Falko irrumpió en la escena del graffiti en la década de los 80, cuando pintó su primera pared en Westridge High School.
Su proyecto “Érase una vez un pueblo”, buscaba cambiar la percepción que tenía la gente sobre aquellas zonas más olvidadas de Sudáfrica, las mismas que en que vivían los sectores más pobres de la población.
“Añade un poco de pintura y ya no será solo una choza desaliñada”, dijo el artista visual, quien añadió: “Es una choza con un trabajo artístico que es parte de una enorme galería al aire libre”.