Carolina Goic: “Si no hace un cambio radical ahora, la DC se extingue”
La única senadora de oposición que votó en contra del cuarto retiro desatando la furia bíblica de supuestos cristianos que le desearon incluso que le volviera el cáncer, deja el Congreso tras 16 años de ejercicio legislativo. Con un importante legado, la ex presidenta de la Democracia Cristiana y ex candidata presidencial de ese partido, habla sin filtro y con relajo de su nueva vida y hace anuncios varios.
Cumplirá 49 años al día siguiente de la segunda vuelta, justo cuando los chilenos hayan definido la elección más polarizada desde el regreso a la democracia. ¿Boric o Kast? El lunes 20 de diciembre lo sabremos, porque Carolina Goic Boroevic no cree que sea posible hacer pronósticos. “Me parece que va a ser una elección súper estrecha; hoy nadie puede anticipar el resultado”.
Estamos en la moderna oficina que le presta un amigo en Providencia. La ex presidenta de la Democracia Cristiana, ex candidata presidencial en 2017 por el hoy desangelado partido; la senadora que resolvió no ir a la reelección por segunda vez, aunque legalmente podría haberlo hecho; la congresista de oposición que votó en contra del cuarto retiro, desatando la furia de moros y demócrata cristianos, los que, en una actitud para algunos fascista y para otros simplemente inhumana, le desearon que le volviera el cáncer que padeció en 2012, pese a todo, se ve bien, relajada, cálida, aunque siempre contenida. No pela. No se pica. Ni se sale del discurso correcto, pese a la blusa color rojo intenso, que resalta sus ojos azules-verdosos.
Es bonita, la senadora que entró con 33 años a la Cámara de Diputados, donde estuvo durante dos periodos, para luego postularse al Senado y asumir en 2014. Fueron 16 años como parlamentaria que concluirán en marzo de 2022 con una producción legislativa importante: su firma está detrás de unas 50 leyes, donde destacan el post natal de 6 meses, la ley del cáncer, la ley de enfermedades raras (ley Ricarte Soto), la ley para que los padres cuiden a sus hijos enfermos, el plan nacional de demencia y el plan mental Sename. En varias de ellas, sobre todo en las que tienen que ver con salud mental, contó con el psiquiatra Alberto Larraín como asesor, al que conoció como militante decé, pero que hace rato dejó esas filas.
-Ahora entiendo que (Larraín) está con Boric.
-Sí, entiendo que sí.
-Debe ser así, porque además lo atendía por su TOC.
-Ah, ese es el espacio personal del candidato… Ahí no me meto –dice, siempre correcta. Y agrega: Con Alberto Larraín conseguimos algo muy positivo a raíz de la ley de salud mental: que no haya límites a las atenciones de salud mental, tal como no las hay en la salud física. Logramos que en virtud de esa ley la Superintendencia de Salud obligue a las isapres a no discriminar con las licencias por enfermedad mental, porque partían negándolas a priori como si la depresión o el estrés fueran inventos.
Otra ley de la que es parte es la del límite a la reelección de los parlamentarios. “Hay gente a la que respeto, pero que se ha ido perpetuando sin permitir la creación de nuevos liderazgos y del recambio, que es sano para las instituciones. Tras aprobar esa ley, resolví no ir a la relección, aunque podría haberlo hecho. Creo que uno debe dar señales de que está dispuesta a cumplir lo que impulsa. Era una opción, que había conversado hace un año con mi familia y mi entorno cercano, porque correspondía completar un ciclo”.
-¿Y quizás porque el clima en el Congreso se ha ido enrareciendo?
-Sí, hay un tema con el cómo se está haciendo política hoy. El Parlamento al cual yo entré en 2004 es muy distinto al actual. Entonces había un mayor cuidado de la institucionalidad, un mayor respeto de los parlamentarios por su rol, una mayor fraternidad. Una de las cosas que aprendí al entrar es que se podía estar en las antípodas ideológicas y enfrentarse por esos principios en las comisiones, pero al salir se podía convivir en respeto y armonía. Defender principios opuestos no te convertía enemigo. Hoy veo lo contrario: una polarización que nace del no honrar acuerdos, de practicar una política del ofertón, inspirada por la conveniencia inmediata, no por el mejor país que deberíamos estar construyendo en el largo plazo. Mi trabajo en el Congreso se ha ido transformando en una especie de camisa de fuerza y no en lo que quiero hacer en política.
Todas invitadas
A esta sagitariana le han tocado dos golpes existenciales duros. Terribles. La inesperada muerte de su padre el año 2000, a los 63, a causa de una intoxicación por monóxido de carbono. “Fue hace 21 años y aún recuerdo el llamado de mi hermano mayor, avisándome. Tomé el avión a Punta Arenas sin saber si mi mamá estaba viva, porque el accidente fue cuando ambos dormían en la parcela, que era el lugar favorito de mi papá. Con el tiempo, una agradece que se haya ido así, sin saberlo, plácidamente, en su casa, junto a mi mamá, que fue el amor de su vida. Siempre he sentido que él me acompaña y que yo he hecho la posta, porque él dejó a incompletas sus inquietudes políticas. Estuvo a cargo de la Reforma Agraria en Magallanes con Frei Montalva, fue un falangista inspirado, más que por ideas políticas, por sueños de mejora social, y, pese a sus méritos, nunca pudo ser candidato en Magallanes por esas pequeñeces del partido, que nunca le dio un cupo. Es bonito sentir que he continuado la senda que él me señaló”.
