El doloroso relato de aborto por embarazo inviable que pocos senadores de la comisión Salud escucharon
El pasado jueves 28 de agosto se sumó una nueva sesión de la comisión de salud en el Congreso. De los cinco integrantes de la instancia legislativa sólo dos permanecieron a lo largo de la exposición de los distintos invitados. El resto tenía compromisos anteriores en diversos lugares. Por esta contraposición de eventos, desgarradores relatos como el del embarazo inviable de Ignacia Valdivieso, que derivó en su interrupción, no contaron con la atención total de los legisladores, quienes pueden acceder a estos relatos con posterioridad.
Jamás estuvo el quórum mínimo, pese a que oficialmente se logró y se realizó la sesión. El jueves 18 de agosto cuando mucho hubo dos senadores, la presidenta de la Comisión de Salud, Carolina Goic (DC) y Francisco Chahuán (RN), escuchando los relatos de los invitados a exponer sobre una materia tan compleja como el aborto.
Para que una comisión concrete una de sus sesiones es necesario que estén presentes al menos la mitad de sus integrantes. Aparte de los legisladores mencionados, según el sitio del Senado, en la instancia legislativa figuran Guido Girardi (PPD), el que se retiró antes de que comenzara el primer expositor. Luego, precisó que a la misma hora tenía otra reunión en el Ministerio del Interior, en su rol de presidente de la Comisión del Futuro.
Fulvio Rossi (PS) fue reemplazado por su par Rabindranath Quinteros, quien después de llegar a la comisión presenció la salida de Goic, y se retiró después de que ella regresara tras atender una llamada telefónica. Jacqueline Van Rysselberghe (UDI), se encontraba en una actividad en su circunscripción en la VIII Región, la que no pudo aplazar cuando el martes 16 a última hora –tras haber participado en su símil matinal– se fijó la sesión del jueves. Por tanto, pese a figurar como integrante de la comisión, no está registrada en la nómina.
Siempre puede haber situaciones como las descritas. Puede incluso que la situación del jueves sea lamentablemente extraordinaria, pero esta “rotación” de parlamentarios provocó que un relato en particular no contara con la atención total de los legisladores.
Ignacia Valdivieso figura como invitada en la sesión del pasado jueves. En pleno “recambio de legisladores”, ella entregó un pormenorizado relato del embarazo que experimentó, el que resultó ser inviable y derivó en un aborto.
Transcurrida más de la mitad de su embarazo, pasada la semana 21, Valdivieso registró en un diario de vida lo que le comunicaron los doctores: “Tanto esperar el día de hoy porque teníamos la doppler y tanta pena que significó. Nos dijeron que la guagua viene con muchos problemas: labio leporino, cardiopatía, extremidades con el eje malo y otras cosas que no sé qué significan, pero que todo, en conjunto, indica un problema cromosómico (que puede ser 13 o 18, lo que tampoco sé qué significa), que es altamente probable que no sea viable”. Más adelante en el relato ante la comisión, especifica que se trató de una trisomía 13.
Continúa describiendo su tristeza, a la que se le sumaba un importante grado de incertidumbre: “simplemente es probable, muy probable que termine en pérdida o muera poco después de nacer”.
“Y nuestra ilusión de ser papás se va a la basura. Al menos por un tiempo. Y todos los arreglos que estamos haciendo, y el cuadernito de los recuerdos, y la canción que hicimos, y mi yoga prenatal y mi tejido y todo, todo se desmorona frente a mí. Ivo me abraza fuerte mientras escribo. Está tan triste también. Es tan lindo verlo como papá, me gusta y me enamora con su motivación y entusiasmo y ahora todo eso queda en pausa, quizás cuántos meses hasta que esta guagüita salga y quizás cuántos otros hasta que hagamos otra”, continúa el relato.
La pareja supo que la guagua era mujer. Y en medio de las conversaciones sobre qué hacer, o qué posibilidades había “la guagua se movió y me dio una pena infinita porque eso antes me encantaba y ahora en cambio sólo reafirma la desilusión. Y me da pena saber que tengo una guagüita con tantos problemas, que está tan enfermita ahí adentro, que se mueve harto pero que tiene muchas malformaciones”.
La exposición continúa especificando más detalles de lo que sufrió esta pareja, que responde a la inviabilidad fetal de su hija. En la ecografía, hecho que abre el anterior relato, los doctores informaron que la niña venía con labio leporino, paladar partido en dos, microcefalia, cardiopatía, desarrollo dispar de su cuerpo y problemas en sus extremidades. Les dijeron que estos trastornos eran incompatibles con la vida, y que iban a necesitar ayuda sicológica. “En este debate se ha hablado mucho de acompañamiento. Lo que hoy ocurre, lo que nos pasó a nosotros, en la que se supone que es una excelente clínica privada de Santiago, fue que recibimos la noticia y a los 10 minutos nos dejaron completamente solos. En ese momento, en que estábamos destrozados, yo misma tuve que llamar a mi ginecólogo, de la misma clínica, para decirle los resultados. Por ‘suerte’ yo había ido al psiquiatra en otro momento de mi vida, y tenía el contacto para pedir una consulta al día siguiente, y así obtener una licencia médica, porque me sentía incapaz de ir a trabajar después de la noticia”, continúa el relato, planteando múltiples interrogantes que se hizo esta pareja en ese momento ante la falta de antecedentes en un país donde el aborto se volvió inconstitucional en 1989: “¿Morirá siendo un feto? ¿Vivirá una semana más, un mes, tres meses… cuatro? ¿Llegará a nacer? (…) la información que llega es muy precaria, y es uno mismo quien tiene que ir a buscarla”.
