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Fue el 14 de abril cuando el Superior General del Sodalicio, José David Correa, firmó el decreto de cierre de la comunidad en la sede del Dicasterio para Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica. Y tan solo unos días antes se notificó el mismo futuro para las ramas femeninas de la organización: las Siervas del Plan de Dios y la Fraternidad Mariana de la Reconciliación, así como también para el Movimiento de Vida Cristiana que reunía a los laicos.

Elise Ann Allen, periodista del medio vaticano The Crux, y experta en el papado; considera que la supresión del Sodalicio “será uno de los momentos definitorios del legado del Papa Francisco”. “Fue una investigación muy complicada y se necesitó mucho coraje para suprimir el Sodalicio, cuando se le presentaron las pruebas claras y condenatorias de abusos generalizados, corrupción financiera y encubrimiento, así como los repetidos ataques contra las víctimas, los periodistas y cualquier otra persona que hablara sobre los abusos y corrupción del SCV, ataques que continúan hasta el día de hoy”.

Fuentes vaticanas comentan que lo que demuestra el cierre del Sodalicio es el gran legado de Francisco en torno a los abusos en la Iglesia. Sus antecesores habían luchado contra la pederastia, pero Francisco luchó en contra del poder, logrando entender que la problemática de los abusos en la Iglesia iban más allá de los abusos sexuales.

El Sodalicio de Vida Cristiana, también conocido por su nombre en latín Sodalitium Christianae Vítae (SCV), nació en los años 70 en Perú. Fue fundado por Luis Fernando Figari y tuvo una rápida expansión en Latinoamérica y el resto del mundo. A Chile llegaron a inicios del 2000 invitados por el cardenal Francisco Javier Errázuriz, quien tenía una relación de cercanía con Figari. Se habían conocido a inicio de los 90 cuando el cardenal trabajaba como secretario de la Congregación de Institutos de Vida Consagrada y Sociedad de Vida Apostólica, departamento vaticano del que dependía el Sodalicio. Durante ese tiempo, Errázuriz habría contribuido a que la institución lograra su Aprobación Pontificia.

Las primeras críticas en contra del movimiento surgieron a inicios del 2000 en medios de comunicación peruanos. Ex miembros de la comunidad denunciaban prácticas sectarias de captación y distanciamiento de las familias. También maltrato físico y psicológico. En ese contexto, un destacado psiquiatra del país vecino, Jorge Bruce, se atrevió a decir en un programa de televisión en vivo, que no dudaba de que hubiese abusos sexuales en la comunidad. Por supuesto esto se transformó en un escándalo y fue rápidamente desmentido por los religiosos, quienes siguieron su proceso expansivo.

No fue hasta el 2015 cuando el caso realmente estalló, gracias a la investigación periodística de Pedro Salinas y Paola Ugaz, quienes denunciaron los abusos en contra de la institución en el libro Mitad Monje, mitad soldados (Planeta Perú).

Tras la publicación, Paola Ugaz siguió la huella financiera del SCV. La red, dirigida por el sacerdote Jaime Bartl, conocido en Chile por su vínculo con el empresariado local, fue construida gracias al tratado firmado por el Vaticano y Perú, conocido como el concordato. Este acuerdo permitió al Sodalicio constituir empresas bajo el paraguas de la Iglesia Católica y no pagar impuestos. “El entramado que sumó en su momento cerca de mil millones de dólares entre bienes y empresas, está formado por negocios de cementerios, agroexportadoras, inmobiliarias y hasta una productora de teatro. Están en Estados Unidos, Colombia, Costa Rica, Ecuador, entre otros. Imagínense que son socios de los dueños de la aerolínea Latam. Además de no pagar impuestos, usaban a los miembros del Sodalicio como mano de obra barata en las empresas. A raíz de esta pesquisa empieza la persecución contra nosotros en 2018”, comenta Paola Ugaz, quien tiene varios procesos judiciales por sus investigaciones en contra del SCV.

En 2017 el caso salpicó a una de las ramas femeninas del Sodalicio, las Siervas del Plan de Dios. En un reportaje publicado en Chile por El Mostrador, se dio a conocer por primera vez que también existían denuncias en contra de las monjas por abuso de poder y maltrato psicológico a las novicias que estaban en proceso de entrar a la comunidad.

