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Actualizado el 29 de Agosto de 2018

Qué pasó y quién miente: explicación sobre el rechazo al salario mínimo

Como ocurre en cada discusión de salario mínimo, la posiciones políticas terminaron enfrentándose lejos de un análisis en profundidad respecto de las necesidades de los sectores más vulnerables, que son los que acceden a este tipo de remuneraciones.

Por El Dínamo
aguinaldo
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Controversia generó el rechazo de la Cámara de Diputados al reajuste del salario mínimo que buscaba establecer un aumento de $276 mil a $286 durante este mes, y a $300 mil a partir de marzo. Todo esto, tras la decisión del bloque opositor de desestimar el veto sustitutivo ingresado por La Moneda y la posterior negativa de los parlamentarios de gobierno durante la votación respecto de lo previamente acordado por el Congreso.

Todo esto desató una serie de acusaciones cruzadas en las que el Gobierno y la oposición se culparon de “mentir” a la ciudadanía. Incluso, el propio Presidente Sebastián Piñera se sumó a los cuestionamientos.

Para que se entienda, vamos por parte. El pasado 2 de agosto el Gobierno ingresó al Congreso el proyecto de ley que impulsaba un reajuste del salario mínimo que llegaría en marzo a los $300 mil. En su primer trámite en la Cámara de Diputados, la iniciativa se despachó con montos fijos para este año y el próximo, considerando los tres tipos de ingreso mínimo: la remuneración base mensual, la asignación familiar y maternal y del subsidio familiar.

Además, los diputados aprobaron, como pretendía el Ejecutivo, un mecanismo de reajuste para el 2020 que fijaría el salario dependiendo del crecimiento económico que muestre el país para ese periodo. Esto es la denominada plurianualidad de la norma, lo que permitiría que La Moneda no ingrese un nuevo proyecto de reajuste para ese año. Hasta ahí, todo bien.

Sin embargo, tras el paso del proyecto al Senado, la diferencias entre la oposición y el Gobierno se desataron.

La Cámara Alta determinó aprobar los montos fijados para el reajuste del salario mínimo. Sin embargo, se eliminó cualquier mención al 2020, determinando que el reajuste solo sería valido para este año y 2019. Con esto, se contravino el acuerdo de la Cámara (y la intención del Ejecutivo), forzando la instalación de una comisión mixta que debería resolver las diferencias entre diputados y senadores.

En esa tercera instancia, los parlamentarios optaron finalmente por lo acordado por el Senado, dejando fuera la plurianualdiad que buscaba un reajuste automático para el 2020, decisión que posteriormente fue ratificada tanto por las salas de la Cámara y el Senado. Pero La Moneda no quedó conforme y se hicieron valer las atribuciones presidenciales.

Luego de la decisión del Congreso, que ya había aprobado el reajuste y solo restaba que el Presidente Sebastián Piñera promulgara la ley, el Ejecutivo ingresó un veto sustitutivo, maniobra legislativa que permite al Gobierno reiniciar la discusión de una ley modificando sus partes. En este caso, el Gobierno ingresó una nueva iniciativa a trámite, la cual sustituyó lo acordado por ambas cámaras reintegrando el mecanismo de reajuste automático para 2020 y aumentando a $301 mil el salario mínimo a partir de marzo.

Rechazo al veto y a la insistencia

Tras la determinación de La Moneda de insistir en su posición, el nuevo texto debió ser abordado por los diputados, para lo cual se instaló una comisión unida de Hacienda y Trabajo que debería informar ante la Sala respecto de los detalles. Y si bien esa instancia rechazó por 12 votos a favor y 14 en contra, la decisión final recaía en el hemiciclo.

La propuesta del Ejecutivo no tuvo mejor suerte en el Sala donde también fue rechazado por la oposición, logrando 55 votos a favor y 64 en contra. 

Como dicta el reglamento, en el caso de rechazarse un veto presidencial, la Cámara de Diputados debería ratificar la decisión adoptada anteriormente. Es decir, votar nuevamente el proyecto que había sido aprobado previo al veto presidencial, texto que dejaba fuera el reajuste automático para 2020.

Pese a esto, los parlamentarios oficialista definieron respaldar la posición de La Moneda y optaron por rechazar el reajuste. En total, fueron 64 los legisladores los que aprobaron, 54 rechazaron y uno se abstuvo, no logrando el quórum requerido de 2/3 para este tipo de normas, con lo cual se dio por rechazado el reajuste.

Con todo esto, ahora la única opción para concretar un reajuste al salario mínimo es que el Ejecutivo ingrese un nuevo proyecto que deberá recorrer nuevamente el camino legislativo. Dicho texto, según han señalado desde La Moneda, ya estaría siendo redactado y sería ingresado durante la próxima semana.

En resumen, todo esto se dio luego que el Ejecutivo acusara una intención electoral de la oposición quienes -a juicio de La Moneda- buscarían forzar una nueva discusión de salario mínimo para el periodo 2020, año en que se llevarán a cabo las elecciones municipales. Por su lado, el bloque opositor acusó que el Gobierno buscaría no volver a legislar un aumento del salario mínimo dejando todo en manos del devenir económico del país.

Mentiroso, mentiroso

¿Todo claro? Ahora vamos a ver quién está mintiendo. 

Luego del rechazo al reajuste se lanzaron una serie de acusaciones entre el Gobierno y la oposición, debate a través de Twitter donde corrieron las acusaciones respecto de supuestas mentiras a la ciudadanía.

Ante esto, parlamentarios de oposición salieron a rebatir la posición del Ejecutivo. Entre ellos estuvo la diputada Camila Vallejo (PC), el presidente del PS, Álvaro Elizalde y el diputado RD, Giorgio Jackson quien contravino la posición de la RN Paulina Núñez. 

Veredicto: la política, otra vez

En concreto, más allá de las acusaciones entre ambos bloques, lo cierto es que tanto los parlamentarios de oposición como los oficialistas -con sus votaciones en Sala- terminaron por bloquear el reajuste al salario mínimo.

La centroizquierda lo hizo primero al rechazar el veto que integraba la plurianualidad, pese a que en 2014, durante el Gobierno de la ex Presidenta Michelle Bachelet, se utilizó el mismo mecanismo. Eso sí, determinando montos fijos para los años siguientes, mientras que Piñera pretendía impulsar una fórmula centrada en las cifras de crecimiento, lo cual podía ser beneficioso o perjudicial para los trabajadores dependiendo del rendimiento económico del país.

Como ocurre en cada discusión de salario mínimo, la posiciones políticas terminaron enfrentándose lejos de un análisis en profundidad respecto de las necesidades de los sectores más vulnerables, que son los que acceden a este tipo de remuneraciones, centrando el debate en términos ideológicos donde algunos querían optar por confiar en el mercado -y resguardar la estabilidad económica por sobre el bienestar de las clases bajas- y otros, por forzar una derrota del Gobierno en la arena legislativa. Esto último, dejando sin reajuste a los trabajadores durante agosto y sin plantear críticas respecto de la nueva cifra.

Porque poniendo la pelota contra el piso, con $300 mil mensuales no alcanza para vivir en Chile. 

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