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29 de Noviembre de 2013

Martín Barriuso, activista canábico: "Cada usuario que pasa al autocultivo es un cliente menos para las mafias"

El presidente del primer club de consumidores de marihuana que buscaba el auto abastecimiento y de la Federación de Asociaciones Cannábicas de España es uno de los invitados a la Expoweed, espacio de encuentro, educación y debate sobre uso industrial del Cáñamo, medicina cannábica, activismo y política de drogas.

Por Redacción
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“¡Qué chulada de lugar!” dice Martín Barriuso en medio de la Soma Smartshop, la “cafetería sensorial” de barrio Bellas Artes. El español que llegó a Chile como invitado a la Expoweed, la primera feria del cáñamo sudamericana, se da el tiempo de observar la parafernalia del lugar e incluso se saca fotos entre pipas y revistas Cáñamo.

Si bien es la primera vez que Barriuso está en Santiago, “una ciudad latinoaméricana, con un toque europeo; una mezcla curiosa”, no es su primera vez en América Latina. Ya ha estado en más de una ocasión en Uruguay, invitado por el propio gobierno de José Mujica para dar a conocer su modelo de producción de marihuana, o como él dice “del cannabis”.

Esto, porque Barriuso es un experto del tema cannábico a nivel mundial. Fue fundador de Pannagh, el primer club social de cannabis en el País Vasco, una organización sin fines de lucro que buscaba alejar al consumidor de marihuana del mercado negro, abasteciendo a sus miembros, gracias a que la regulación española permite el consumo de “weed”, aunque con muchos vacíos legales.

“En España en principio el consumo no es delito desde 1974, pero nadie ha establecido cuántas plantas se puede tener por persona, o qué cantidad. Eso provoca inseguridad jurídica que hace que nunca sepas si vas a tener problemas o no”, explica en conversación con El Dínamo.

Precisamente por eso, en noviembre del 2011 Barriuso fue detenido junto a otros activistas cuando estaban cosechando la marihuana del club social, días antes de que fuese a exponer el modelo de clubes empleado por Pannagh ante la Cámara de los Lores británica en el marco de la Global Initiative for Drug Policy Reform.

Gracias a esa detención, la segunda como cabeza de Pannagh -la primera salió libre y con la marihuana incautada de vuelta- hoy Barriuso arriesga 6 años de prisión por narcotráfico y asociación ilícita. Y solo gracias a que tiene que firmar cada 15 días, pudo viajar a Chile para la Expoweed.

En el encuentro que se realizará este fin de semana en el Parque O´Higgins -donde no se venderán entradas- el también presidente de la Federación de Asociaciones Cannábicas de España (FAC) dará una charla sobre los modelos de despenalización que se están comenzando a implementar en diversos países, y la experiencia de los clubes sociales en España.

¿Cuál es la labor de Federación de Asociaciones Cannábicas de España (FAC) ?
La Federación a nivel de toda España tiene 60 asociaciones federadas más otras 20 en proceso de adhesión, donde se comprueba que cumpla los requisitos de los demás, nuestra labor es coordinar a las distintas asociaciones, Ahora lo hacemos a través de federaciones regionales que han estado trabajando, principalmente del país vasco y Cataluña, han trabajado con los respectivos gobiernos y parlamentos para conseguir regulación porque el gobierno español parece que no tiene ninguna intención. Se calcula que puede haber 700 clubes en toda España.

Pero en rigor, el club Pannagh funcionaba legalmente…
Para nosotros fue un agravante funcionar legalmente. El hecho de tener el dinero en el banco , de tener la marihuana almacenada en un sitio a nuestro nombre. Intentamos que no hubiera ni un atisbo de clandestinidad, para que no se dudara que no somos traficantes. No sabemos qué pasará. Tenemos un apoyo social muy grande pero enemigos muy grandes también.  Hay mucha gente que vive y tiene privilegios con el prohibicionismo.

¿Ha tenido algún tipo de problema el modelo de clubes sociales de cannabis?
El problema es que muchos clubes se han formado para hacer negocios, con la forma de una asociación sin ánimos de lucro. Se están infiltrando mafias, hay mucha gente que no le interesa la reducción de riesgos y que lo único que quieren es dinero rápido.