El otro guadañazo –casi literal– fue el cáncer linfático, que le descubrieron en 2012. Al respecto, dice: “Cuando logramos sacar la Ley Nacional del Cáncer, que fue súper importante en lo personal, sentí que podía cerrar un ciclo. Cuando volví del cáncer, iniciaba un segundo periodo como diputada y estaba terminando el tratamiento, entonces muchos me decían para qué después de lo que te pasó. Prioriza tu salud, a tu familia, pero yo quise seguir trabajando porque esa experiencia me acercó a cuestiones súper humanas. Sentí la obligación de alzar la voz por los que no tienen cómo hacerse oír. Nos demoramos casi ocho años en sacarla adelante, luego fui presidenta de mi partido, candidata presidencial… y ahora busco servir desde otro espacio.
-¿Cuál es ese otro espacio?
-El que me tiene más entusiasmada es que armamos una fundación dedicada a los temas de género. Se llama Todas y están todas invitadas a participar, porque lo fundamental es que será un espacio inclusivo. Las mujeres somos capaces de crear puentes, de cambiar las formas y el tono de las conversaciones. Y creo que eso es urgente hoy, no sólo en Chile, sino en el mundo. Las mujeres de todas las edades, condiciones, formación, tenemos mucho que aportar, no desde una mirada partidista, sino con una visión amplia, humanista, con sentido de pertenencia a los territorios. Las mujeres tenemos la capacidad de salir adelante. Somos expertas en resiliencia. Logramos, frente a la adversidad, salir fortalecidas. Eso lo veo en mi propia historia, pero sobre todo en las de tantas otras que no se preguntan por qué a mí, sino para qué a mí. Y se paran, se las arreglan y salen adelante, fuertes, mejores.
-¿Quiénes la integran, ya está funcionando?
-No te puedo contar aún. La lanzaremos después del 12 de marzo. Te llegará invitación.
Opinar A, votar B
La aún senadora, como buena trabajadora social, usa los conceptos en boga en las ciencias sociales: resiliencia, apego, tejido y cohesión social, comunidad, territorio. Y las del mundo de la oncología, el segundo de sus grandes afanes. “Cuando deje el Senado, mantendré mi compromiso con el Foro Nacional del Cáncer, que fue la fundación que nos convocó para trabajar en la Ley Nacional del Cáncer. Ellos sentaron las bases de lo que yo convertí en proyecto. La encabeza el doctor Jorge Jiménez de la Jara, con el que he construido una relación muy bonita en estos años”.
De esta nueva etapa, también la pone feliz y “me produce un gran alivio no tener que ir a Valparaíso todos los martes, ya no hacer más ese trayecto”. Y a la hora de lamentar lo que más extrañará menciona a su equipo. “Pasé años con ellos, a veces más que con mi propia familia. Echaré de menos a ese grupo de amigos con los que afrontamos todas las tormentas”.
-Tu familia, sin embargo, debe estar feliz…
-El día en que yo di una entrevista a La Tercera contando que no iría a la relección, hace como un año, mi marido y mis dos hijas me esperaban en la cocina de nuestra casa magallánica, donde pasamos cinco meses recluidos a causa de la emergencia sanitaria. Ese fue un tiempo de reencuentro súper lindo, porque coincidió con el último año de colegio de la mayor; fue la otra cara de la pandemia, la positiva. Me acuerdo que entré a la cocina y al verlos tan felices le tomé el peso a lo que significa para ellos este cambio.
Dice que sus hijas han tenido poco a la mamá, pero muy presente al papá. A Christian Kirk, el biólogo marino y fotógrafo con el que está casada desde hace 23 años. Y al que las niñas llaman “mapi”, como confesó en una lejana entrevista. “Ellas son magallánicas de tomo y lomo. Son orgullosas regionalistas. Unas tremendas líderes, llenas de convicciones, aunque no están en ningún partido político. Son mujeres de este tiempo, muy empoderadas y claras con sus proyectos”.
Las hermanas Kirk-Goic tienen 18 y 14 años, y su madre dice de ellas, con chochera: “Resumen lo mejor del papá y de la mamá”. También comenta que sabe que, “pese a los costos que ha tenido para ellas ser hijas mías, por la exposición y la escasez de tiempo, están orgullosas de su mamá; me lo han dicho”.
-Me imagino que ha sido muy duro afrontar los ataques por tu voto en contra del cuarto retiro…
-Sí, lo ha sido. Uno se pregunta cómo, amparada en el anonimato de las redes sociales, la gente está dispuesta a semejante nivel de agresividad, el que no tendrían mirándote de frente. Debemos terminar con la violencia, sobre todo con la que se ejerce en redes sociales en contra de las mujeres, que es mucho más brutal.
