La historia de cómo Natalia Compagnon pasó de La Cisterna a ser la mujer de los 2.500 millones de pesos
Independiente del costo político para la Nueva Mayoría y de la renuncia de Sebastián Dávalos a la Dirección Sociocultural de la Presidencia, el Nueragate tuvo una clara ganadora: Natalia Compagnon. Esta es la historia de la mujer criada en Puente Alto y egresada de ciencias políticas en la Universidad Central, que consiguió a sus 31 años tener su propio Lexus, reunirse en privado con Andrónico Luksic y hacer un negocio que le dejó 2.500 millones de pesos.
Cuando Laurence Golborne hizo su fallida campaña presidencial, ocupó en sus videos el eslogan “Es Posible”. Con este concepto, alimentaba el mito de un hombre de clase media nacido en Maipú, que a través del mérito rompía con el sino de los vecinos de su barrio y ascendía hasta convertirse en un exitoso hombre de negocios. En su propio relato, dejaba claro que eso era una excepción a la regla. Como también lo es la historia del futbolista que llega de Tocopilla a jugar al Arsenal. Natalia Compagnon, criada entre La Cisterna y Puente Alto, y egresada de ciencias políticas en la Universidad Central, llegó a los treinta y un años a reunirse en privado nada más y nada menos que con Andrónico Luksic, negociar un crédito por 6 mil 500 millones de pesos, y llevarse 2500 de estos al bolsillo. Esta es la historia de la mujer que, involuntariamente, hizo tambalear a la Nueva Mayoría, provocó la renuncia de su marido, y que pese a los cuestionamientos, logró hacer un espléndido negocio.
Compagnon no conoció a su padre, aunque su familia era católica y con valores tradicionales. Vivió en La Cisterna y luego en Puente Alto, con su madre, que era asistente dental. Cuando ella no estaba, la cuidaba una tía y compartía con sus primos. En Puente Alto estudió en el colegio Santa María de la Cordillera, un particular subvencionado donde un compañero de generación, la recuerda como “una niña muy tranquila, que destacaba harto en el patio por sus ojos claros y su pelo rubio natural”.
Su situación económica era de clase media, incluso media baja, dicen quienes la conocieron. Aunque no lo aparentaba. Según la misma Natalia, tuvo que pedir un Crédito con Aval del Estado para estudiar su primera carrera: derecho, en la Universidad Central, aunque ahí no obtuvo buenos resultados. “Era una alumna del montón, le costaba igual lo académico”, cuenta una amiga de la época. Pero en lo social, tenía varios amigos: “Le gustaba harto ir a jugar pool. Era seca”, recuerdan. Un profesor incluso le puso de sobrenombre “Compagnon y compañía”, por su tendencia a conversar en algunas clases, a veces en tonos muy altos. Aunque fuera de su círculo, sus compañeros la describen como alguien más bien “reservada y piola”. Nada, según sus compañeros, hacía presagiar que terminaría siendo una empresaria exitosa.
En esos años Compagnon, según antiguos amigos, era de derecha. Y pese a que no militó en un movimiento universitario, participaba en reuniones con grupos de esa tendencia política. Incluso, entre los consultados, hay quienes la calificaron de pinochetista. Pero en público, ella ha sostenido que no le interesaban este tipo de discusiones. Su abuelo materno, Hernán Soto, figura en la lista de detenidos desaparecidos.
Quien sí militaba en grupos de izquierda era el actual militante socialista Sebastián Dávalos. Un hombre cuatro años mayor, de contextura notablemente ancha, estudiante de ciencias políticas en la misma Universidad e hijo de Michelle Bachelet, en ese entonces ministra de Salud. Como las facultades de derecho y ciencia política estaban en el mismo recinto, Dávalos tenía varios amigos en común con Compagnon. Por eso un día, mientras almorzaba en el patio, Dávalos hizo una confesión: le gustaba Natalia. Sus compañeros se sorprendieron. “No puedo creer que me guste una mina rubia y facha”, habría dicho medio en broma. Entonces empezó a convencer a sus amigos para que se la presentaran. Y en algún momento del semestre, la situación se dio.
