Las lecciones no aprendidas que llevaron a España a encabezar las cifras de contagios en Europa
La falta de coordinación entre las autoridades locales y nacionales, además de los problemas a la hora de salir al confinamiento, tienen al país con más de 700 mil casos totales a pocos meses del inicio del invierno.
España es uno de los países más afectados del mundo con la segunda ola de la pandemia del coronavirus, alcanzando 716 mil contagios totales y 31 mil fallecidos, transformándose en la nación con más casos de toda Europa.
Tras su salida del estado de alarma el 21 de junio pasado, los ibéricos avanzaron hacia un proceso de desconfinamiento lleno de temores y dudas, el que tuvo sus primeras dificultades con los rebrotes registrados en julio en Cataluña, Aragón y Galicia.
Hasta agosto, el incremento de pacientes infectados estaba asociado a comunidades autónomas y zonas puntuales, con muchos casos asintomáticos que no atocharon al sistema sanitario. Pero el rebrote en Madrid hizo que los números de contagiados con COVID-19 superara las cifras de marzo y abril, cuando el país sumaba casi mil muertos diarios.
Al parecer, ni las autoridades ni los ciudadanos españoles aprendieron las lecciones que dejó la primera ola de la enfermedad viral, por lo que ahora deberán tomar otras alternativas para terminar de raíz con una crisis que en algún momento se creyó resuelta.
Problemas en el desconfinamiento
La revista científica The Lancet publicó durante la semana un artículo en donde evaluó las acciones tomadas por diversos países en su proceso de desescalada. En el caso de España, se puntualizaron las buenas y malas acciones a la hora de frenar los contagios.
Dentro de los aspectos positivos estaba el uso estricto de la mascarilla, el que durante el desconfinamiento fue fundamental para evitar que el SARS-CoV-2 entrara a lugares sensible y afectara a personas de riesgo. También se destacó que se implantara un sistema de Ingreso Mínimo Vital, el que permitió que las personas mantuvieran sus confinamientos con un respaldo económico y social.
Pero la publicación también destacó los aspectos negativos. “Los países deben tener en marcha un sistema eficaz de detección, testeo, rastreo, aislamiento y apoyo antes de que comiencen a levantar sus restricciones. A España y a Reino Unido les ha costado cumplir con esto”, señaló el informe.
En el caso español, la estrategia de diagnóstico, trazabilidad y aislamiento de los pacientes positivo ha enfrentado diversas dificultades, especialmente por la precariedad de su sistema de salud primaria.
Un artículo del diario El Confidencial relató las complicaciones que viven los rastreadores de las comunidades de Madrid, Castilla-La Mancha, Cataluña, País Vasco y Galicia, quienes están al borde del colapso total ante la falta de recursos y personal.
“Los médicos de familia llegan dos horas antes de su jornada laboral y se van dos horas más tarde, los enfermeros doblan turnos, de ocho de la mañana a nueve de la noche, para practicar pruebas PCR y llamar a toda la población afectada, los administrativos hacen 10 veces más llamadas al día sin apenas refuerzos. El trabajo es agotador y ni así dan abasto”, señaló la nota.
La capacidad de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) y los contagios entre el personal sanitario es otro de los puntos débiles de España, los que aún no ha podido resolver en su totalidad.
A todos estos factores se agregó el comportamiento de la propia población. La llegada del verano junto con la autorización de los viajes locales y a ciertos puntos del exterior hizo que la movilidad creciera constantemente. Fiestas, matrimonios, reuniones familiares y hasta protestas se transformaron en focos infecciosos.
Falta de coordinación entre las autoridades
Otro factor que influyó en el alza de contagios por coronavirus en España fueron las complicaciones entre las autoridades a la hora de tomar decisiones.
El fin del estado de alarma implicó que el gobierno nacional, encabezado por el socialista Pedro Sánchez, perdiera influencia a la hora de tomar determinaciones sanitarias, dejando todo en manos de los presidentes de las comunidades autónomas.
Las diferencias a la hora de abordar la pandemia se hicieron evidentes, especialmente en la Comunidad de Madrid, dirigida por Isabel Díaz Ayuso -militante del opositor Partido Popular-, quien rechazó la posibilidad de decretar un cierre total de su región para frenar la circulación del virus.
El 18 de septiembre, la presidenta decretó una restricción de movilidad para 37 áreas regionales, lo que afectó al 13% de la población madrileña. “Hay que evitar a toda costa el estado de alarma. Y, sobre todo, el confinamiento, porque el confinamiento y el estado de alarma son el desastre económico”, expresó.
La visión de Díaz Ayuso fue rechazada por el ministro de Salud, Salvador Illa, quien derechamente pidió cerrar toda Madrid para detener la circulación del virus.
Esta descoordinación entre las autoridades no ocurre en Italia, el país europeo más afectado con la primera ola de la pandemia. La península itálica, que sufrió la muerte de más de 35 mil personas, extendió su estado de emergencia hasta el 15 de octubre. Aquello permitió que el gobierno central conservara el control de varias acciones, endureciendo los controles, los testeos a viajeros y quedando por sobre las autoridades locales a la hora de definir los confinamientos.
Actualmente, los italianos tienen 306 mil casos, sumando cerca de 2 mil diarios. La cifra está muy lejos a la de los españoles, que el viernes pasado registraron 14 mil infecciones confirmadas en un día, el número más alto de toda la pandemia.
Publicaciones como Foreign Policy señalaron que tanto las autoridades como la ciudadanía de Italia aprendieron de las impactantes imágenes que dejó el colapso de los hospitales y morgues, por lo que endurecieron su disciplina y estrategia de testeo. “Ahora alcanzaron un índice de mortalidad comparable al de alemanes y finlandeses”, señaló la publicación.
El temor ante el invierno
El incremento de los contagios en España también apareció en medio de la despedida del verano y la llegada de días más fríos, donde las enfermedades respiratorias circulan con mayor facilidad.
Para el invierno las cosas podrían empeorar, principalmente por el retorno de los niños y adolescentes a la escuela y el aumento de la mortalidad entre los ancianos, el que podría incidir con las infecciones por COVID-19.
“No queremos hacer predicciones innecesarias, pero es definitivamente una de las opciones que en un momento dado habrá más hospitalizaciones y mortalidad”, señaló el director regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de Europa, Hans Kluge.
De todas maneras, algunos estudios han planteado sus dudas sobre la estacionalidad del SARS-CoV-2, por lo que una buena preparación de los países como España podría evitar un desastre de proporciones como el que se vio a inicios de 2019.