Un pastor anda suelto: un día de "prédica" con el cuestionado pastor Soto
Todos los lunes y martes el polémico pastor Soto sale a "predicar" en contra de las personas que apoyan el AVP. Lo acompañamos en su recorrido: desde La Moneda -donde le pidió a dios que enviara cáncer a esas personas- hasta el Movilh. En el trayecto lo descubrimos faltando a la verdad y nos ganamos una amenaza de "prédica" por ser "bien amigos de los homosexuales".
“Que Dios envíe maldiciones sobre ustedes”, grita un hombre de traje –con una Biblia en la mano y un megáfono en la otra– a las afueras de La Moneda. Como desde hace casi un año, el hombre viaja todos los lunes desde Viña del Mar a predicar en contra de los políticos que buscan legislar a favor del AVP, el Acuerdo de Vida en Pareja, hoy rebautizado como Pacto de Unión Civil (PUC).
“Que Dios envíe cáncer sobre ustedes”, dice el hombre parado en la Plaza de La Constitución. Algunos lo miran y siguen caminando. Otros lo llaman “loco”, “enfermo”, “desquiciado”. Algunos -los menos- paran, escuchan, lo felicitan. El carabinero de guardia no le presta atención.
Como toda historia con tintes bíblicos, lo de Javier Soto partió con un sueño. Un sueño que él interpretó como una revelación, un llamado de dios.
Fue días después del rescate de los 33 mineros. El hombre soñó que le decía al -por entonces- presidente Sebastián Piñera, que cosas malas sucederían en el país. En su sueño, Javier Soto veía grandes terremotos y toda suerte de cataclismos. Según él, castigos divinos caerían sobre el país por impulsar el AVP. “Todos los países que lo aprueban tienen desgracias. Y Chile está por afrontarlas”, señala. “En Argentina se aprobó la ley y tres meses después murió el ex presidente Nestor Kirchner, el principal impulsor de la ley del matrimonio igualitario. Dios tiene su carácter, Dios castiga”.
Desde entonces, el pastor Soto hizo todo lo posible por convertir su sueño en realidad. Intentó durante un año tener una reunión con el por entonces presidente Piñera. Asegura que visitó todos los ministerios. Habló con políticos, miembros de las FF.AA. y con diversos asesores del presidente, entre ellos el actual concejal por Santiago Felipe Alessandri. Hasta que, dice, lo consiguió. Javier Soto se reunió con Piñera. Cuenta que le mostró un video con lo que pasaría si se aprobaba la AVP. Pero Piñera, cuenta, no lo escuchó.
Mientras investigaba para presentarle su revelación al ex Mandatario, el pastor Soto conoció al Movimiento de Liberación Homosexual (Movilh), la Fundación Iguales y a los políticos que apoyan el PUC. Desde ese momento se impuso así mismo la tarea de luchar contra el proyecto de ley, el matrimonio igualitario y la adopción de niños por parte de parejas homosexuales. “La unión gay es perversión e inmundicia”, comenta el evangélico.
Las últimas semanas el pastor se ha hecho notar. En el canal de Youtube que lleva su nombre tiene casi 100 videos en contra de la legislación. En varios de ellos persigue a activistas por los derechos homosexuales como Luis Larraín y Rolando Jiménez, los hostiga en la vía pública, los trata de pedófilos y degenerados. El martes 16 de diciembre Soto se coló a la votación del proyecto de AVP que fue aprobado con once votos a uno. El religioso levantó la voz, increpó furioso a los políticos. Los llamó sucios y corruptos hasta que lo echaron del Congreso. La semana pasada, la Fundación Iguales presentó una querella en su contra por “hostigamiento y amenazas”. Mismo camino que siguió el Movilh hoy lunes. Pero él no para.
Cuando termina la “prédica” frente a La Moneda, un evangélico que pasa por el lugar se acerca a Soto. “Mire cómo hace Dios, si Dios es grande. Yo quería conocer a este siervo y fui a Bienes Raíces y me dijeron que en dos horas más estaba el documento, que me diera una vuelta en alguna parte. Y el Señor me trajo para acá para conocer al pastor”, comenta. Javier Soto le da bendiciones.
De la M-16 a la Biblia
Javier Soto vivió sus primeros años en Coyahique. A los 17 años se trasladó a Talcahuano para entrar a la Escuela de Grumetes de la Armada. Al segundo año se fue a Valparaíso a navegar. Antes de empezar el tercer año, cuando le tocaba cursar especialidad, se retiró. Lo hizo luego de presenciar como un oficial de marina humilló a un sargento.
