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23 de Octubre de 2015

Crítico de comidas de El Mercurio se ganó el odio tuitero tras destrozar a la Fuente Alemana

El comentario culinario de la revista Wikén de El Mercurio disparó por el exceso de palta y mayonesa en sus 'sánguches' y "el churrasco mantiene el sabor de suelas de zapato".

Por Redacción
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Una polémica gastronómica se instaló en redes sociales, luego que el crítico de comidas de revista Wikén de El Mercurio, Ruperto de Nola, tuviera la mala idea de reventar a la tradicional Fuente Alemana en su comentario, generando un rechazo generalizado en su contra.

De Nola visitó la sucursal que la clásica sanguchería de Plaza Italia tiene en avenida Pedro de Valdivia, a pasos de Nueva Providencia, y tuvo poco elogiosas palabras para sus productos.

De partida criticó el nombre del local de comidas, apuntando que es un “inexplicable nombre para una sanguchería. ¿Quizá algún ‘creativo’ imaginó antaño un surtidor de agua gasificada que congregaba al gaznaperío a ingerir sus condumios? Onírico. Como ‘la fuente de la juventud’ (eterna) y otras cosas igualmente improbables”.

Junto con ello, sostuvo que “de las fuentes de soda, la Fuente Alemana es el compendio y repositorio de virtudes y vicios de todas ellas”, quejándose que “los lomitos completos traen una cantidad tan grande de palta y nívea mayonesa (no industrial), que la carne casi desaparece bajo su presión. Pero, ‘igual llenan’, efecto no despreciable”.

“Los lomitos y demás sánguches han añadido más de ‘un codo a su estatura’: no los hay con menos de 8 o 10 centímetros de alto. Lo cual ha producido modificaciones en la bocaza del chilenito: se han relajado las coyunturas de las mandíbulas para abrirse todo lo necesario. Aunque, claro, el fruncimiento exige tenedor y cuchillo, que es ahora lo normal. Normal, pero contra natura. Y modificaciones también en el tracto digestivo. Porque quien hace 80 años se alimentaba de cazuelas, porotos con mazamorra y humitas, hoy ingiere una cantidad indescriptible de lípidos sobre lípidos”, detalla.

En tanto, “el churrasco mantiene el sabor, antiguo, tradicional, de carne frita en exceso, o sea, de delicadas láminas, saladitas, de suelas de zapato. Así eran las cosas antes; así siguen siendo. Viva”.

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