“Lo que puedo decir es que él la buscó a ella. La Natalia ni sabía que Dávalos era quien era, no le interesaba. Ella no actuaba por interés”, dice una amiga de la época. En menos de una semana empezaron a pololear. Desde ahí se hicieron inseparables. Según sus compañeros, ese fue el momento clave de su vida. Primero, porque Compagnon decidió cambiarse de carrera a ciencias políticas. Y segundo, porque empezaría su camino empresarial. “Sin él, no sé si Natalia habría hecho negocios. Capaz que sí, pero de que él la incentivó, la incentivó”, dice un antiguo amigo.
La primera sociedad comercial que inscribió Compagnon fue en 2006, a los 23 años y con un amigo de Dávalos: el profesor Yun Tso Lee Chang. Dávalos había sido su alumno y luego su ayudante en un ramo de relaciones internacionales. Posteriormente, Chang Lee invitaría a Dávalos a hacer una clase en la Universidad del Desarrollo y según consigna Qué Pasa, ambos aparecerían como autores de un paper sobre la relación entre China e India. La firma de Compagnon y Chang Lee se llamó “Comercial, Inversiones & Consultorías Asia Pacific Brokers”. Tuvo un capital inicial de 10 millones de pesos y se dedica, hasta hoy, a hacer asesorías para inversionistas chinos interesados en la minería chilena. Esto le valdría uno de los primeros cuestionamientos éticos a Dávalos.
Mientras Compagnon inauguraba esa firma, el hijo de Bachelet trabaja en la Unidad Asia de la Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales (Direcon), sin siquiera haber hecho un concurso público para quedar en el puesto. “Me parece poco razonable que trabajando en la Cancillería, justamente en la dirección de relaciones económicas internacionales, teniendo muchísima información y siendo un funcionario público, realice asesorías a empresas chinas tanto en Chile como en el exterior”, dijo en una oportunidad el periodista Tomás Mosciatti, cuestionando a Dávalos y a su novia. Por estas declaraciones, el hijo de la actual Presidenta se querelló por injurias, aunque al poco tiempo retiró la demanda.
Dos años después y con otros amigos de Dávalos, con quienes jugaba paintball, Compagnon formó otra sociedad: CBR Group Ltda., dedicada a importar equipos de audio y video. Los amigos eran Ricardo Barona y Steve Rogers. Incluso, el hijo de la Presidenta desfiló en 2009 junto a ellos como reservistas de las Fuerzas Armadas. Otros medios de comunicación consignan que la sociedad no prosperó. Pero eso estaba lejos de sepultar el ascenso de la familia de Compagnon y compañía.
En 2008 ya había nacido su primer hijo: Damián. Y su carrera universitaria avanzaba muy lentamente. Pese a que entró a estudiar en 2001, su tesis la terminó recién siete años después, y pudo graduarse de ciencias políticas en 2012. Sus notas fueron regulares, según ella misma admite. Pero no así su suerte empresarial.
Ese mismo año, formaría junto a otro cercano a la familia su sociedad más polémica: Caval Ltda. De propiedad de Compagnon y del relacionador público, Mauricio Valero, Caval presta asesorías a empresas de distintos rubros. “He hecho consultorías y asesorías en el área de minería, negocios y algunas cosas inmobiliarias. Mi forma de trabajo surge a partir de una idea, desarrollarla, ver su viabilidad y llevarla a cabo. Hoy, mi expertise es la gestión de negocios”, contó alguna vez Compagnon a La Tercera.
Entre sus clientes, se encuentra el controlador de Agrosuper, Gonzalo Vial Concha. Tal fue la relación de amistad que los Dávalo-Compagnon instauraron con el empresario, que éste les prestó su fundo para que realizaran su matrimonio. Esto dio motivo a otro cuestionamiento. En 2006, la planta de Freirina, propiedad de Agrosuper, vivió, de parte del gobierno de Bachelet una rebaja en las normas de fiscalización. “Natalia en algún momento le hizo una asesoría a Gonzalo Vial Concha y ellos tuvieron una muy buena relación profesional”, explicó Dávalos, quien negó cualquier clase de vínculo de amistad con el empresario.