“La marina no me gustó en el aspecto de clasismo, mucha diferencia entre oficiales y el personal. Siempre he tenido eso, de defender lo que veo injusto”, dice Soto. A pesar de eso, cree que la marina le ayudó a forjar el carácter que usa hoy para predicar. Antes, dice, era tímido. Como parte de su instrucción militar aprendió a manejar una M-16, una Colt 45 y diversos fusiles.
Antes de dedicarse al cristianismo, Javier Soto tenía poco interés por los estudios. Fumaba, tomaba y no era religioso. En octubre de 1998, Soto creó una fábrica de manjares. Llegó a trabajar con él el “hermano Carlos”, un evangélico que le habló de sus creencias. Ahí Soto dejó el alcohol, el tabaco y comenzó a predicar en las calles. Dice que dios le abrió las puertas y que ese fue el paso previo para que un religioso de su iglesia lo proclamara pastor, aunque se niega a dar el nombre de su congregación.
Entonces tuvo un sueño.
Soto predica todos los lunes en varios puntos de Santiago y los martes frente al Congreso Nacional. Sus prédicas callejeras las financia con las ofrendas que llegan a su iglesia. Diezmos de los fieles de Viña del Mar y ofrendas especiales que recibe de iglesias evangélicas extranjeras. “En lo personal, con mi familia tenemos también otras entradas. Pero para allá no voy a hablar”, agrega. Dice que vive separado de su esposa e hijos: él en Viña del Mar y ellos en Coyahique. Hace ocho años que no va a verlos, pero habla con ellos por teléfono. “Soñaba con una vida tranquila, de campo. Pero Dios me llamó a esto”, dice. Muestra una foto de sus hijos: una mujer y un hombre, los dos cursando la enseñanza básica. De sus cuellos cuelgan medallas, de las cuales comenta orgulloso que son los premios de fin de año.
Pastor Soto: “Tengo mis informantes en el Congreso”
La prédica a las afueras del palacio de La Moneda es la primera del día. Al terminarla, cruza la Alameda y llega a las afueras de la oficina de Amplitud. Lo sigue Fernando Alarcón, un evangélico que acompaña al pastor todos los lunes y martes, para demostrar su apoyo a la causa. Fernando es como el Sancho Panza del Quijote Soto: un trabajador independiente que puede darse el tiempo de acompañarlo.
La voz del pastor suena de nuevo por el megáfono. Esta vez grita contra la senadora Lily Pérez y el diputado Joaquín Godoy, dos políticos que apoyan el PUC. La gente que pasa caminando ve al religioso y mira al séptimo piso del edificio, lugar donde está la oficina del movimiento político. Las ventanas del departamento están abiertas, pero nadie sale a mirar.
Al terminar, se acerca un hombre. Le dice que no está de acuerdo con lo que predica pero valora que lo haga. El pastor agradece y junto a Fernando Alarcón lo toman de los hombros, agachan sus cabezas y le dan una bendición.
Siguiente destino, la Mesa Ampliada de Iglesias Evangélicas, organización presidida por Emiliano Soto. Se van caminando. El sol llega directo y rebota contra el cemento, el calor se suma al ruido de los autos. El pastor grita: “La Iglesia Cristiano Evangélica en Chile sólo tiene representantes en una calle alzando la voz, no traidores cobardes como la Mesa Ampliada”.
Nadie sale del recinto. ‘Cállate, hueón’ le dice un joven que pasa a su lado. “El pastor busca que alguien le grite un par de cosas. A personas como él, en vez de bajarle el ánimo, se lo sube porque siente que está haciendo lo correcto. Está siguiendo el llamado que Dios hizo sobre él”, dice Claudio Miranda, un pastor evangélico que tiene un blog con las prédicas de Soto.
El siguiente lugar de “prédica” es la sede del Movilh. Llegan a la casa de fachada azul de la organización. El pastor pone su celular pegado al micrófono del megáfono y la música empieza a sonar. La canción habla de un hombre leproso. De un hombre enfermo al que sólo Cristo puede sanar.
Se abre la puerta del recinto y salen personas del Movilh para grabar a Javier Soto. Cerca de una hora después aparece un comentario en el Twitter del movimiento: “El fanático Javier Soto nos sigue hostigando. Nuevamente está en el frontis de nuestra sede este peligroso promotor del odio”. Mientras caminan, Fernando se lo lee a Soto con una sonrisa en la cara. Javier no le responde.