-¿Sentiste que hubo poca solidaridad frente a los ataques que recibiste?
-Recibí muchos mensajes maravillosos de gente que me sorprendió y que valoro muchísimo, así como otros de personas en que nunca hubiera imaginado esas violentas reacciones. Lo que más me preocupa de eso es el tipo de sociedad que estamos construyendo. Yo siempre defenderé el derecho de todos a pensar distinto. Estamos en democracia, cuánto nos costó recuperarla. No podemos permitir que el temor a las funas nos impida actuar en conciencia.
-¿Esta polarización a qué se debe? ¿Cuánto tiene que ver con lo que Vargas Llosa llama “la sociedad del espectáculo”?
-Hay mucho de eso. Llevar la política al matinal de televisión es eso. Cuando un político está dispuesto a decir cualquier cosa con tal de aparecer en la tele, todo se transa y se empieza a minar la institucionalidad. Las últimas discusiones que hemos tenido son reflejo de eso, el no hacer caso a las razones técnicas que advierten los economistas de todos los signos. Nunca habíamos visto tanta desconexión con la realidad, tanta voltereta. Que hoy una persona que opina A, al día siguiente vote B, revela una total pérdida de credibilidad. Cuando empezamos a creerle más al Twitter con todo su ejército de bots que al trabajo directo con las personas en terreno, el sinsentido es total. Los parlamentarios estamos para conducir procesos en favor del país, no para movernos de acuerdo a las encuestas, en una búsqueda de popularidad, de acuerdo al trending topic del día.
Partido en etapa de extinción
-¿Cómo ves el presente de tu partido, la DC?
-Mal, muy mal. Fue muy duro el resultado en la primera vuelta y en las elecciones parlamentarias. ¡Quedamos quintos como opción! De los 14 diputados que teníamos, bajamos a 8. Y lo peor de todo, dejamos de ser alternativa.
-¿Era muy mala la candidata Yasna?
-Esto no tiene que ver con cuestiones personales. Sí creo que hay que revisar la campaña. Hubo temas que debieron plantearse con más claridad. Yo fui muy crítica de que se pusieran los énfasis en cosas que se estaban discutiendo en el Parlamento y no en el programa de gobierno, que era súper rico. Se desperdició el mostrar un equipo que daba prueba de gobernabilidad. Ahora lo que corresponde es leer con mucha humildad lo que las personas nos están diciendo desde hace rato. Si no aprovechamos este punto de inflexión y hacemos un cambio sustantivo, en la próxima elección, vamos a desaparecer, porque no estamos sintonizando con lo que la gente quiere y vivimos de los enfrentamientos internos.
-¿No te has planteado dejar el partido?
-No, pero sí me interesa lograr esa autocrítica profunda y no seguir sacándonos los ojos entre nosotros. Siento que conviven dos mundos distintos dentro del mismo partido y ahí hay algo que sincerar, si no estamos condenados a la extinción. Y a mí me encanta la política y no necesito un cargo parlamentario para influir y actuar políticamente. La política no se hace sólo en el Parlamento. Hoy la gente nos puso en la oposición. Fuera del gobierno y desde allí debemos aportar. Sacar adelante la postergada reforma previsional, por ejemplo. Debemos convertirnos en un componente articulador que recupere la palabra acuerdo, donde yo cedo un poquito y tú otro, y lo que logramos es mejor para todos.
-Eso se ve bien imposible hoy.
-Sí, pero ese es el partido en el que yo creo.
-¿Y votarás por Boric?
-No he escuchado a ni un decé decir estoy con Kast, pero tampoco el proyecto de Boric es el que nosotros presentamos a la ciudadanía.
-Al menos tienes afinidad magallánica con él…
-Siempre he hablado bien de Gabriel, además, es hijo de una familia demócrata cristiana de la región. En lo parlamentario, ha sido fácil trabajar con él, pese a nuestras diferencias políticas. Es una persona que plantea sus puntos de manera directa, clara y, ciertamente, siempre nos pondremos la camiseta regional en las causas que nos tocan e importan, como sucedió con la reacción frente a la emblemática alza del gas.
Carolina Goic no habla bien, en cambio, de Johannes Kayser, “el diputado cavernario”, como ha sido llamado; de la manera de hacer política de Pamela Jiles, que acusó a la senadora de usar su enfermedad para inspirar lástima; y del constituyente constitucional Rodrigo Rojas Vade, que “estafó la fe pública e hirió a los verdaderos enfermos de cáncer y a sus agrupaciones. Hay cuestiones con las que no se juega y límites que no se cruzan”, dice sobre estos dos últimos personajes. Y agrega: “Cuando se acusa al presidente Piñera hoy, yo pienso: mucho de todo esto lo sabíamos, ¿por qué entonces salió electo? Por eso, no da lo mismo por quién se vota. No es posible que se vote para presidente por quien tiene una cuantiosa deuda de alimentos. El llamado es a votar informado y responsablemente”, sostiene la ya cuasi ex senadora cuya divisa en la vida es encontrar el para qué de las cosas, mucho más que el por qué nos pasan”.