La elección municipal no es un termómetro, sino solo una referencia para las candidaturas presidenciales, en lo cual aún queda mucho por conocer respecto a candidatas y candidatos, alternativas, equipos y programas.
La señal, -a mi juicio bordeando lo irresponsable-, de no aprobar el proyecto de ley de reajuste del sector público el miércoles 2 de noviembre, es una más; sin embargo, fue posterior a la queja de la DC (que con ella no se juega) y su congelamiento con la Moneda, además de las variadas críticas de los partidos políticos, incluso de los presidenciables de la Nueva Mayoría.
Todo partió con una denuncia en contra de José Manuel Palacios (UDI) que lo acusaba de no haberse abstenido en votaciones respecto del plan regulador de la comuna mientras era concejal, modificación que cambió el valor de algunas propiedades que habrían pertenecido a su padre. El aludido indica que esta presentación más bien le parece “una estrategia política. Tendremos que tomar las medidas del caso porque no es posible que sigan perseverando con esto, en desmedro de mi imagen”.
El medio estadounidense publicó un artículo que hace un recuento de la serie de situaciones que culminaron con el fuerte revés que la coalición oficialista sufrió en los pasados comicios.
El triunfo de la derecha no se debe, necesariamente, a un cambio de ideología ni a un descontento de los electores o repudio de los votantes de centro izquierda. Obedece a un trabajo consciente, sistemático y dirigido de las facciones disidentes de la coalición de gobierno que, volviendo a sus orígenes fundamentales, retomaron la función instrumental de su organización y lograron controlar ese porcentaje de votos que decide una elección. Fue con votos prestados o arrendados. La derecha debe entender que de no poner énfasis en su trabajo de bases, abrirse a nuevos elementos e ideas y cambiar su estrategia electoral, más allá de los eventuales sicarios electorales, no podrá superar el histórico 30% de votos en que está atrapada hace más de un siglo.
La iniciativa responsabiliza a estos llamados de la abstención, recalcando que "ha logrado parte de su objetivo político y ha influenciado la decisión de los y las electoras de no concurrir a las urnas, provocando el efecto de menor participación".
Esto en medio de las peticiones de varios sectores para que el voto vuelva a ser obligatorio para aumentar la participación de las personas en definiciones políticas.
Desde la falange aseguran que han sido el partido más perjudicado y el dique de contención de los problemas del Ejecutivo. La advertencia que hicieron, tras el congelamiento en el comité político, revela una estrategia que busca reposicionarse dentro del bloque, explican analistas.