Quillay y alpacas: las claves chilenas en la lucha contra el coronavirus
Científicos están analizando las propiedades de la planta para tratar el COVID-19, mientras que el camélido está siendo indagado por sus anticuerpos.
El mundo está en una carrera contra el tiempo para alcanzar una vacuna o la cura definitiva al coronavirus, en una lucha que también tiene protagonistas chilenos como el quillay y las alpacas.
Es que tanto la planta originaria de nuestro país como el camélido que está presente en la zona norte están siendo analizado por científicos nacionales y extranjeros, quienes apuntan a su utilidad para lograr una mejoría en el estado de salud de las personas contagiadas con COVID-19.
Si bien todos los estudios están en etapas absolutamente experimentales, hay entusiasmo entre la utilidad de estos seres vivos dentro de este duro combate.
La planta nacional
El quillay (Quillaja saponaria Molina) es un árbol endémico de Chile. Está presente en la zona central y desde tiempos ancestrales es usado como un detergente para el lavado del cabello. También es usado para espantar polillas.
Novavax, una compañía sueca que está trabajando en una vacuna contra el SARS-CoV-2 con la colaboración de la Coalición para la Preparación e Innovación ante Epidemias (CEPI), organización perteneciente al empresario estadounidense Bill Gates, consideró al quillay dentro de las opciones para su composición.
La planta produce saponinas, sustancias parecidas al jabón que fabrican espuma en contacto con el agua, las que son calificadas como potenciadoras para la inoculación. De hecho son usadas en un compuesto llamado Matrix-M.
Ricardo San Martín, un profesor chileno Universidad de California en Berkeley, afirmó que desde hace décadas se está investigando el potencial de la corteza del quillay como un compuesto efectivo para las vacunas para diversas enfermedades, por lo que podría ser útil para el coronavirus.
“Partí trabajando con este grupo escandinavo que venía investigando en vacunas. Hasta entonces, las saponinas se utilizaban como adyuvantes en vacunas pero solo en animales, para prevenir la fiebre aftosa. No estaban autorizadas para utilizarlas en humanos porque producían irritaciones. Eran un poco tóxicas. En 1991, una investigadora Charlotte Kensil, logró separar las tóxicas de las que no lo eran”, explicó en declaraciones a La Tercera.
La vacuna de Novavax, bautizada como NVX-CoV2373, recibió 388 millones de dólares de parte del fundador de Microsoft. Aún no ha pasado por sus ensayos clínicos, por lo que su eficacia aún es una interrogante.
La ayuda de las alpacas
Las alpacas (Vicugna pacos) son una especie de camélido presente en Perú, Bolivia y en las zonas norte de Argentina y Chile. Su domesticación data desde hace miles de años y tiene parentesco con otras especies como las llamas, guanacos y vicuñas.
Aparecieron vinculadas al coronavirus gracias al trabajo de un equipo de investigadores de la Universidad Austral de Chile (UACH), el que es liderado por el académico Alejandro Rojas. Los científicos se dedicaron de lleno al aislamiento de los anticuerpos del animal, los que permitirían crear un inhalador para atacar el COVID-19 a nivel pulmonar.
La clave de la alpaca y de otros camélidos sudamericanos es que sus anticuerpos son más simples y carecen de un fragmento que es común en otras especies. Con esto se pueden observar las reacciones y generaciones de anticuerpos ante la presencia del virus.
“Le sacamos una muestra de sangre, y a partir de esa muestra aislamos los anticuerpos de la alpaca, que son anticuerpos pequeñitos, estables, específicos, y que son capaces de ser producidos de forma ilimitada, porque una vez que nosotros identificamos en esa muestra de sangre un anticuerpo, lo podemos colocar a crecer en un reactor de levadura, es decir, podemos crecer de forma ilimitada el anticuerpo para poder aplicarlo en el diagnóstico o para terapia”, señaló Rojas al Diario Austral de Los Ríos.
El experto explicó que “nuestro objetivo final, es un anticuerpo chiquitito de alpaca que sea capaz de neutralizar del virus en el pulmón. Lo que nosotros queremos hacer es un inhalador, para ser utilizado en personas que han estado expuesto o que tiene síntomas iniciales de la enfermedad, para poder evitar que las personas desencadenen el desarrollo de la enfermedad más agudo”.
Las pruebas están en fase experimental y sus encargados están en la búsqueda de apoyo económico para seguir avanzando en su labor.