Sebastián Sichel: “Prefiero un gobierno de centroderecha que valora la diversidad”
A una semana de haber asumido el cargo, el secretario de Estado analiza su nuevo rol en la administración piñerista y lo hecho en esta área. Además, valora los acuerdos a los que ha accedido la DC, su antiguo partido, con el Gobierno.
Este lunes, el ministro de Desarrollo Social, Sebastián Sichel, llegó hasta un refugio para personas en situación de calle ubicado en San Miguel para ver el partido de Chile y Uruguay. La gestión la hizo personalmente para luego del encuentro deportivo quedarse a “escuchar un poquito lo que viven”. De hecho, su objetivo era alojar con ellos por la noche, pero por cuestiones logísticas fue imposible.
Esto ocurrió justo cuando cumple una semana al mando de esta secretaría de Estado, la que asumió en medio de dudas en Chile Vamos por sus anteriores domicilios políticos: participó en gobiernos de centroizquierda, fue militante DC y estuvo en movimientos políticos de centro, como el extinto Ciudadanos. Hoy, con una oficina ubicada literalmente en el centro de La Moneda, en el segundo piso del palacio, tiene la tarea de diseñar y continuar políticas públicas pensadas en la clase media y los sectores más vulnerables.
Así se lo instruyó el Presidente Sebastián Piñera en la primera reunión que tuvieron hace 10 días, tras llegar de Corea del Sur donde se encontraba como vicepresidente ejecutivo de Corfo cuando le pidieron asumir el cargo. Para ello ya comenzó con una ronda de reuniones para “escuchar”, dice en conversación con El Dínamo, partiendo con la UDI, RN y partidos de oposición. “Cuando uno está en un ministerio tan relevante para el futuro de Chile como éste, ve buena disponibilidad de todos los sectores políticos. Soy patológicamente optimista”, dice.
-¿El Presidente le puso fechas concretas para resultados?
-Sí, como es el Presidente (jaja), lo admiro bastante en eso. Puso compromisos y pidió resultados antes de que termine el año, que trabajemos en estrategias puntuales que puedan escalarse a políticas públicas. Me dijo “innove, como usted innova, pero haga soluciones que sean escalables”. No puede haber sectores que queden atrás. Yo lo conocía solo socialmente antes de la Corfo y me di cuenta de que tiene convicciones bien profundas respecto a lo que hay que hacer.
-Usted tuvo públicas discrepancias con él en medios de comunicación e, incluso, fue duro en Twitter. ¿Ha sido cómodo trabajar con él?
-Sacar fotos del 2009 como si fuesen fotos actuales es una trampa, porque las opiniones y la política van cambiando. El sistema político se polarizó y hoy tenemos una centroderecha con una posición más democrática, acercándose al centro, y una centroizquierda cada vez más polarizada en sus posiciones. Tuvieron una regresión y empezaron a confiar en el Estado como única forma de solución y desconfiar del emprendimiento y la iniciativa privada. El país necesita muchos más gobiernos como el del Presidente Piñera, que son capaces de ampliar sus bases de apoyo, de construir acuerdos con quienes como yo estuvimos en posiciones distintas, que gobiernos que se rehúsen y sean intolerantes. Nadie piensa lo mismo que hace 10 años.
-¿Cuánto cambió usted?
-Yo evolucioné y el sistema político también. Yo que soy una persona de centro, reformista y moderado, y hace 20 años probablemente mis ideas se parecían más a lo que representaba la Concertación en esa época. Hoy mis ideas están en las antípodas de la Nueva Mayoría y no solo las mías, sino que una generación completa. Algo pasó para que hayamos tenido dos gobiernos de centroderecha en los últimos 20 años. O la sociedad chilena se puso más de derecha o la derecha entendió mejor a la sociedad y se moderó. Me parece más razonable esta segunda explicación. La izquierda cree que quienes no piensan como ellos están equivocado. ¿No será mejor preguntarse si ellos están equivocados y por eso son una minoría?