A esa altura, gracias a las desconocidas asesorías de Caval, la sociedad de Compagnon y Valero era dueña de cuatro Lexus de más de 30 millones de pesos. En uno de ellos, llegó Dávalos al domicilio de su madre, cuando esta era candidata presidencial, lo que destapó sospechas de la prensa. Según los reportajes publicados en la época, y por las evidencias materiales, en términos financieros, a la pareja de cientistas políticos no les estaba yendo nada de mal. Aunque la declaración de intereses de Dávalos, que hizo al abandonar su cargo en la Direcon, no lo reflejaba. Compagnon también formó una sociedad inmobiliaria con su madre, y otra, sin inicio de actividades, con su esposo.
Pero la jugada final sería, como en un buen partido de fútbol, la más polémica y decisiva. Dávalos ya se desempeñaba como director sociocultural de la Presidencia. Y la sociedad Caval vio en un terreno agrícola de Machalí, una increíble posibilidad de negocio. Comprando 44 hectáreas de tierra, y esperando un inminente cambio en el uso de suelo, podían ganar cerca de 27 mil millones de pesos. Para eso necesitaban primero comprar la tierra y conseguir un préstamo de seis mil quinientos millones.
Entonces vino el paso que sellaría el destino de los Dávalos-Compagnon. Por el escaso patrimonio que tenía Caval, cercano a los seis millones de pesos, ningún banco quería darles un crédito. Fue entonces que acudieron al Banco de Chile. Y según declaró la misma entidad, el préstamo fue negociado directamente con uno de sus dueños: el multimillonario Andrónico Luksic. Pero el punto de sospecha lo dio una decisión que para muchos, fue políticamente equivocada. Sebastián Dávalos, hijo de la Presidenta Bachelet, en ese entonces candidata con las mayores de posibilidades de ganar la elección, asistió, pese a no ser parte de Caval, junto a su esposa, a la reunión con el empresario. Un día después de que Bachelet ganó las elecciones, el Banco de Chile les otorgó el crédito. Algo que según expertos, hubiese sido muy poco probable de haberse tratado de una pyme cualquiera.
Sin que se concretara el cambio en el uso de suelo, Caval firmó una promesa de compraventa del terreno. Pero en febrero de 2015 fue publicado el conocido reportaje de Qué Pasa que reveló la transacción y que produjo una vorágine política en la Nueva Mayoría. Las preguntas y las sospechas eran cientos, de parte de todos los sectores políticos. Las acusaciones a Dávalos por tráfico de influencias se multiplicaron, junto con el cuestionamiento ético transversal a su actitud. Finalmente, el hijo de la Presidenta, visiblemente afectado, tuvo que renunciar a su cargo, con disculpas públicas incluidas.
Pero mientras todo esto pasaba, se concretó la venta de los terrenos. Compagnon y su socio, ganaron 2.500 millones de pesos. Y aunque la Superintendencia de Bancos no encontró irregularidades en el préstamo, para muchos quedan varias dudas que responder sobre cómo se gestó. Lo cierto es que ni Compagnon, ni Valero ni Dávalos están obligados, por ley a hacerlo. “A mi igual me extraña todo lo que ha pasado. Porque la Natalia es una mujer de valores. Me cuesta creer que ella haya ideado por sí misma este negocio”, dice una amiga cercana de la universidad.
Más allá de la derrota política, el negocio llegó a puerto. Y pese a que adeudarían 200 millones de pesos a Sergio Bustos, uno de los hombres que habría gestionado el crédito, el que con una demanda destapó todo el asunto, la mujer de clase media de Puente Alto y esposa de Sebastián Dávalos tiene ahora en su sociedad, 2500 millones de pesos para su disposición. Algo que en Chile, “Es Posible”. Aunque aún hay discusiones sobre el cómo.