Rolando Rojo Redolés, el candidato alternativo para el Premio Nacional de Literatura: “Aún no me convierto en escritor”
Gran parte de su literatura está enfocada en retratar la desaparición de la vida de barrio y los personajes que lo circundan.
La vida de barrio, las calles, los obreros y las prostitutas son algunos de los temas que aborda en sus relatos Rolando Rojo Redolés, quien es uno de los candidatos para ganar este año el Premio Nacional de Literatura. El ex preso político y profesor de castellano que se ha dedicado a la formación a periodistas, es postulado por la Sociedad de Escritores de Chile (Sech) por su gran trayectoria literaria y por la contribución al patrimonio que ha realizado con sus textos.
Con 20 libros en el cuerpo, Rojo Redolés dice en entrevista con El Dínamo: “Aún no me convierto en escritor” y que “no hay nada más patético que hablar bien de la propia obra”.
-Eres profesor de Lenguaje, además formaste a decenas de periodistas chilenos. ¿Cómo y cuándo decides convertirte en escritor?
-Empecé a escribir en el campo de concentración de Chacabuco durante la dictadura. Continué escribiendo en el exilio en Buenos Aires, y seguí escribiendo cuando me reintegré en el año ochenta a la lucha del pueblo por derrocar a la dictadura. Aún no me convierto en escritor.
-Estás nominado a recibir el Premio Nacional de Literatura, distinción que será otorgada a quien haya “consagrado su vida al ejercicio de las letras y a quien haya recibido la consagración por el juicio público”. ¿Cómo te sientes al respecto?
-La primera parte, me parece que la cumplo. Estoy consagrado al ejercicio de las letras con mis clases de literatura, los talleres que he dirigido, las presentaciones de libros que he hecho, los comentarios a libros que he escrito y con mis diez novelas y diez libros de cuentos. La segunda parte, eso de la consagración del público, no puedo asegurarlo. No hay nada más patético que hablar bien de la propia obra.
-Has sido premiado decenas de veces, gracias a la calidad de tus textos, por distintas entidades, obteniendo menciones honrosas, primeros y segundos lugares. Sin embargo, las editoriales más reconocidas se han resistido a tu pluma. ¿Qué opinas de esta medida?
-He sido rechazado por las grandes editoriales. Al parecer, los gerentes o editores de esos grandes consorcios están más preocupados por vender que por el valor literario de una obra. No les agradan mis textos. Puede haber también alguna razón ideológica, por que mis textos denuncian. Siempre denuncian.
-Estuviste junto a Víctor Jara en 1973 en tu detención política. ¿Qué recuerdas de esa experiencia?
-Estuve en el Estadio Chile donde estaba Víctor. Lo vi muy golpeado en la cancha de básketbol. Había llegado con la gente de la Universidad Técnica. Jóvenes de la Jota o la Universidad trataban de no hacerlo notar, que pasara inadvertido para los verdugos. Todo fue en vano. Cuando nos sacaron de ese recinto para llevarnos al Estadio Nacional, a Víctor lo separaron junto a otros compañeros. Creo que junto a Litre Quiroga, ex director de Gendarmería, y que corrió la misma desgracia que Víctor.
-Estuviste detenido en la ex oficina Salitrera de Chacabuco, ubicada en la II Región de Antofagasta y que tras el Golpe del 11 de Septiembre del 73, las Fuerzas Armadas utilizaron como lugar de detención y campo de prisioneros políticos hasta 1974. ¿Cómo recuerdas este episodio de tu vida? ¿Cómo contribuyó este lugar a tu capacidad creativa?
-Estuve varios meses en esa oficina salitrera abandonada. Tuvimos que organizar la vida para resistir en esas condiciones. Nombramos un Consejo de Ancianos que nos representaba ante los milicos. Organizamos una pulpería para abastecernos de comida y cigarrillos. Se desató una gran creatividad. Surgieron grupos teatrales, cantantes, poetas, tejedores, pintores, talladores, panaderos, joyeros. Los periodistas presos mantenían un diario mural con noticias y creaciones de los detenidos. Ahí apareció, mi primer poema que se llamaba “No hay olvido”.
-Eres primo de Mauricio Redolés, el conocido cantante y poeta popular. ¿Sientes que tienes algún punto de encuentro con la obra de tu primo? ¿Por qué?
-Mauricio es un verdadero artista, un gran poeta, un músico con gran acogida por la gente. Es inmensamente superior a mí. Y eso me alegra.
-Tus compañeros de la Sech han decidido nominarte como el candidato “alternativo” para ganar el Premio Nacional de Literatura. ¿Cómo recibes este gesto?
-Con gran humildad y gratitud. También debo agradecer a mis amigos escritores de Ovalle, de Copiapó, de Concepción, a las editoriales chicas que han publicado todos mis libros, a la alcaldesa de Puchuncaví donde he leído mis cuentos, a mis alumnos de la Universidad ARCIS, a Maurico Redolés y al apoyo de mis hermanas. A todos, gracias, muchas gracias.
-Has sido un fiel defensor del avasallamiento inmobiliario en Barrio Yungay. Historias como las que aparecen en los cuentos del libro “Putísimas” están impregnadas de los colores y olores de esos lugares de Santiago. ¿Cuál es tu relación personal con ese barrio?
-Mi barrio ha sido fuente de inspiración de muchos de mis cuentos y novelas. He destacado sus cines, sus clubes deportivos, sus fuentes de soda, sus bares, sus prostíbulos, sus personajes, sus negocios de barrio, sus vecinos, mis amigos. Es decir, todo un mundo que desapareció y que pretendo hacerlo revivir aunque sea en un relato de ficción. De ahí viene mis “Cuentos de barrios”, “Putísimas”, “El mundo no cambia en una tarde de sábado”, “Susy” y “Otros rostros en las ventanas de San Pablo”.
-Tus obras han sido consideradas como una memoria cruda del Santiago Patrimonial. ¿Cómo te vinculas con la ciudad en el día a día?
-Con un gran cariño y una gran nostalgia.
-En tu cuento “El Sur Bus de las Cinco Treinta” se reconocen personajes autóctonos de nuestra idiosincrasia, ¿qué te llama la atención de esos personajes para escoger representarlos en tus historias?
-Pretendí hacer una metáfora del Chile que vivíamos. En esa época hacía clases en el Liceo de Niñas de Rancagua y viajaba todos los días a esa ciudad. También fue el resumen de esos dos años de viajes diarios. El cuento está basado en una experiencia real que viví en uno de esos viajes.
-¿Qué consejo le darías a los escritores jóvenes, o a quienes están recién empezando en el mundo de los textos y la creación de nuevos libros?
-Es difícil dar consejos, sobre todo en un asunto tan personal, tan íntimo, como es la creación. Sólo puedo decir lo que dicen todos: leer, leer, leer mucho, leer como lo haría un escritor: fijándose más en la forma que en el fondo.