El escándalo de las monjas alcanzó su peak en 2022 con la publicación del libro Siervas, el historial de abuso de las monjas sodalicias (Planeta Chile). Entre las historias que recopila el libro, hay una treintena de testimonios que retratan el horror que se vivía en las comunidades. La obediencia era la columna vertebral de esta organización. Bajo esta lógica ocurrieron muchos abusos que dejaron secuelas de por vida entre las víctimas, desde trastornos psicológicos, pasando por intentos de suicidio, hasta secuelas físicas como el caso de una religiosa que quedó lisiada.

“El Sodalicio tiene contactos en el interior del Vaticano, y creo que el Papa probablemente estaba mal informado o mal aconsejado por sus asesores de confianza, que le convencieron de que el Sodalicio era reformable. Sólo después de reunirse con la periodista Paola Ugaz se enteró de la verdad y decidió actuar, enviando a sus dos principales investigadores para descubrir la verdad” indica Elise Ann Allen.

Para Pedro Salinas, autor de La verdad nos hizo libres (Debate, 2025), uno de los periodistas que lleva más de 10 años investigando y denunciando el caso, indica que, “el papa Francisco debe ser el primer Papa que reconoce la labor fundamental y crucial del periodismo investigativo en los casos de abusos en la Iglesia Vatólica”.

El encuentro con la periodista Paola Ugaz fue un hito. Ocurrió en noviembre de 2022. Sin embargo, en 2019 el Papa ya se había contactado con ella, a través de una carta escrita de su puño y letra, ofreciéndole su solidaridad por la persecución judicial que habían iniciado en su contra algunos miembros de la institución. Paola Ugaz recuerda que cuando se reunió con él, “le pido enviar una misión a Perú para comprobar lo que decíamos y hacer algo con una organización que quería vernos en la cárcel por investigarlos. Ocho meses después el Papa envía la misión”.

Pedro Salinas y Paola Ugaz junto a Francisco. FOTO: Elise Ann Allen
Pedro Salinas y Paola Ugaz junto a Francisco. FOTO: Elise Ann Allen

En julio de 2023 Francisco nombró dos investigadores especiales para darle seguimiento a las denuncias de abusos en contra del Sodalicio. Los encargados de analizar los antecedentes fueron el arzobispo de Malta, Charles Scicluna y el sacerdote español Jordi Bertomeu, ambos miembros del Dicasterio para la Doctrina de la Fe; y los mismos que investigaron anteriormente los abusos en la iglesia chilena. Su experiencia en nuestro país fue fundamental para el nombramiento.

Los investigadores descubrieron que los abusos del Sodalicio no solo se enmarcaron en el plano sexual, sino también en distintas formas de abuso de poder contra sus seguidores y corrupción económica, además de tácticas de persecución contra los denunciantes. Tras la investigación, en agosto de 2024 se expulsó al fundador de la organización, Luis Fernando Figari, por acusaciones de violencia física, psicológica y sexual contra adultos y menores de edad.

Las repercusiones de la misión Scicluna-Bertomeu continuaron y hacia finales del 2024 el Vaticano ordenó la expulsión de una decena de miembros de la comunidad, la mayoría con cargos de autoridad. Entre ellos se destaca el sacerdote Jaima Baertl, que tuvo fuertes vínculos con el empresariado chileno, llegando incluso a ser el artífice del traspaso de la Universidad Gabriela Mistral al SCV. Según el comunicado oficial de la Santa Sede, las gestiones económicas e inversiones promovidas por Baertl, “constituyen acciones pecaminosas que traicionan el Evangelio. Además son ilícitos canónicos intolerables”.

Para monseñor Jordi Bertomeu, la supresión del Sodalicio “es una decisión personalísima del Papa Francisco y los dicasterios de la curia, que han valorado el material probatorio que recopiló la misión especial Scicluna-Bertomeu. Francisco, en su compromiso con la justicia y la tutela de los más vulnerables procedió a esta supresión cuando se dio cuenta que no había carisma original en Figari, y que además este falso fundador había impuesto un sistema abusivo con tintes sectarios a sus seguidores”.

