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Actualizado el 1 de Noviembre de 2017

Radiografía a los escolares inmigrantes en Chile

Tan sólo en un año, se duplicó la cantidad de migrantes en el sistema escolar chileno. El mayor crecimiento lo tuvieron los venezolanos y haitianos.

Por María Gabriela Salinas
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El sábado 14 de octubre fueron entregadas las visas provisorias que la Presidenta Michelle Bachelet comprometió tras la firma del decreto que permitiría a 31.762 niños inmigrantes que se encontraban en una situación irregular.

Se trata de estudiantes matriculados en establecimientos de Educación reconocidos por el Estado que cuentan con un Identificador Provisorio escolar (IPE), un número único que entrega el Mineduc a los niños extranjeros que no cuentan con RUN y desean incorporarse a sistema educativo. La preocupación de las autoridades radica que en Chile se estima que más del 40% de los niños migrantes se encuentra en situación irregular.

De acuerdo a datos abiertos del Ministerio de Educación, en 2016 había 61.085 escolares migrantes en el país (considerando nivel inicial, básico, medio y regularización de estudios para adultos). La cifra se duplicó en un año considerando que en 2015, los escolares extranjeros contabilizaban 30.625 personas.

Las comunidades que más han presentado aumento en un año son las de Venezuela -con 164% de crecimiento- la haitiana (101%) y la dominicana (99%). En números netos, los alumnos peruanos, bolivianos y colombianos son los que más han ingresado al sistema educacional, con 936, 924 y 868 nuevos ingresos, respectivamente.

“La estabilidad socioeconómica explica porque Chile específicamente se ha convertido a uno de los países con mayor  atracción para la presencia de inmigrantes. Además, es importante entender que la migración que llega a Chile es de naturaleza laboral, por ejemplo, el promedio de edad de las personas que han recibido la permanencia definitiva en los años 2005-2015 es de 31.4 años. Esto tiene un impacto al sistema educativo debido a que los indices de natalidad en Chile están a la baja constantemente, lo cual pudiese ser revertido por la población de inmigrantes que tiene un promedio de edad tan bajo, de esa manera también aumentando la diversidad cultural en el sistema educativo”, indica Eevamaija Vuollo, investigadora finlandesa de Educación 2020.

“Lo que explica este aumento tienen relación con las situaciones políticas, económicas y sociales de los países de origen y los flujos migratorios de América Latina. La población haitiana tenía como destino a Brasil, pero ahora giró hacia Chile, por ejemplo. Cuando empiezan a llegar personas de distintas nacionalidades, se corre la voz y es muy probable que lleguen connacionales”, agrega María Josefina Palma, coordinadora nacional del área de Educación e Interculturalidad del Servicio Jesuita a Migrantes (SJM). Sin embargo, aclara que este aumento no es explosivo. “A nivel educacional ha habido un proceso de registro paulatino, y no necesariamente el adecuado. No es tan sencillo hablar de cifras en materia de migración”, indica.

Ambas expertas concuerdan que la matrícula de los estudiantes extranjeros sigue siendo baja. “La matrícula de estudiantes extranjeros es de 1,7%. Este número es consistente con la población extranjera que hay en Chile, de 2,7%”, dice Palma.

Eevamaija Vuollo complementa la idea: “El porcentaje total de la matrícula sigue siendo abajo de 2% de la matrícula total que en un nivel mundial es bastante bajo, sin embargo, el problema es la distribución de estos estudiantes que no se ha producido de una manera organizada y balanceada, resultando en ‘guetos’ en algunas escuelas públicas donde por sus condiciones geográficas y culturales los porcentajes pueden ser superiores al incluso la 50% de la matrícula”.

Respecto a la integración, la coordinadora del SJM indica que “este concepto habla de un fenómeno unidireccional. Es como pensar que los alumnos extranjeros deben integrarse a un sistema cerrado, que en este caso es el chileno. Un concepto interesante es el de inclusión, el que implica la presencia, participación y aprendizaje de los niños.  sin embargo, no existe inclusión. En la escuela no se han desarrollado sistema evaluativos claros, hay desconocimiento en cuanto a la obligación de realizar procesos de convalidación de estudios, como los apoyos que los estudiantes tienen para desarrollar”.

Similar visión tienen en E2020. “Una de las debilidades de los programas de acogida a los alumnos extranjeros en escuelas chilenas es la ausencia de lineamientos educativos que orienten el trabajo de gestionar su incorporación. Las personas trabajando en escuelas con un alto porcentaje de estudiantes extranjeros me han comentado varias veces que están haciendo lo que pueden, pero los recursos y las herramientas que tienen para lograr una verdadera inclusión en las escuelas no son suficientes”, explica Voullo.

Un tema urgente es por ejemplo que Chile no tiene nada preparado para la enseñanza de español como segunda lengua para las personas que no hablan español, y creo que no se puede hablar de inclusión si los estudiantes no tienen el apoyo necesario para poder participar en su comunidad educativa ya en un nivel lingüístico. Otro problema se visibiliza en las bajas expectativas de los docentes a los estudiantes de origen inmigrante quienes son muchas veces identificados como ‘grupos de desventaja o vulnerables’, por lo tanto, las estrategias que se plantean son compensatorias de calidad inferior o de exigencias mínimas respecto a los objetivos de aprendizaje comunes”, agrega.

Otro problema es la relación con sus pares: “Estudios han mostrado que los estudiantes de origen inmigrante son por acciones y omisiones sujetos de diversas actitudes discriminatorias por parte de sus pares y docentes en el sistema educativo chileno, por lo tanto, es importante combatir estas actitudes para construir escuelas y una sociedad más inclusiva”, indica la investigadora. Palma agrega que la inclusión “hay que verla desde la inculturalidad, que nos permitan ver la desigualdad, el racismo y la segregación que viven niños adolescentes, sean chilenos o extranjeros“.

Para Vuollo, es urgente crear sistemas de acogida efectivos y formar los docentes para el trabajo en diversidad cultural para garantizar no solo el acceso, sino que también la participación y el aprendizaje de los estudiantes de origen inmigrante en el ámbito escolar. Desde el SJM recuerdan además en un primer momento, las personas migran sola, dejando atrás a su familia, amigos y red de apoyo. “Si el proyecto de vida en el país de destino las oportunidades son mejores a los del país de origen, se inician procesos de ramificación familiar, traer a los hijos. Y estos niños tienen derechos humanos, como el derecho de la educación”, concluye Palma, reconociendo que, pese a los avances “estamos frente a un gran desafío por delante”

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