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Aumenta la tensión: policías de Hong Kong mojan a manifestantes con pintura azul para marcarlos

La policía tuvo que pedir disculpas diciendo que accidentalmente mojó un templo cuando un grupo de personas se agolpó fuera del edificio.

Hong Kong
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Luego de dos semanas de relativa calma, el caos se volvió a apoderar de Hong Kong durante una nueva jornada de protestas no autorizadas.

Evidenciando un movimiento opositor que lejos de debilitarse, está mucho más fortalecido, los hongkoneses volvieron a las calles ayer para protestar contra el Gobierno de Carrie Lam.

La marcha, que no contaba con permiso de las autoridades, tenía como eje principal protestar contra la ley antimáscaras, proyecto de emergencia que prohíbe el uso de las máscaras incluso en las manifestaciones autorizadas.

Con el paso de las horas, los radicales bloquearon carreteras, lanzaron molotov a una comisaría de policía y destrozaron cajeros automáticos y estaciones de metro.

Ante la compleja situación, la policía de Hong Kong usó carros lanza aguas y gases lacrimógenos contra la multitud que participó de la marcha para dispersarlos.

Asimismo, un camión con cañones con agua azul persiguió a los manifestantes, lanzando el tinte que no se borra y que contiene una solución de pimienta que provoca dolor. El objetivo es poder marcar a los manifestantes y poder detenerlos luego.

Ante esta nueva forma de marcar a quienes protestan, gran parte de la ciudad quedó teñida, incluyendo una gran mezquita. La policía tuvo que pedir disculpas diciendo que accidentalmente mojó el templo cuando un grupo de personas se agolpó fuera del edificio.

En cada ocasión que la policía ha denegado una autorización a las manifestaciones, la gente ha seguido saliendo a la calle de manera espontánea, y muchas de estas protestas improvisadas han terminado con enfrentamientos entre agentes policiales y los manifestantes.


La calle tomada

La calle tomada

Los vendedores ambulantes no son enemigos del orden, simplemente no lo conocen. Son, en muchos casos, víctimas de un sistema laboral que los excluye y de un aparato estatal incapaz de integrarlos. Prohibirlos sin alternativa es criminalizar la necesidad. Legalizarlos sin criterio es institucionalizar el caos.

{title} Felipe Assadi