Stephen Anderson, académico de la U. de Toronto: “El futuro de los países en democracia y calidad de vida depende de una buena educación pública”
De paso por el país, el destacado experto que forma parte de LIDERES EDUCATIVOS, entrega su perspectiva en medio del proceso de desmunicipalización con la puesta en marcha de los dos primeros Servicios Locales de Educación Pública (SLEP).
Por casi una década, Stephen Anderson ha estado muy interiorizado en los devenires de la educación chilena, a través de diversas investigaciones colaborativas. Hoy por hoy, el académico del Ontario Institute for Studies in Education, de la Universidad de Toronto (Canadá), trabaja estrechamente con los profesionales de LIDERES EDUCATIVOS, Centro de Liderazgo para la Mejora Escolar. La entidad funciona a través de un consorcio encabezado por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, donde el plantel canadiense también participa junto a las universidades de Chile y Concepción, y la Fundación Chile.
Es por eso que, en el marco de una breve visita al país, este Doctor en Educación ha aprovechado de observar más en detalle lo que está ocurriendo con la puesta en marcha de los dos primeros Servicios Locales de Educación (SLEP), Barrancas y Puerto Cordillera, que dan la partida a un nuevo sistema de educación pública en el país.
“Esto está recién comenzando, así que no podría aventurar una opinión aún”, se excusa. “Pero he aprendido mucho más sobre los desafíos que vienen, como por ejemplo, el hecho que antes de los SLEP, las corporaciones municipales aglutinaban varios servicios sociales, como educación y salud. Ahora todo será diferente: no solo se reunirán en un servicio cuatro o cinco comunas, exclusivamente para ver lo referente a educación, a través de equipos que nunca antes han trabajado juntos, sino que además, tendrán que coordinarse con las corporaciones municipales. Y estas a su vez tendrán que descubrir también cómo trabajar con este nuevo aparato administrativo y deberán demostrar que pueden entregar su atención no solo a los SLEP, sino también a las escuelas que no están participando en ellos. Es muy complejo, nadie sabe cómo va a resultar”.
¿Hacia dónde va la educación pública en el mundo?
– “En realidad, son pocos los países donde la educación pública goza de buena salud. La tendencia en el mundo es más bien privatizar, en lugar de fortalecerla. No podría esgrimir los motivos de cada sitio, pero por una parte la educación pública ha fracasado en muchos lugares, y la privatización subvencionada con fondos públicos –como existe en Chile–, les parece a los políticos una buena alternativa a la educación pública. En ese sentido, muchos países no están invirtiendo a largo plazo en ella. Lo que veo en Chile es más bien el proceso contrario, de reactivar y fortalecer la educación pública como alternativa, lo cual me parece muy interesante. Creo que es imposible desbaratar la educación privada, pero lo mejor que podría ocurrir es que se fortalezca la pública, para que coexistan de una forma en que esta última sea una alternativa realista para la gente. No una segunda opción”.
Anderson cree que a través de esta reforma, existe una posibilidad muy desafiante de “reestructurar y limitar un poco las ventajas que había ganado el sistema privado, en lo referente a libre selección y lucro –considerando que al mismo tiempo se reciben subvenciones–. Pero para eso, hay que tener un fuerte sistema de apoyo a las escuelas”, sentencia, ejemplificando con el sólido nivel intermedio existente en la provincia de Ontario, a la cual pertenece. “La OCDE lo ha dicho: si ese nivel tiene capacidad para apoyar, y no solo administrar o supervisar a las escuelas, esto funciona. No va a ser fácil. Podría haberse hecho de una sola vez, adaptando y mejorando lo establecido, pero este es un proceso político y debe ser gradual, lo cual lo hará incluso más difícil, considerando que en estos diez años habrá muchos cambios políticos también”.
Lo más preponderante entonces en este proceso será el aspecto político.
– “Y la transición. Siempre van a existir los dos sistemas en paralelo y el incentivo para que los nuevos SLEP puedan trabajar va a depender mucho de los comentarios y discursos que emanen de la experiencia de los dos primeros que están entrando en funcionamiento, Barrancas y Puerto Cordillera. Estoy convencido de que eso va a definir el futuro de la reforma. Hay que verlo como una oportunidad para definir cómo se puede llevar a cabo el proceso de una forma tal que no se reproduzca automáticamente lo que se está haciendo, y efectivamente haya un mejoramiento de lo que ya existe. En ese sentido, agentes externos como LIDERES EDUCATIVOS tienen un rol muy preponderante a jugar, para ayudarles a pensar no solamente en cómo replicar lo que ya saben, sino también cómo enfrentar los nuevos desafíos nunca antes experimentados sin evitarlos, sino encarándolos de forma positiva”.
¿Por qué es tan importante fortalecer la educación pública de un país?
– “Yo creo en lo que llamamos common good, el bienestar común. El futuro de los países en cuanto a democracia, productividad y calidad de vida para todos –no solo para quienes controlan los recursos–, depende de tener una buena educación pública. La educación no solo sirve para aprender a leer, escribir y contar, sino también para construir ciudadanía. La educación pública reúne a una diversidad de estudiantes, que está creciendo en todas partes gracias a las olas de inmigración que están ocurriendo en el planeta. A mi modo de ver, no deberíamos tratar de fortalecer un sistema que segregue, sino que incluya.
Por otro lado, un país con un buen sistema público no niega los resultados de los alumnos menos aventajados. Hay un fuerte compromiso con la educación de todos. Si hay un tercio o cuarto del total que están desertando antes de terminar la escuela, no podemos hallar una solución única, pero sí ir tras aquella que mejor se adapte a su contexto y características. Pero eso, invertir dinero público en ellos, es una decisión política”.
Usted plantea que cuando los países realizan reformas sistémicas de este tipo, es muy necesario no descuidar lo que ocurre en el aula. ¿Por qué?
– “Porque al momento de la reestructuración, toda la gente va a estar distraída por temas administrativos, como la nueva infraestructura, nuevos edificios y la distribución de recursos que caracterizan la gestión misma. A eso se suma la micropolítica y la coyuntura, considerando que hablamos de grupos de personas que no han trabajado juntos antes y van a tener que aprender a hacerlo, manteniendo un foco pedagógico en el aprendizaje, en medio de todo este huracán de cambios. Va a ser difícil y va a requerir líderes que no pierdan de vista este aspecto, que es imprescindible, porque finalmente lo que ocurre en el aula es el principal agente de motivación en el ámbito educativo”.
¿Qué acciones concreta deberían realizarse en este proceso de transición, con el apoyo de centros de liderazgo como LIDERES EDUCATIVOS, para orientarla hacia el éxito?
– “No creo que se pueda tomar todas las decisiones en base a datos de mejoramiento de la calidad, pero sí hay que hacer uso de ellos, para pensar en las opciones de mejorar los indicadores y las pruebas, alineándolos con el aprendizaje y los resultados. Y no me refiero solo a los grandes datos: hay que fortalecer la capacidad de la escuela y el nivel sostenedor, para que puedan recolectar sus propios datos formativos, y así monitorear y medir el progreso teniendo siempre como meta el mejoramiento, no la sanción. Eso requiere un cambio cultural. Ojalá también –y no sé si va a poder ser posible en el caso de los nuevos SLEP–, reducir la tradición de competencia entre escuelas. Compartir no solo los éxitos, sino también los problemas, para buscar soluciones comunes, en conjunto y comenzar a hablar de los resultados de “nuestros” alumnos en el territorio, no solo en la propia escuela”.