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Actualizado el 27 de Septiembre de 2019

Giannina Fruttero, actriz de Ema: “El amor heteronormado nos ha llevado a que sean más las mujeres asesinadas”

La actriz de la nueva cinta de Pablo Larraín, que debutó este jueves en los cines locales, desmenuzó su trabajo en este nuevo proyecto y a su vez, entregó su visión del escenario que vive actualmente el cine chileno.

Por Rodrigo León
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Hemos visto en más de una ocasión a Giannina Fruttero y ahora regresa en Ema, la nueva cinta de Pablo Larraín. Anteriormente la había visto en televisión, donde trabajó en reconocidas series como Zamudio, Ramona y La Cacería: Las Niñas de Alto Hospicio, donde se codeó con directores como Juan Ignacio Sabatini y Andrés Wood.

Ahora, la joven actriz dio el salto a la pantalla grande en su primer trabajo con Fábula Producciones, el que debutó este jueves en las salas nacionales tras su paso por prestigiosos festivales como el de Venecia, Toronto y San Sebastián.

En conversación con El Dínamo, Giannina Fruttero desmenuzó su trabajo con el reconocido director, además de entregar su propia visión de las temáticas que vemos en Ema, protagonizada por Mariana Di Girolamo.

Pero, la artista también aprovechó la oportunidad de entregar una descarnada crítica al escenario que vive actualmente el cine chileno apuntando directamente “a los poderosos”.

¿Cómo fue esta experiencia trabajando con Pablo Larraín?

Es un director que yo admiro hace mucho tiempo y deseaba mucho trabajar con él en algún momento. Fue bien increíble porque fue un proceso particular, en el sentido de que requirió de mucho entrenamiento de parte de nosotras. Estuvimos casi dos meses con ensayos de canto y baile, logramos generar un grupo súper conectado y, al mismo tiempo, no teníamos un guión, trabajábamos por escenas en rodaje y eso es particular. Uno no acostumbra a trabajar sin guión, es un poco entregarse y dar ese salto al vacío. Todo el tiempo estuve muy tranquila sin tener el peso que te da el guión, independiente a eso, confiando en Pablo, con esa tranquilidad que te da él.

¿Qué es lo que más te llamó la atención del proyecto?

La mirada particular de Pablo y, en cada escena, iba descubriendo la búsqueda sobre intentar retratar una nueva generación, una forma diferente y mucho más remecedora de vivir, de presentarse en este mundo, que es la forma que nos están enseñando las generaciones más jóvenes. Yo estoy justo en el medio, si bien soy parte de esta generación, a la vez también puedo ir aprendiendo y viendo de las generaciones más pequeñas aún, como la de mi hija que va a cumplir 13 años ahora, que está constantemente enseñándome una forma de ver cómo estar y cómo existir en esta sociedad. Para mí la película fue un descubrir, una investigación muy particular sobre una nueva mirada.

¿Era el baile parte de tu vida antes de Ema?

De pequeña, sí, siempre he tenido una relación cercana con la danza. Partí con danza folclórica, después derivé a la clásica, después a la urbana y así. Pero particularmente, antes de empezar esta película, llevaba fácil unos cuatro años sin un entrenamiento constante de baile, entonces fue todo un desafío volver a las canchas. Porque, claro, uno tiene memoria corporal pero se entrena. En ese sentido requería un esfuerzo un poquito mayor de mi parte, porque la mayoría de mis colegas estaban constantemente desde la danza con su cuerpo. Algo que ellas se demoraban diez minutos en sacar, yo tenía que irme con tarea para la casa. Pero sí, de cierta manera, siempre ha sido parte de mi vida.

El reggaetón tiene un rol fundamental en Ema, ¿cuál es o era tu relación con este tipo de música?