Son las tres de la tarde, van a almorzar a un centro comercial. Antes de comer un sándwich con papas fritas, agachan las cabezas y rezan. Luego van en metro a la estación Salvador y caminan hacia las afueras de Chilevisión. Al megáfono del religioso se le acabaron las pilas, por lo que grita más fuerte que de costumbre. El celular de Soto suena. Luego de cortar, Javier le comenta a Fernando que la última votación del PUC será el 5 de enero en Santiago y no en Valparaíso. Cambio de planes, ahora quedan de juntarse en Santiago. “Tengo mis informantes en el Congreso”, dice Soto después de sonreír.
Antes de irse me entregan una copia del cartel que el evangélico mostró en la votación del PUC. En ella hay cuatro fotos de la Gay Parade realizada en Santiago en noviembre de 2014. En cada una de ellas hay travestis –a uno de ellos, vestido de rojo, le llaman “La Caperucita” en son de burla–. Sobre las fotos está escrito “estos personajes piden adoptar niños” y bajo las fotos el mensaje reza “niños chilenos frente a la perversión e inmundicia”. En la parte inferior del cartel está la foto de doce diputados. Salen sus nombres, partidos y la frase “estos son los diputados que impulsan matrimonio gay”.
El miércoles 24 de diciembre, dos días después de que lo acompañáramos durante todo un día, la Fundación Iguales presentó una denuncia: en la puerta de su sede apareció pegado el mismo cartel que el pastor Soto mostró en el Congreso. Un cartel idéntico al que Soto y Alarcón me dieron ese día. Al preguntarle si él puso el cartel, evitó pronunciarse al respecto. Sólo señaló que dicho cartel se lo habían enviado en formato PDF a distintas personas a lo largo del país. Y agregó: “Cuando me llegue la denuncia en tribunales, conversamos en tribunales”.
En el bus de las 22.30 horas, después de caminar cerca de diez kilómetros en casi doce horas, Javier Soto Chacón se vuelve a su casa en Viña del Mar para al día siguiente ir a predicar a las afueras del Congreso Nacional. Quiere ir a dejar una carta, pero tiene la entrada prohibida desde el 15 de diciembre pasado, cuando lo echaron por interrumpir de manera violenta en la comisión. Le pide a Fernando que vaya a dejarla.
Misteriosas son las respuestas del Pastor Soto
Consultado por El Dínamo, el ex asesor del presidente Sebastián Piñera y actual concejal de Santiago, Felipe Alessandri, reconoció que efectivamente tuvo dos audiencias con el pastor Soto cuando oficiaba como Director de Gestión Ciudadana de la Presidencia.
En las reuniones, recuerda que lo escuchó por cerca de una hora y que Soto le habló de “terremotos y catástrofes naturales a raíz del proyecto AVP”. Relata que en la segunda oportunidad, que fue en 2013, el pastor fue más lejos: se exaltó y exigió a gritos tener una entrevista directa con Sebastián Piñera. “Decía que tenía que ser recibido ahora ya por el Presidente, porque él venía con una profecía de que una cosa muy terrible iba a pasar. Y yo con mucho respeto le dije la verdad; que el Presidente no estaba, que estaba en una gira, y que iba a hacer las derivaciones pertinentes”.
Alessandri señala que derivó todas sus solicitudes relacionadas a predicciones a la Dirección de Asuntos Religiosos y a la Segpres, pero por el incidente no volvió a concederle una entrevista, pese a que Soto le escribió varias veces más. Después, cuenta, Soto envió un mail a diversos miembros del gobierno condenando a Alessandri. Y para el mensaje del 21 de mayo de 2013, puso carteles en los autos diciendo que a Alessandri le “caerían todas las penas del infierno”
Con respecto a su categoría de pastor y a la iglesia que supuestamente lideraría, el presidente de la Mesa Ampliada de Iglesias Evangélicas, Emiliano Soto, aseguró en entrevista a CNN que Javier Soto “no es parte de nuestras organizaciones establecidas… No sabemos a qué iglesia pertence”. Y agregó: “La información que hemos recibido es que él es un ex funcionario de la Armada de Chile que fue dado de baja por una circunstancia particular. Y lo más probable es que tenga alguna afección o problema psicológico por lo cual no pudo continuar dentro de esa institución”. Javier Soto niega estos dichos y asegura que se retiró por decisión propia. Hasta la publicación de este reportaje, seguía pendiente la respuesta de la Armada.
Con respecto a las aseveraciones del Pastor Soto de que no vería hace ocho años a su esposa y dos hijos y que estos se encontrarían en Coyhaique, estas resultaron ser falsas: su familia vive en Viña del Mar, donde sus dos hijos-menores de edad- estudian.