Mérito y la ilusión de justicia
"Esta discusión, si bien interesante por mérito propio, presenta un problema de base, y es el que asume que las notas son un reflejo del mérito del estudiante, algo que parece no ser correcto".
Claudio Aqueveque es Académico Escuela de Negocios UAI
Durante las últimas semanas se han planteado diversas posiciones respecto al proyecto del gobierno denominado “Admisión Justa”. Este proyecto, que pretende reincorporar la selección por rendimiento académico, ha sido apoyado y criticado por diversos motivos. Dentro de estos, destaca la discusión de si el hecho de seleccionar a los escolares (en especial a los que se encuentran en enseñanza básica) por “mérito académico” (es decir, notas) es o no conveniente. Esta discusión, si bien interesante por mérito propio, presenta un problema de base, y es el que asume que las notas son un reflejo del mérito del estudiante, algo que parece no ser correcto.
De acuerdo a la RAE, y en su acepción relativa al desempeño, “mérito es la acción o conducta que hace a una persona digna de premio o alabanza”. Es decir, el mérito académico se relacionaría con las acciones que los estudiantes realizan, y que los hace dignos de un premio. Una mirada superficial del tema podría indicarnos que entonces el proyecto tiene sentido, ya que como no sabemos cuánto esfuerzo ha puesto un estudiante en sus labores, las notas serían un reflejo de este esfuerzo, y por lo tanto mejores notas implicarían más esfuerzo, y más mérito. Sin embargo, el asunto no es tan simple, porque las notas no son necesariamente reflejo de esfuerzo. La evidencia científica, recopilada por años en múltiples países, demuestra que gran parte de las diferencias en el rendimiento escolar de los alumnos son generadas por condiciones de su entorno. Es decir, las condiciones socioculturales de la familia explican en gran medida el resultado académico.
Otra cosa sería si la discusión se centrase en talento de los estudiantes. De acuerdo a la RAE, y en relación al tema que nos interesa, “talento es la inteligencia (capacidad de entender) o aptitud (capacidad para el desempeño de algo)”. Entonces, el talento si es algo propio del sujeto, independiente de la condición o lugar donde haya nacido. Además, el talento está repartido normalmente en toda la población. Es decir, el talento está distribuido a lo largo y ancho de Chile en forma homogénea.
Teniendo claro esta distinción entre desempeño académico, mérito, y talento, hagamos el siguiente ejercicio mental, una simplificación extrema, casi caricaturesca, pero útil para los propósitos de demostrar lo injusto de la “Admisión Justa”. Supongamos que tenemos a dos niños con igual talento. Uno nació “de Plaza Italia para arriba”, en un hogar con padre y madre presentes, ambos profesionales, y que son capaces de proveerle una buena alimentación y apoyo académico. El otro niño nació “de Plaza Italia para abajo”, en un hogar en que solo la madre está presente, y que por tener que trabajar todo el día, no puede apoyar a su hijo académicamente, o que quizás no tiene las habilidades para hacerlo. Lo que nos dice la evidencia es que si ambos niños, de igual talento, invierten la misma cantidad de tiempo y esfuerzo en sus estudios (igual mérito), el primer niño tendrá mucho mejores resultados académicos que el segundo.
Si ambos estuviesen postulando a un cupo en un liceo que selecciona por rendimiento académico, el primer niño será seleccionado por sobre el segundo. Es decir, a igualdad de talento y mérito, hay un niño que siempre será seleccionado por sobre otro. Si recordamos que justicia es el principio moral que lleva a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece, ¿le parece a usted que esta forma de seleccionar puede ser llamada “justa”?