VIDEO | “Prontuario Piñera”: el día en que Marinovic sacó aplausos en la izquierda chilena
Marinovic dice que "muchos de los que votamos por Piñera lo hicimos con esa lógica (de la opción menos mala), pero yo al menos no seré reincidente". Y enumera una serie de casos que fueron aplaudidos por el oficialismo.
“A veces hay que ser pragmático pero nunca a costas de la autoaniquilación. Eso fue Sebastián Piñera para la derecha y yo al menos, por el momento, no voy a renunciar a buscar una forma real de sobrevivencia”. Es la conclusión de una dura columna publicada por Teresa Marinovic en Bío Bío, en septiembre de 2015, cuando la carrera presidencial aún no estaba desatada ni Piñera había evaluado regresar a La Moneda.
Según la licenciada en filosofía, “a veces hay que ser pragmáticos y elegir que una opción que, sin ser la mejor, es la menos mala” respecto de una definición presidencial. Marinovic dice que “muchos de los que votamos por Piñera lo hicimos con esa lógica, pero yo al menos no seré reincidente“.
Y continúa así:
“Y no por falta de pragmatismo, sino porque el ex presidente tiene una gran responsabilidad en la irrelevancia en que cayó la derecha y también en la situación actual del país.
Por eso y ya que él se permitió hace unos días usar una frase de Churchill para cuestionar al Gobierno, yo me permito citar al mismo autor para decir que la política es mucho más peligrosa que la guerra, porque en la guerra se muere solo una vez y Sebastián Piñera parece ser el lázaro por excelencia de la política, un verdadero Highlander, y eso es muy grave, insisto, para la derecha porque cada vez que él ha remontado has sido a costa de dejarla caer a ella.
Por eso, y justamente porque soy pragmática, quiero hacer un cálculo y explicar todo lo que se pierde con Piñera. Se pierde en primer lugar la posibilidad de defender la institucionalidad, algo que es importante para nosotros o acaso las instituciones pueden ser reemplazadas con un telefonazo y lo de Barrancones fue solo un lapsus.
Y si lo fue, cómo se explica que siendo senador y estando en plana negociación con los bancos para vender su primer negocio, el de las tarjetas de crédito, Piñera presentara una indicación a un proyecto de ley que obligaba a esas instituciones, a los bancos, a pagar intereses por los saldos en las cuentas corrientes. O sea, una indicación que las perjudicaba.
Puedo expresar dudas por el hecho de que Piñera retirara esa indicación una vez que la compra se concretó. Puedo -debo, incluso- porque no es responsabilidad mía presumir la buena fe de quien actúa sin pudor sin tener en consideración lo que por decir lo menos es un conflicto de interés.
Y acaso no fue algo similar lo que el mismo Piñera hizo una década más tarde, siendo senador después, después de imputar aparatosamente abusos a los controladores de Enersis en el llamado caso Chispas cuando negoció directamente con Endesa España la venta de sus propias acciones y en condiciones más favorables que la de cualquier otro accionista minoritario.
No en vano, no por casualidad, Allamand, que era su amigo en la época, le enrostró en aquella ocasión que no se puede ser protagonista de la política y activista de los negocios.
Votar por Piñera es perder, es atarse de manos o la derecha podrá defender un modelo económico basado en la libertad, la competencia y el mérito si el líder que ella misma elige con sus votos fue sancionado el año 2006 por comprar acciones de Lan a menos de una hora, 39 minutos para ser exacta, de haber participado de un directorio, infringiendo con ello un deber de abstenerse de hacer uso de información privilegiada.
No pierde fuerza, acaso, la fuerza del mercado si el que hace de cabeza fue multado por la Superintendencia por una sanción un poco inferior a 20 mil UF, sanción que Piñera pagó, reconociendo así su culpabilidad o en el mejor de los casos mostrando indiferencia absoluta respecto de su propia honra. Era obligación suya como director de Lan no hacer esa compra en desmedro de accionistas minoritarios de la misma empresa y del mercado en general.
Piñera no es el mal menor. En 1980 fue declarado reo y estuvo prófugo por 24 días, ¿por qué? Porque el banco del cual era gerente había prestado montos equivalentes a cinco veces su capital, pese a que la norma que todavía está vigente solo correspondía que fueran al 25%. Bajo su administración, además, según su propio testimonio de 1982, ese banco había creado docenas de compañías falsas o de papel, que según reconoció el propio Piñera, no eran sujetos de crédito solvente. ¿Para qué? Para simular créditos con la plata prestada al banco acciones de ese mismo banco.
Y todo lo que digo se recuerda poco porque el rescate bancario de la época permitió que las compañías y los créditos fueran anulados, de modo que Piñera no se vio obligado a reembolsar el capital y los cargos, además, nunca se investigaron. Y también porque el expediente en cuestión, según informan los medios, curiosamente está perdido.
Eso no impide en todo caso que uno pueda reconstruir la historia, como lo he hecho yo, revisando la prensa de la época. Por eso reitero: con qué cara puede ganar la derecha una batalla cultural con la cara de una persona que encarna la antítesis de aquellas cosas que se supone cree.
Sebastián Piñera también está salpicado por el escándalo del financiamiento político o más que salpicado, empapado, y hasta ahora no explica por qué pago bonos a ejecutivos de sus empresas con platas provenientes de Aguas Andinas, Soquimich y dos empresas más justamente el año 2009, año de elecciones. Todos cometemos errores y podemos enmendar el rumbo; nadie es en su totalidad ángel o demonio.
Por eso, m intención en este comentario no es hacer un juicio moral de Piñera ni demonizar a quienes en algunas áreas tienen un talento indiscutible, sino que simplemente cuestionar que se trate de una opción presidencial que la derecha pueda considerar como conveniente o como menos mal que otra.
La derecha es una especie en peligro de extinción, entre otras cosas, porque el único presidente que eligió en los últimos 35 años que cambió hasta tal punto el eje izquierda-derecha que prácticamente no dejo espacio de sobrevivencia, porque ese mismo presidente la criminalizó llamándola ‘cómplice pasiva’, pese a que él solo sacó provecho económico de lo que él hoy denomina una dictadura”.