El reggaetón fue parte de mi generación desde la adolescencia, cuando recién llegó a instalarse a Chile. Yo tenía una relación con harto prejuicio, porque yo conocí el primero, el duro, el machista, que yo rechacé durante mi adolescencia. Yo vine a acercarme al reggaetón ahora grande, el nuevo reggaetón, se habla del post-reggaetón, en cuanto a la forma de abordarlo. Hoy hay muchas chicas haciendo reggaetón, rap-reggaetón, cumbia rap. Creo que esas líneas antiguas ya se han ido difuminando y hoy día mi relación con él viene desde una postura política, que viene desde un lugar que tiene un contenido que a mí me interesa abordar y experimentar. Tiene que ver también con cómo tú te relacionas con tu cuerpo, cómo es una música o un baile que te permite pensar tu sexualidad y sensualidad desde otros prismas, no desde los clásicos opinamos heteronormados. En ese sentido, mi relación con el reggaetón es completamente distinta a como cuando recién salió. Yo bailo y lo disfruto pero desde este lugar que te comento.

Ema retrata estos distintos tipos de relación que existen hoy día, como el poliamor. ¿Cuál es tu visión respecto a esto?

No es algo nuevo, es algo que existe desde principios de la humanidad, solo que hoy se habla y se tienen posturas más claras y con menos miedo. Pienso que la adolescencia actual no está invitando a dejar estas definiciones tan estrictas como ‘homosexual’, ‘bisexual’, ‘poliamor’, y no está invitando a simplemente existir, simplemente ser, y relacionarnos con otro cuerpo el cual me atrae o el cual puedo amar, o compartir experiencias. Creo que esa es la invitación que, de cierta manera, a mí desde dentro del trabajo de la película, me dejó un campo más fértil y a disposición de conocer estas otras experiencias que, en mi época cuando yo era adolescente, no se hablaba. Más que pensar en exponer sobre la diversidad o las diversas formas de relacionarnos sexo-afectivo, pienso que hoy la reflexión pasa más por cómo existimos hoy en el mundo, cómo yo me relaciono de una manera responsable sexo-afectivamente con el otro o con la otra. Y como también juntos podemos construir un espacio emocional más que intelectual con el cual estamos dispuestos darle cara a la vida porque está dura en todos los términos, partiendo con lo que pasa con el cambio climático. También cómo me relaciono desde mi cuerpo y mi subjetividad con eso.

¿Crees que estamos viviendo el fin del ‘amor romántico’ que nos enseñaron desde chicos?

Uf, espero con todo mi corazón que eso se acabe ya. Realmente, más que viviendo el fin del amor romántico, estamos viviendo un despertar sobre un amor más honesto, más transparente, menos posesivo, la monogamia se cuestiona, está en tela de juicio constantemente. Están renaciendo los pensamientos y las emociones, eso era lo que necesitamos para seguir avanzando como sociedad. Porque el amor que nos enseñaron a nosotros, el de Disney, el heteronormado y machista, solamente nos ha llevado a que sean más las mujeres asesinadas, a que cada vez desaparezcan más lesbianas, homosexuales y transgénero y que a nadie le importe. A que la prostitución se hable desde un lugar completamente oscuro o invisibilizado. Creo que realmente, este derrumbe del amor heteronormado y clásico, es parte de la anarquía emocional e intelectual que se está viviendo y lo considero fundamental para no seguir destruyéndonos como humanidad.

Volviendo a tu carrera, previo a Ema, participaste en series que tocaron temas históricos y contingentes. ¿Son importantes estas temáticas en TV?

Sí, claramente. No solamente como temas contingentes e históricos, el hecho de estar revisando constantemente nuestra memoria, ya sea a corto o largo plazo, como Zamudio que, claro, pasó hace no tantos años atrás, o Ramona que es como serie de época, en el ’68. Revisar la memoria es un acto político, es un ejercicio constante que no hay que perder porque forma parte de una especie de columna vertebral de nuestras reflexiones sobre todo en el cine, porque el cine tiene esa capacidad de revisar la historia desde la imagen, que es algo que se va disolviendo a lo largo de la vida de uno. Transmitir esa historia a través de la imagen es un poder que el cine tiene que ocupar.