Pedro Salinas considera que, “firma el decreto porque la ingente información escandalosa que recibe es tal, que no le cupo ninguna duda de que debía suprimirlo. Se demoró demasiado, es verdad. Pero lo hizo. Actuando a conciencia, con responsabilidad y justicia. Pero también quedó claro que los tiempos de la Iglesia no son los tiempos de las víctimas”.

La supresión del Sodalicio no solo implica el cierre de una comunidad de religiosos, sino de todo un movimiento generado en torno a ellos, lo que marca un hito. Fue así como el 4 de abril de este año se notificó la supresión de las monjas sodalicias. Entre las razones que el decreto esgrime para la supresión de las Siervas del Plan de Dios, está la falta de carisma fundacional y el sufrimiento ocasionado a tantas víctimas. Bajo esta misma lógica, también se suprimió la Fraternidad Mariana de la Reconciliación y el Movimiento de Vida Cristiana. Con esto, el Vaticano reconoce por fin que algunos de los fundadores de movimientos que tanto proliferaron los últimos años, eran ‘gurús’ que propiciaban el sectarismo.

A través de un comunicado de prensa oficial, indican desde la organización que manifiesta “su dolor y vergüenza por el enorme sufrimiento causado por el sistema sectario y, en consecuencia, abusivo en el que se vivió la consagración al Señor con votos privados. La falta del debido respeto y cuidado a cada persona se evidenció desde la captación vocacional, el posterior alejamiento de las familias, el ejercicio abusivo de la autoridad con abusos físicos y psicológicos, la manipulación sistemática de la conciencia o el abandono tras la salida de la Comunidad. Además, se reaccionó tarde y mal, sin justicia ni caridad, al sufrimiento de las víctimas, revictimizándolas al no escucharlas, minimizar su dolor o incluso negarles su condición de víctimas”.

En una carta enviada a las Siervas por Jordi Bertomeu, a la que este medio tuvo acceso, indica que todo esto sucedió sin un debido acompañamiento de la Iglesia, que no siempre supo estar atenta al sufrimiento de las víctimas.

La supresión del Sodalicio no ha estado exenta de críticas. Incluso, en Perú se puso una demanda judicial contra Jordi Bertomeu. Paola Ugaz comenta que, “la decisión de Francisco de suprimir el Sodalicio, una organización similar a los Legionarios de Cristo en México y todas sus ramas, fue hecha de a poco. No creo que era un decisión tomada, pero creo que la gota que rebalsó el vaso fue cuando (en el Sodalicio) fieles a su espíritu vengativo iniciaron una demanda a través de sus satélites a monseñor Bertomeu y lanzaron campañas de enlodamiento contra el cardenal Robert Prevost y el arzobispo Charles Scicluna. Cuando el Papa vio que perseguían a su equipo tal como hicieron con los periodistas, decidió suprimirlos por ser una secta abusiva. En la última cita que tuve en diciembre pasado, le agradecí a Francisco su papel fundamental en esta historia que forma parte ya de su legado. La última decisión de Francisco en el caso es el envío de la información de la economía del sodalicio por competencia a los organismos judiciales de Estados Unidos”.

Para Elise Ann Allen el legado del Papa Francisco sobre la crisis de abusos sexuales en la Iglesia Católica es mixto. “Tuvo algunos errores muy grandes y muy graves al principio, en el caso del arzobispo Augusto Zanchetta (condenado por abuso sexual contra seminaristas) y también en la crisis nacional en Chile, y por supuesto hay preguntas sin respuesta sobre lo que sabía, y cuál fue su posible implicación en el caso en curso contra el famoso ex artista jesuita Marko Rupnik (excomulgado por abusar de mujeres). Sin embargo, lo que el Papa Francisco demostró claramente, y lo que también será una gran parte de su legado, es que cuando se equivocó no tuvo miedo de admitir su error y cambiar de rumbo. Es alguien que quería desesperadamente hacer lo correcto en la crisis de los abusos. Creo que estaba profundamente dolido y enfadado por las mentiras y el encubrimiento por parte de obispos e incluso cardenales, y cuando fue realmente consciente del intenso sufrimiento que sentían las víctimas, intentó estar cerca de ellas y aliviar su sufrimiento. Por supuesto, uno de sus mayores legados en el tema de los abusos será su decisión de suprimir el Sodalicio”, explica.