-¿Se siente cómodo trabajando con esta derecha?
-Yo me siento parte de un gobierno de mayoría. No habría gobiernos de mayorías si solo hubiesen derechas o izquierdas porque solo el 20% de los chilenos se define de izquierda o de derecha. Aquí hay independientes como Andres Couve, Alfredo Moreno o yo. Esa fue la gracia de los primeros gobiernos de la Concertación, porque los partidos políticos y las posiciones de izquierda o derecha no son suficientes para gobernar. La vocación de Chile Vamos de construir mayorías a mí me ha sorprendido. No tolerar esa diversidad le hizo perder el gobierno a la Nueva Mayoría, como burlarse de Mariana Aylwin porque tenía diferencias o tratar de expulsar de sus filas a Luis Felipe Céspedes o Rodrigo Valdés porque tenían otras opiniones. Prefiero un gobierno de centroderecha que valora la diversidad.
-Jamás hubiese aceptado un cargo similar en la Nueva Mayoría entonces…
-No, en ningún caso. En su minuto tuvieron conversaciones conmigo y dije que no. Hubo una regresión medio estatista, desconfiada de la sociedad civil y del emprendimiento, y con una mirada dicotómica de la sociedad, donde ellos eran los buenos y el resto eran malos. Es lo mismo que veo en algunos sectores de extrema derecha, donde varios dicen lo mismo.
-¿Como quién?
-Gente como José Antonio Kast o sus seguidores. Decían que alguien era buen profesional pero que era de centroizquierda y que no debería estar en el gobierno. Esa es la regla de la intolerancia, porque quieren pura gente igual a ellos. Aylwin y Almeida nunca hubiesen podido hacer un gobierno juntos. Si hubiese existido Twitter, ¿te imaginas lo que se hubiesen dicho o criticado? La gran construcción de esos gobiernos fue el futuro del país. Lo mismo está pasando hoy en este gobierno. Estamos pensando el país hacia 20 años y eso le da proyección a este gobierno.
La DC y el pacto con el Gobierno
-¿Usted ve otro gobierno de centroderecha como continuador?
-A mí me encantaría que tuviéramos una alianza que le dé gobernabilidad al país, que vaya de la centroderecha hasta ciertos sectores liberales de centroizquierda. Ahí no me imagino a los partidos actuales, sobre todo muchos de centroizquierda que cayeron en la degradación, que hicieron del Estado una forma de sobreviviencia. Pero otros, como la Democracia Cristiana, están entendiendo que la gran conversación es la agenda de futuro. En una alianza así podrían transformarse en un mayor actor político.
-¿Le gustaría ver a la DC más cerca del Gobierno?
-La DC ha hecho un punto súper importante en el último tiempo. Esa es la señal para potenciales conversaciones de futuro y me parece valioso. Heredaron de don Patricio Aylwin el poner los acuerdos por delante. Hoy puede ser súper puntual pero se instala la idea de acuerdos hacia el futuro. La DC tiene que resolver después de esto qué, cuál es el camino que viene. Al contrario, en la Nueva Mayoría de instaló la idea de que conversar con alguien de oposición ya era algo malo.
-Pero estos acuerdos con la DC también están relacionados con los votos que se necesitan en el Congreso, hay un cálculo…
-Pero la democracia no es solo una suma de votos. Si uno lee el protocolo de acuerdo, la DC también hizo sus puntos y los puso en agenda. Sus votos los pone a cambio de contenido en la agenda y el gobierno tenía su propia visión. Es mejor lo que se logra que lo que empieza.
“La política con puro subsidio no es una solución”
-¿Qué entiende usted por desarrollo social?
-Mayores niveles de convivencia que permitan mayor cohesión social; más protagonistas del desarrollo con mayores redes de protección y una política social que es capaz de acelerar el paso para los que se están quedando atrás. Ahí necesitamos un Estado activo y protagonista de esta estrategia. No solo se trata de una política minimalista de transferir subsidios, el pecado de la izquierda: no es crecer y tirar subsidios. Lo que me pidió el Presidente es pensar en que porque crecemos se necesita una política integradora en términos sociales.