¿Cuál de estos personajes te marcó más en tu carrera?

Pienso que Ramona, por el hecho de ser la primera serie en que yo era protagonista e implicaba un nivel de energía, entrega y trabajo mucho más fuerte, más intenso, y al mismo tiempo era la primera serie que me abría las puertas a poder relacionarme con más directores y guionistas, para ir armando este camino actoral. En ese sentido, Ramona fue, por ser el primero y gran proyecto, podría decirte que me ha marcado fuerte. Pero también, precisamente Ema, si bien no era un rol protagónico ni nada por el estilo, el nivel de intensidad y de entrega y de amor que le pusimos a este trabajo, y de sororidad que se generó ente nosotras, las bailarinas. Este grupo, para mí, en términos de relacionarte desde el feminismo y la sororidad, me marcó en lo concreto como en relaciones humanas, más allá del producto final. Si hablamos de marcar, podría ser Ramona por un tema de hito en mi carrera y Ema por todo lo que se generó a nivel personal con las otras chicas.

Hasta el momento no te hemos visto participar en teleseries, ¿has pensado trabajar en alguna o rechazas tajantemente incursionar de este género?

No lo rechazo tajantemente, creo han pasado varias cosas: no se ha dado la posibilidad, los momentos en que me han invitado a participar en alguna teleserie yo estaba haciendo cine o teatro, que son mis pilares en mi carrera. Entonces, tengo una preferencia desde la experiencia como el lugar de investigación que yo quiero desarrollar, como actriz. Pero no es que me haya cerrado a la posibilidad de hacer teleseries, simplemente por circunstancias no he llegado a concretarlo. Pero tampoco es un lugar, para mí, desconocido.

El “peligroso” escenario del cine chileno

A la hora de referirse a la situación del cine chileno en la actualidad, Giannina Fruttero no se guardó nada y aseguró que “Chile está en un lugar peligroso”.

“Tenemos unos representantes que han logrado llegar a cines internacionales, como Pablo Larraín, (Sebastián) Lelio y otros más que lo han logrado y que se habla mucho más de ellos afuera que acá”, sostuvo. Sin embargo, esto se contrapone con “que el Gobierno no le está tomando el valor, el peso y el potencial que efectivamente tiene el cine en Chile”.

En esa misma línea, agrega que “el aporte que están ofreciendo los directores es gigante y creo y veo que en Chile no lo están valorando, ni percibiendo, ni apoyando, eso es peligroso”.

“Por un lado hay un talento, hay excelentes guionistas, excelentes dramaturgos, excelentes directores y directoras, cada vez más gente dedicándose a esto y entregando todo, pero si no tienes un sistema, ya sea que venga del gobierno o de privados, pero que pueda generar una red de soporte que sustente y que promueva todo esto que está pasando”, indicó.

Fruttero lo ejemplifica a la hora de recordar su estadía en España hace unos meses donde pudo “ver cómo funciona la industria en otros lugares, y Chile, a pesar de tener excelentes y brillantes representantes de gran calidad, seguimos siendo una hormiga. Eso no va a cambiar hasta que la gente que tiene el poder de promover y de apoyar y darle soporte al cine, lo haga”.

“He estado en festivales afuera y todos ‘oh, cine chileno es tan lindo pero conozco tan poquito’… Entonces, aquí levantar una película para gente común y corriente es el sueño imposible, todos lo hacemos con cariño, energía y aguante, lo intentamos, y aún así llegamos a festivales de clase A”, continuó.

Para cerrar, “si tú me preguntas por el panorama del cine chileno, creo que estamos en este riesgo o peligro de que no solamente el Gobierno o la gente que puede apoyar, no lo hace“.

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