El salto del “Halcón” y la histórica clasificación de Unión La Calera
"Claudio es la figura del equipo y vuelve a creer. La camiseta amarilla de su infancia lo persigue en sus sueños".
Tiene 4 años y ni siquiera sabe dónde está La Calera. Menos que hay un equipo en esa ciudad. Lo único que le importa es su regalo.
Cuando por fin aparece en la Calle Rosario 1335 de Curicó, se emociona. Lo encandila. Es tan amarilla como la imaginó. Es la polera de Morón y tiene ese color porque el arquero de Colo Colo quiso imitar a dos de sus referentes ochenteros: el alemán Harald Schumacher y el belga Jean-Marie Pfaff. Pero el niño Claudio no sabe quiénes son esos tipos y solo se preocupa de abrazar su camiseta amarilla.
Es 1994 y el arquero de Unión La Calera es Waldemar Méndez. El equipo está en Segunda División y juega los octavos de final de la Copa Chile. No les va bien. En el resultado global pierden 8 a 1 con Cobreloa.
Claudio ni siquiera sabe dónde está La Calera.
Tiene casi diez años cuando llega a la Escuela de Fútbol de Universidad Católica de Curicó. Jorge Rojas y Miguel Gallardo son sus entrenadores. Juega de volante pero un día el arquero no llega a entrenar. Es su turno.
-Ya Claudio, al arco…
La camiseta amarilla de Morón es su mejor recuerdo. Atajar es su destino.
Termina el año 2000. La Calera está revolucionada. La gente, feliz. El equipo de Rodolfo Dubó juega muy bien. Los hinchas alaban las tapadas del “Memo” Quiñonez y los goles de Joel Estay. Frank Carilao, Alejandro Monsalve, Mauricio Villanueva, Alejandro González y Andrés Valdivia también destacan.
La gente los acompaña a todos lados. En decenas de micros llegan al estadio Doctor Olegario Henríquez de San Antonio, miles también son los que van a ver al equipo al viejo estadio Municipal de Quillota en el clásico frente a San Luis. Parece un club de Primera División por la cantidad de público que mueve a todas las canchas.
Claudio sigue muy lejos de La Calera. Tiene diez años y juega un partido amistoso con la Sub 11 de la UC. Un entrenador lo ve y le ofrece ir a entrenar a San Carlos de Apoquindo en el verano.
Unión La Calera, que había caído a la Tercera División en 1995, celebra el retorno al fútbol profesional ante más de doce mil personas en el Nicolás Chahuán Nazar. Fabián Muñoz y Moisés Castillo anotan frente a Deportes Copiapó y los Cementeros ya están de vuelta.
Claudio prepara su bolso y parte a Las Condes. Ahí entrena durante los veranos siguientes pero se aburre. Quiere algo más seguro y se entera de que Universidad de Chile realiza prueba de jugadores. Viaja otra vez a Santiago y queda seleccionado en la Sub 15.
Le va bien hasta que tiene que dar el salto. Y no lo logra. Su baja estatura lo perjudica. Cuando está a un paso de pasar a la Juvenil, lo eliminan. “No cumples con los parámetros físicos del club”, le dijeron.
Frustrado, vuelve a Curicó y el club de su ciudad natal le reabre las puertas. Pasan dos años en la institución hasta que firma su primer contrato profesional en 2010. No juega mucho y decide estudiar Derecho en la Universidad de Talca.
Al mismo tiempo que Claudio piensa en dejar el fútbol, Unión La Calera asciende a Primera División luego de un cuarto de siglo.
Sus caminos aún no se cruzan y parecen estar muy lejos. Cuando los Cementeros comienzan el Torneo de Apertura 2011, el arquero curicano aparece en Deportes Linares de la Tercera División B (quinta categoría del fútbol chileno).
Claudio es la figura del equipo y vuelve a creer. La camiseta amarilla de su infancia lo persigue en sus sueños.
El relator linarense Vanny Tapia lo bautiza como el “Halcón” y el vuelo comienza.
Campeón de Tercera B y luego ascenso a la Segunda División Profesional.
Jorge Martínez, preparador de arqueros que trabajó con Bielsa y que lo había conocido en Curicó Unido, lo invita a San Antonio Unido. En el Puerto, el trabajo profesional de su nuevo entrenador le da nuevas herramientas y su carrera despega.
Claudio se acerca, sin saberlo todavía, a La Calera. Lo contrata Unión San Felipe y debuta en Primera B. Luego pasa a Everton donde conoce a Víctor Rivero. Suben a Primera pero no tiene opciones en Viña del Mar y parte a Copiapó para jugar, otra vez en el ascenso.
El 2017, Rivero lo llama para que firme por Unión La Calera, equipo que en 15 fechas debía evitar el descenso por su mal coeficiente de rendimiento. Lo lograron y con el impulso fueron campeones de Primera B. Luego le ganaron la liguilla a Wanderers y a Primera División los pasajes.
El “Halcón” por fin volaba en las alturas que siempre soñó.
Pero como nada es fácil en la vida, Claudio ni siquiera era citado a los partidos.
El tercer arquero tuvo su oportunidad al mismo tiempo que Gabriel Arias era convocado a la Roja. Claudio llegó al Monumental y, sin esperarlo, debutó en Primera frente a Colo Colo. Esa tarde ganaron 2 a 0 y quedaron segundos en el torneo.
Arias partió a Racing y el “Halcón” se ganó el puesto de titular pero el equipo se olvidó de los triunfos y de la pelea por el campeonato.
La mala racha terminó justo a tiempo. Empataron con Unión Española en la última fecha y clasificaron por primera vez en la historia a un torneo internacional.
El arquero terminó sin voz en Santa Laura. El pasaje a la Copa Sudamericana es el premio de un largo camino de un futbolista que pasó por todas las categorías del fútbol chileno.
La historia de Claudio González comenzó con una camiseta amarilla en Curicó a los cuatro años cuando ni siquiera sabía dónde quedaba La Calera…