-¿Alejada de la política de los subsidios?
-Por eso fui muy crítico de la Nueva Mayoría, porque pese a su discurso público, su política social tiene que ver con los subsidios o bonos. Acá hay una convicción pensada en integración, en más protagonistas del desarrollo y en que nadie se quede atrás. La consagración de derechos hace visible los problemas pero no es la solución. Todavía tenemos que poner mucho más acento y plata en aquellos sectores que se nos quedan atrás.
-Y a su juicio, ¿dónde se pone ese foco?
-Capacidades habilitantes. Las transferencias económicas -que está lleno de políticas así del gobierno pasado- solo buscan transferir riquezas pero en sectores en que no hay capacidades habilitantes, porque una vez que se acaba la transferencia se vuelve a la situación de origen. La política con puro subsidio no es una solución, es solo responder a una urgencia. Un ejemplo son las personas en situación de calle. Tenemos el Victor Jara lleno en condiciones indignas o hacemos una política que implique refugios dignos pero que además se apunte a “un techo primero”, una política que busca darle una solución para que se reincorporen a la sociedad. Pensar solo en subsidios sería llenar de refugios.
-¿Y eso nunca se ha hecho?
-En algunos pedazos, más o menos. Antes había una visión mucho más de reparto de riqueza que una estrategia. Si no, ya hubiésemos disminuido los índices de pobreza en Chile.
“Me da risa el conservadurismo de la izquierda”
-De lo hecho en Corfo, ¿qué replicaría en este ministerio?
-A veces nos mareamos cuando estamos en posiciones de poder y pensamos solo en políticas públicas grandes y complejas. En la Corfo aprendí que las cosas simples son las más difíciles de hacer pero son las más efectivas para las personas. El gran problema que había allí era la burocracia y para eso escuché mucho a los emprendedores. Cuando todos pensaban que había que hacer la gran política industrial, lo que yo dije fue que no, que lo importante es que a los emprendedores les llegue la plata más rápido cuando ganan un concurso y presentar menos papeles. El mismo aprendizaje para el ministerio: se necesitan plataformas que acerquen y acorten los tiempos para la ayuda de las personas. Es importante la solución de largo plazo, pero lo más importante es que sea ahora.
-Este ministerio desde hace poco tiene el apellido nuevo “y la Familia”, lo que se ha cuestionado como algo tradicional y más conservador. ¿Cómo lo ve usted?
-Ojo con eso. Yo vengo de una familia donde fui criado por una madre soltera y soy padre de una familia de lo mal llamado tradicional. No hay familias correctas o incorrectas. A mí me da risa el conservadurismo de la izquierda en esta conversación porque cuando ellos piensan en familia, también se imaginan una familia tradicional. La familia es el núcleo donde las personas se desarrollan y el grueso de la población vive en una familia, que puede ser cualquier tipo de red, incluso no sanguínea. Como gobierno, cuando decimos que es Ministerio de Desarrollo Social y de la Familia, decimos que no podemos subrogar la instalación de las políticas públicas sobre esos núcleos básicos. En vez de transferir recursos a una persona en situación de calle, es más óptimo hacerlo a través de una familia que lo acoja. ¿Es mejor que esté un refugio perdido o con su núcleo familiar original? La solución a los problemas públicos no es lo estatal, sino que la comunidad.
-¿Cuál es el rol del Estado ahí?
-Intermediar y fortalecer a la comunidad. Algo pasó que nos pusimos súper individualistas de izquierda y derecha. La sociedad debe ser la protagonista. En algunos casos serán las ONG y en otros casos la familia más próxima. Pregúntale a alguien que esté en situación de calle o con problema de drogas si sabe cuál es la mejor solución, si su familia o una institución, y creo que la respuesta es clara.
Nota de la redacción
En 2010, Sebastián Sichel fue gerente general de Ediciones Giro País, empresa propietaria de El Dínamo.