Si bien su pareja instintivamente dejó de tocarle la guata a Ignacia, de esta manera empezando su duelo, ella en cambio “no podía NO tocar a Laura, NO sentirla patear. YO tenía que convivir con las emociones contradictorias: sentir felicidad por sus movimientos (porque quería a esa guagüita y su vitalidad) y sentir frustración por esos mismos movimientos (porque entonces seguía viva, y yo quería que se muriera luego para por fin poder ser mamá otra vez)”.
Los problemas de nuestro país se evidencian en este relato porque, al ser ilegal el aborto en Chile “el sistema no recomienda nada y los médicos no hablan del tema para protegerse”. Valdivieso continúa haciendo presente que se dieron cuenta “de que teníamos que tomar una decisión –y rápido- si queríamos evitar la tortura de esperar la muerte por semanas o meses. Nos pusimos a buscar opciones para hacerme un aborto”, explica Ignacia, precisando que sólo en algunos países se permite la interrupción del embarazo después de la semana 18. Todo se tornó más angustiante aún, ya que tras ver dónde es legalmente permitido “es difícil saber qué centro de salud es bueno, si es posible hacerlo siendo extranjeros, cuánto cuesta, si habrá pasajes, si tendremos cómo pagar, si los pasaportes están vigentes”.
En California, Estados Unidos, se cumplían las tres condiciones que permitieron a la pareja tomar esta decisión: donde fuera legal, que diera garantías de seguridad, que pidiesen estar acompañados.
Laura fue el nombre que eligieron para la niña que murió. Este proceso fue parte de un tratamiento que recibieron de una sicóloga con experiencia en duelo “y que no fuera católica para evitar sentirnos juzgados”.
“¿Por qué estamos viajando? ¿Por qué no podemos estar con quienes más nos quieren al hacernos un aborto? ¿Por qué atentan de esa manera con nuestras vidas, nuestro cuerpo, nuestra psiquis? Al tener que dejar el país se hace patente cómo el Estado vulneró mis derechos constitucionales: al trato digno, a la integridad física y psíquica, a la protección de mi salud, a no ser sometida a tratos crueles o inhumanos”.
El trato en la clínica de California fue sorprendente, según se desprende de este relato: “sabían que nuestra pena era profunda y buscaban comprendernos. El primer día pasamos una hora entera escuchando todo lo que nos iba a pasar: nos explicaron los riesgos y sus probabilidades, la diferencia entre un sangramiento normal y una hemorragia, cómo evitar la producción de leche, cómo se hace la cremación. Ninguna duda quedó sin respuesta”.
El proceso se llevó a cabo con una inyección para detener los latidos de la niña, y les entregaron misoprostol para las contracciones, además de otros para aliviar el dolor. El cuerpo de la guagua lo extrajeron tras anestesiar a Ignacia.
“Pedimos ver a Laura, pero nos dijeron que era preferible no hacerlo, porque era muy grande para salir entera. Nos ofrecieron darnos sus huellas impresas, para que nos lleváramos un recuerdo concreto y material de su corta pero linda existencia. Todo lo que nos explicaron y la forma tan humana en que lo hicieron nos hizo sentir comprendidos en nuestro dolor. Jamás juzgados”, concluye este proceso, precisando que Laura tuvo una ceremonia “hermosa, para despedirnos de ella como alguien que estuvo con nosotros, que estuvo en nuestros corazones desde que supimos que vendría, para recordarla como alguien que existió y que nos trajo una tremenda alegría”.
“Quienes quieren continuar un embarazo inviable están en su derecho. Quienes no, somos brutalmente ignorados y vulnerados”
La exposición concluyó con unas reflexiones, considerando que si no hubieran podido viajar, la pareja habría “pasado meses de angustia, esperando el parto para ver morir a Laura. Su fecha estimada de nacimiento era el 22 de agosto (…) Yo conversé con otra mujer que pasó por algo similar y ella no pudo viajar. Me dijo que había sido una espera horrible y que nunca más quiso volver a embarazarse. En cambio, con Ivo estamos tranquilos, mirando al futuro, intentando un nuevo embarazo”.
También Valdivieso se hace cargo de los sentimientos que se le atribuyen a un proceso tan traumático como este. “Pareciera asumirse que inevitablemente las mujeres sentirán culpa, luego arrepentimiento y finalmente, quedarán traumadas. Puede que haya mujeres que pasan por esto, pero en mi caso, no hay culpa, no hay arrepentimiento, ni hay trauma. Lo que hay es pena, ese dolor profundo que se siente al perder a un ser querido. Pero esa pena partió con la TRISOMÍA, no con el aborto”.
“Pensamos en las parejas y mujeres que pasan por esta situación sin poder decidir, porque para hacer esto fuera de Chile hay que poder pagarlo. Nos indigna la injusticia de que nosotros tengamos mejores oportunidades que otros por el fortuito hecho de haber nacido con más recursos. Creemos que quienes quieren continuar un embarazo inviable están en su derecho. Quienes no queremos, en cambio, somos brutalmente ignorados y vulnerados”, concluye el relato.
La senadora Carolina Goic precisó que se han sumado sesiones para escuchar a todos los invitados, y que “toda la información que se mostró en la discusión de la ley queda a disposición de los senadores que quieran saber. Hay registro de audio de la sesión”. Para poder revisar esta información, y otros relatos, de todas las posturas respecto de este complejo tema, puedes hacer click aquí.