Es hora de replantear este proyecto de ley. Necesitamos medidas concretas que devuelvan la autoridad a los docentes, involucren de manera efectiva a los padres y establezcan normas claras para restaurar el orden en las aulas.
Urge transformar la capacitación docente. Al igual que un médico se forma en el quirófano, los profesores deberían perfeccionarse en el aula, trabajando directamente con estudiantes. Sin embargo, en un acto paradójico, Chile restringió hace algunos años el perfeccionamiento al mes de enero, desvinculándolo de las dinámicas reales de la enseñanza.
Nadie puede negar el fin noble perseguido con la promoción de nuevas prácticas en la sala de clases, pero los problemas de violencia escolar, las denuncias por convivencia, las cifras de deserción e inasistencia, los continuos malos resultados académicos en pruebas nacionales e internacionales estandarizadas, los profesores colapsados, el déficit de docentes proyectados a futuro, la salud mental de los alumnos en el suelo, deben obligarnos a pensar si esta era realmente la educación del siglo XXI que queríamos.
Se estima que hay unas 700 mil personas cuidadoras no remuneradas. Lo que piden son ayudas concretas: acceder a medicamentos, terapias, ayudas económicas para hacer frente a la situación de no poder trabajar, visitas al domicilio, menores tiempos de atención, evitar tener que trasladarse en búsqueda de medicamentos, etc.
El Estado constata un problema –la violencia escolar– y para solucionarlo impone a los establecimientos educativos una serie de reglas, protocolos y sanciones. El hecho de que estas soluciones no sirvan para enfrentar la problemática es obvio, pero forma parte de otra discusión.
El enfoque de derechos es una perspectiva promovida internacionalmente por ciertos organismos para abordar determinadas problemáticas sociales, que se consolida en nuestro país en la década de los 2000.
Nos guste o no, la autoridad es el resorte de la educación. La educación no son sólo aprendizajes y conocimientos que debemos memorizar, sino un testimonio del mundo en el que vivimos donde quien entrega el testimonio es tan vital como aquello que se entrega. De ahí que el derecho a la educación no es sólo entrar y permanecer en un establecimiento, sino tener realmente la posibilidad de aprender, y en ese proceso, el profesor es la clave.
En vistas de que estamos teniendo serios problemas de convivencia escolar, y que tal como señaló la última encuesta CEP, la primera prioridad en relación con la educación es controlar la violencia escolar, urge que el Ejecutivo reflexione sobre los supuestos de autoridad en los que construyó su diagnóstico sobre la convivencia educativa, porque aprobar un proyecto contra la violencia en los colegios que no permite avanzar en legitimar correctamente la autoridad del profesorado, sería un gran fracaso.