La historia del doble puntaje nacional que dejó el colegio: “No le den demasiada importancia a las notas”
André Cuche desafió al sistema y relató a El Dínamo su experiencia luego de lograr el máximo puntaje en la PSU.
Andrés Cuche es un ejemplo real de que no siempre quien toma una decisión distinta al resto queda fuera del sistema. Cuando era escolar, decidió salirse del colegio, trabajar, hacer un voluntariado en campamentos y estudiar por cuenta propia. El resultado: doble puntaje nacional.
Hoy tiene su propio emprendimiento enfocado a los derechos digitales y, desde China, contó a El Dínamo cómo fue su experiencia siendo un díscolo del sistema educativo.
– ¿Cómo fue tu vida académica previo a dar la PSU? ¿Influyó en algo haber dejado las aulas?
– Normal, solo estuve un semestre sin colegio. No creo que haya influido en nada haberme retirado de las aulas, si me salí fue porque precisamente sentía que el colegio ya no me estaba aportando nada. El último semestre me cambié a un colegio subvencionado que supuestamente era de los mejores y de una comuna con muchos recursos como Las Condes, el Alexander Fleming. Pese a todo esto, la calidad de los profesores, los objetivos del colegio y la idiosincrasia que se dirigía a los alumnos a nivel institucional… en mi anterior colegio el discurso era “todos ustedes pueden sacar 700 puntos”, en el Fleming era “600 puntos” y eso hacía que la educación que se recibía fuera de menor calidad que en mi anterior colegio, un privado sin ningún renombre, connotación ni figuración en ránkings. La brecha económico-educativa es real, lo que no es ninguna sorpresa, solo tuve acceso a la comprobación fáctica. Es decir, si así es uno de los supuestos “buenos” colegios subvencionados, ¿que quedará para los municipales?
– ¿Cómo te fue en la universidad?
– Fui un estudiante promedio, de 5. Esto es una prueba más de que un buen puntaje PSU no significa ser más capaz, más inteligente, tener más aptitudes ni nada. Este sistema ultra competitivo que te ordena todo el tiempo desde el mejor hasta al peor me dijo a mí que yo era el primero, dado mi ranking de ingreso, y sin embargo muchísimos compañeros rindieron mejor en la universidad en términos académicos. Un puntaje PSU solo significa que sacaste ese puntaje en la PSU, nada más.
– ¿Cómo te sentiste? ¿tuviste dificultad en comparación a otros compañeros?
– Creo que para cualquiera es una experiencia interesante entrar con 18 años a la universidad y tener una nueva visión y contacto con una diversidad antes desconocida, pues en el colegio (al menos en el privado, pero pienso que quizá pase lo mismo en los públicos no emblemáticos) tus compañeros vienen todos de similar panorama, contexto socio económico, e incluso de los mismos barrios y comunas, en cambio en la universidad esta homogeneidad social y geográfica se rompe completamente. Eso resulta muy enriquecedor y formativo para uno como persona. Se cambia en la universidad.
– ¿Pagaste por tus estudios universitarios?
– De manera egoísta, agradezco al sistema que me haya permitido estudiar gratis, por la beca que me dio, pero la verdad resulta increíble que algo tan elemental para el ser humano como recibir educación esté supeditado a su capacidad para pagar por ella. Ni hablar de la salud.
– Fue difícil tu decisión, entendiendo cómo se configura el sistema educacional chileno en todos sus niveles…
– Sobre el sistema mismo, me parece que la exacerbada competencia que promueve no es sana ni lleva a una sociedad feliz. Ya desde los 7 años te comienzan a calificar desde el 1 al 7, desde el mejor hasta el peor. ¿Cómo esperan que se desarrolle un niño que desde su más tierna infancia le están diciendo, a través de sus malas notas, que es un tonto, que pertenece a los peores? Además, los criterios utilizados son muy dudosos, pues se infla el valor de ciertos tipos de inteligencia, como son la lingüística y la matemática, en desmedro de otras habilidades como la artística, musical, espacial, que muchas veces producen las cosas más lindas de la vida.
– ¿Cómo ves el estado de la educación actualmente en Chile?
– En cuanto a la calidad, es evidente que existe una relación de proporcionalidad directa entre dinero gastado vs calidad de la educación recibida, lo que es totalmente indignante. Así, la promesa neoliberal de la movilidad social relacionada al estudio se confirma falsa, pues quien tiene dinero recibirá una buena educación y tendrá muchas más herramientas para ser considerado por el mundo laboral, que quien carece de él. Nada que no sepamos ya, por cierto, pero no puede dejar de indignarnos.
– ¿Y sobre la gratuidad en particular, entendiendo el debate de los candidatos presidenciales?
– Sobre el acceso, me parece claro que la gratuidad es el camino. Hay muchos sectores en que una economía de mercado puede ser una buena y eficiente solución, pero no podemos permitir que las necesidades más fundamentales del ser humano, como son el acceso a una buena educación, una adecuada atención en salud y a una vejez tranquila, por nombrar algunas, se entreguen a la ley de la selva de la oferta y la demanda. Como sociedad tenemos que buscar el camino para satisfacer estas necesidades para todas las personas, lo que seguramente implicaría reducir la enorme brecha social existente. El problema es que los miembros de la parte más alta de esta brecha, que no tienen intención de dejar de estar ahí ni de ceder nada de lo que sienten que “han ganado”, son aquellos que tienen el poder económico, los medios de comunicación, e incluso los escaños políticos, por lo que solo uniéndonos como sociedad podemos derrotar a este formidable contrincante que nos intenta lavar el cerebro.
– ¿Qué consejo le darías a los estudiantes que están preparando la PSU o que estén en el primer año de la universidad?
– Que se relajen, que estudien pero sin descuidar su vida personal y su felicidad. Que no le den demasiada importancia a las notas, muy probablemente no servirán de nada. Que conversen con sus compañeros, que intercambien opiniones, que se informen, que discutan, que tengan claro lo que piensan y se enteren de lo que están pensando los demás. Que sepan lo que quieran cambiar, y hagan lo que puedan y quieran para lograrlo, y sobre todo, que se crean capaces de hacerlo trabajando juntos.
– ¿De qué trata tu emprendimiento?
– Trabajo en el área de los nombres de dominio .CL, defendiendo a personas que registran sus dominios contra las revocaciones de las grandes empresas. Quizá es un poco complejo o técnico de explicar, pero pondré un ejemplo. Supongamos que tú registras el dominio gatonaranjo.cl, porque quieres montar una agencia de publicidad con ese nombre. Pero ocurre que viene una viña, que tiene los vinos con un nombre parecido y te quiere quitar el dominio porque “contiene su marca registrada”. El caso se va ante un juez, y si tú no presentas defensa, lo más probable es que pierdas. Este es un caso real, y aunque parezca increíble, existen muchísimos casos como este, que no responden a nada más que un abuso de poder de la gran empresa hacia el pequeño particular, con la complicidad de jueces que no están sujetos a ninguna supervisión ni control. Afortunadamente, el criterio de los jueces ha ido cambiando de a poco, pero aún quedan varios que sentencian siempre a favor de la gran empresa, desatendiendo cualquier tipo de argumento.