Educación parvularia: ¿Cómo aumentar su valoración?
Agustín Foxley es investigador de Acción Educar.
A pesar del amplio consenso sobre los múltiples beneficios académicos y sociales de la educación inicial, las políticas públicas en esta área han sido discretas en los últimos años y esto se ha visto reflejado en las bajas tasas de cobertura que muestra el nivel. Mientras que las tasas de participación de la educación básica y media se han acercado a los niveles de la OCDE entre los años 2016 y 2022, en parvularia ha ocurrido lo contrario. En 2016, la cobertura de la educación para la población de 3 a 5 años del país promedio de la OCDE superaba a la chilena en 4,3 puntos porcentuales (p.p), brecha que se ha ampliado a 9,3 p.p según la información más reciente de la OCDE. Ante este problema surge, inevitablemente, la pregunta: ¿Cómo aumentamos la participación en la educación parvularia?
Entrevistas a distintos miembros de la comunidad educativa pueden darnos algunas luces. Las percepciones de los apoderados respecto al centro educativo juegan un papel central en la decisión de matrícula (JUNJI, 2017; CEPPE UC, 2024). Estas son influenciadas principalmente – según declaraciones de los propios apoderados en estudios cualitativos – por recomendaciones “boca a boca” y por las percepciones de seguridad y calidad del servicio (JUNJI, 2017; Stratigos y Ferench, 2018; CEPPE UC, 2024).
Es por esto que realizar instancias presenciales en donde se muestre a los apoderados el valor de asistir a este nivel, el enfoque pedagógico y la disponibilidad de cupos cercanos puede resultar en un incremento en la cobertura del nivel. No obstante, incidir de fondo en la valoración de asistir al jardín infantil entre los apoderados requerirá un esfuerzo bastante mayor.
La literatura identifica diversos factores que pueden desincentivar la decisión de matrícula en el nivel, entre ellos: una infraestructura deficiente; la incompatibilidad de la jornada laboral de los apoderados con los horarios de atención; y la falta de cupos cercanos al hogar (JUNJI, 2017; CEPPE UC, 2024). Si buscamos mejorar la valoración de los apoderados por este nivel educativo, tenemos la obligación de invertir en mantenciones y reparaciones de infraestructura. Para lograr esto, es necesario un catastro nacional de infraestructura (el cual se encuentra atrasado desde el año pasado). Siguiendo la misma línea, adecuar los horarios de los centros educativos a las obligaciones laborales de las familias podría levantar una barrera importante al acceso de los niños que hoy día no están pudiendo acceder a parvularia. Esta es una tarea compleja que debe ser evaluada por cada comunidad educativa. Asimismo, ante el problema de la distancia al centro educativo, se podrían ofrecer servicios o subsidios de transporte para estas familias y/o crear nuevos cupos en zonas donde esto ocurre con una mayor frecuencia.
Adicionalmente, optimizar los sistemas de información y postulación podría reducir fricciones para las familias en el proceso de inscripción, facilitando su elección.Finalmente, hacer efectivo el derecho a la educación en el nivel de Kínder podría tener un impacto positivo y significativo en las trayectorias educativas de sus beneficiarios.
Todas estas propuestas constituyen una estrategia robusta para una reactivación educativa a mediano y largo plazo. La evidencia es contundente en sus resultados, para Chile y distintos países del mundo: asistir a la educación inicial aumenta los puntajes obtenidos en pruebas estandarizadas (SIMCE, PISA, etc.) y reduce las probabilidades de repitencia y deserción escolar (Cortázar y otros, 2019; van Huizen y otros, 2019) . Si aspiramos a una educación chilena equitativa y de calidad para el futuro, es estrictamente necesario que hoy invirtamos en aumentar la cobertura de la educación parvularia.