¿Cuál podría ser un modelo ideal de producción y consumo de marihuana?
Lo estamos debatiendo, pero podemos aceptar una regulación que permita tanto el consumo individual, como los clubes como las iniciativas comerciales tipo ‘coffee shop’, pero con límites que impidan que terminen acaparando el mercado. No queremos un Starbucks de la marihuana, queremos que sea una iniciativa social y que esté enfocada desde el punto de la salud pública y los derechos de las personas usuarias. No queremos que se añadan aditivos, que se nos oculte información de los riesgos solo para consumir. Los clubes fueron pensados como transición al capitalismo cannábico, pero dijimos, si no nos gusta el capitalismo en otras facetas por qué hacerlo con el cannabis también.

¿Qué opinas del modelo que quiere implantar Uruguay?
Lo que pasa en Uruguay nos parece muy interesante, lo que seguramente se apruebe en el Senado y donde hemos participado, porque el Gobierno de Uruguay nos ha invitado en más de una ocasión a expilcar nuestro modelo. Nos parece equilibrado porque permite un cultivo y posesión individual, es decir que no hay monopolio de las empresas ni del gobierno, y se asegura el derecho a poder cultivar la cantidad que asegura el suministro de un año, que con 4 o 6 plantas por persona en exterior y un par de metros cuadrados en interior, es suficiente. Pero para que no quiera cultivar, está prevista la existencia de clubes sociales de cannabis. Pero cuando no quieres ser parte de un club, que es para usuarios más o menos habituales, entendemos que debería haber un tercer circuito comercial. En Uruguay lo han propuesto para las farmacias, pero creo que ahí se debe canalizar el uso terapéutico, pero para los recreativos, debería ser como los ‘coffee shop’, con límites a ese sector comercial, porque se los terminará comiendo. Debe existir también un fuerte control.

Ad portas de una segunda vuelta presidencial, ¿cuál podría ser un mensaje a la futura presidenta de Chile?
Que es básico despenalizar el uso. La OEA ya ha debatido estas cuestiones y Chile tiene que salirse de la senda que marcó EE.UU. de criminalización y guerra contra las drogas, que no es contra sustancias, sino contra personas. Las consecuencias sociales de llevar la prohibición a sus últimos extremos ya la vimos en Colombia y la estamos viendo en México. Es un camino intransitable, sin final. Lo primero que debería hacer la nueva presidenta es despenalizar y luego reclasificar el cannabis, es evidente que el nivel de riesgo no es el mismo de la cocaína y debería tener un tratamiento diferenciado. Que no se clasifique en base a criterios morales. Y luego que el Estado intervenga para controlar lo que hoy está en manos del mercado negro, eso ahorra dinero en represión, genera un montón de recursos a través de impuestos, seguridad social, etc, y es una estupidez permitir que algo tan delicado como las salud pública lo manejen los mafiosos. El cannabis está ahí, va a seguir estando ahí, es una sustancia arraigada en todo el mundo a través de milenios. Chile tiene que solo mirar alrededor.

Acá se ha hablado de despenalizar el autocultivo como primer paso…
El auto cultivo es la base, es lo lógico. Los clubes de España nacieron porque eso no estaba regulado. Cualquier intento de regular que no pase por el autocultivo como primer peldaño corre el riesgo de generar una serie de paradojas legales. Cada usuario que se pasa al autocultivo es un cliente menos para las mafias y cada vez que criminalizamos a la gente que intenta organizarse para producir, estamos reforzando a las grandes mafias. Droga prohibida, mafia agradecida, dicen en Italia.

¿Cuáles son tus expectativas de la charla que darás en Expoweed?
Que haya un montón de preguntas y un debate interesante sobre nuestro modelo porque veo que hay mucha inquietud en la sociedad chilena sobre este tema y una tremenda dicotomía entre la hipocrecía oficial y una realidad que está cambiando y espero contribuir a que haya un debate sano, porque llevamos tanto tiempo en con prohibición que cuesta imaginar cuáles son los mejores modelos que deben funcionar.

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