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7 de Noviembre de 2018

Estudiantes chilenos logran medalla de bronce en olimpiada científica de EE.UU. con sensor de marea roja

“Team UChile_Biotec” es el nombre del equipo de la Casa de Bello, dirigido por el profesor del Departamento de Biología, Francisco Chávez.

Por Redacción EL DÍNAMO
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Un grupo de estudiantes de las facultades de Arquitectura y Urbanismo y de Ciencias de la Universidad de Chile logró la medalla de bronce en una prestigiosa olimpiada científica en EE.UU., con un proyecto que logra identificar la presencia de la marea roja sin tener que hacer pruebas innecesarias en ratones.

“Team UChile_Biotec” es el nombre del equipo de la Casa de Bello, dirigido por el profesor del Departamento de Biología, Francisco Chávez, que obtuvo el tercer lugar en el Giant Jamboree en Boston, Estados Unidos, posición que compartieron con el equipo del famoso Massachusetts Institute of Technology (MIT).

En este certamen mundialmente reconocido, compitieron 300 equipos pertenecientes a las mejores universidades del mundo, siendo la primera oportunidad que un equipo chileno logra tan alcanzar dicho reconocimiento.

El profesor Chávez indicó que el objetivo del proyecto premiado fue crear herramientas que otorguen nuevas propiedades a las células como, por ejemplo, diagnosticar alguna célula cancerígena, biorremediar algún sitio contaminado o detectar alguna toxina en el medio ambiente, entre otras aplicaciones.

La marea roja es una proliferación de algas o microalgas que provocan un efecto nocivo en otro organismo, como es el caso de los seres humanos, situación que se da a nivel mundial, provocando severos problemas a la salud como parálisis e incluso la muerte.

“Eventos de marea roja existen en todas partes del mundo y cada vez en forma más frecuente y se cree que su presencia puede tener relación con el cambio climático”, destacó el académico respecto a este fenómeno que actualmente se detecta a través de bioensayos con ratones.

A los roedores se les inyecta el material contaminado, en donde “si estos mueren es porque indudablemente el molusco o alga está infectado”. El problema en estas metodologías, advirtió el académico, “es que se deben utilizar muchos ratones ya que el sistema de alerta temprana funciona durante todo el año”.

Por ello, como comentó Felipe Muñoz, estudiante de cuarto año de Ingeniería en Biotecnología Molecular y uno de los integrantes del proyecto, “lo que nosotros proponemos es detectar las toxinas a través de un dispositivo sin la necesidad de acudir a organismos vivos para realizar el bioensayo”.

El sensor consiste básicamente en una “tirita de papel de color blanco que contiene los reactivos que se requieren y que han sido trabajados previamente en el laboratorio. Una vez que el pescador o la persona que va a usar el dispositivo tiene la muestra, la muele con un instrumento para dejarla en forma líquida”, explicó Leonardo Guzmán, estudiante del mismo curso.

“Este papelito se sumerge en la muestra y debería cambiar de color al estar contaminado con la toxina, como si fuera un indicador de PH”, añadió.

Muñoz recalcó que lo que se intenta hacer es “utilizar maquinarias moleculares para modificar genéticamente algunos organismos y obtener utilidades, por ejemplo, sensores de toxinas malignas”.

La finalidad es “entregar soluciones a problemas en el área médica, de alimentos, de la industria agrícola y diagnósticos de enfermedades”.

Actualmente el equipo se encuentra creando prototipos y realizando ensayos para optimizar los resultados del biosensor.

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