforma tributaria de Piñera y Larraín
Este jueves se ingresó el proyecto de reforma tributaria del Gobierno, iniciativa que considera una repatriación de capitales y bienes desde el extranjero. “De alguna forma, es una posibilidad de limpiar algo que se había hecho fraudulentamente”, dice el economista Ricardo Ffrench-Davis, Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales.
“Modernización tributaria” fue el título que escogió el Presidente Sebastián Piñera para la presentación, en cadena nacional, de la reforma tributaria que establece, en otras modificaciones, una integración del sistema e impuestos a plataformas digitales como Uber y Netflix.
Más allá de las críticas y aplausos que ha generado la iniciativa en el escenario político, una de las medidas del proyecto ingresado este jueves que provoca interrogantes es la repatriación de capitales, concepto que ya había sido utilizado en la Reforma Tributaria implementada por la ex Presidenta Michelle Bachelet.
Hoy, los objetivos del Ejecutivo son similares. A diferencia de lo ocurrido en 2015, donde el gravamen alcanzó el 8%, la propuesta del Gobierno considera una tasa de 10% para el reingreso de capitales que se encuentren fuera del país, con un plazo de un año para ello. Esto incluirá todo tipo de bienes: divisas, derechos, acciones o inmuebles.
El ministro de Hacienda, Felipe Larraín, afirmó que la repatriación de capitales “es 25% más alta que en el gobierno anterior”. Junto con explicar que “esta es una medida que ya se implementó, nosotros estamos volviendo al registro de capitales porque hay mucha gente que, o no pudo o no alcanzó, o tenía bienes que no podían registrar y ahora sí. Por ejemplo, era solo para activos financiero y ahora se podrán registrar propiedades”.
¿Qué es una repatriación de capitales?
En concreto, la repatriación de capitales es una herramienta que permite que “las platas ganadas fuera del país y que no han sido declaradas ni pagan impuestos, porque normalmente están en paraísos fiscales, ingresen al sistema chileno pagando un 10% de gravamen, según anunció el Gobierno. Es un incentivo para que eso ocurra”.
Así lo explica el economista y Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, Ricardo Ffrench-Davis, afirmando que la gran debilidad de esta propuesta es que “solo pagarán esos impuestos una vez, muy lejos del 27% que pagan las empresas por concepto de primera categoría”. “De alguna forma, es una posibilidad de limpiar algo que se había hecho fraudulentamente”, afirma.
“Entonces, alguien puede decir: gano plata tres o cuatro años fuera del país sin pagar impuestos de ningún tipo y espero a que se permita una repatriación de capitales con una tasa muy baja, como ya lo hizo Bachelet y ahora Piñera, y de esa manera me limpio. Es un absoluto ‘perdonazo’ que permite a una persona quedar limpio”, cuestiona el economista.
Cabe destacar que herramientas de este tipo benefician a menos del 1% de la población, el grupo de mayor acceso y con mayor PIB per capita. Los reingresos, en todo caso, pueden ser invertidos por el Estado también y, dependiendo cómo eso se haga, generar algún beneficio social.
La “repatriación” de Bachelet
En enero de 2016, el Servicio de Impuestos Internos (SII) informó que se recibieron 7.832 declaraciones de repatriación de capitales por parte de contribuyentes que se acogieron al sistema voluntario y extraordinario de declaración de bienes o rentas que se encuentren en el exterior.
El peak del proceso -afirmaron desde el SII- se registró el 30 de diciembre, con la recepción de 933 declaraciones juradas a través de la aplicación habilitada en internet para facilitar el procedimiento. Todo esto permitió recaudar US$1.502 millones.
La reforma tributaria de Bachelet establecía que solo podían acceder a este beneficio los contribuyentes establecidos en Chile con anterioridad al 1 de enero de 2014, con el objetivo de evitar que personas o entidades lleguen al país con la sola finalidad de acoger bienes o rentas en este régimen especial.