“De antología”, con Librosdementira
La primera librería virtual latinoamericana, que busca difundir y fomentar el consumo literario en la red, con atractivas colecciones de narrativa y poesía.
Desde 2008 que el sitio viene presentando textos de poetas como Óscar Hahn, Gonzalo Rojas o Armando Uribe, o narradores como Alejandro Zambra, Alberto Fuguet y Diamela Eltit, entre un sinfín de lecturas de autores como Nicanor Parra o Raúl Zurita.
Además, desde abril de este año, Librosdementira abrió su plataforma de publicación para que todos los escritores puedan compartir sus obras de manera gratuita.
Comparte esta selección Luis Cruz, director del proyecto.
Una película.
El pejesapo (2007). La ópera prima de José Luis Sepúlveda es una experiencia audiovisual devastadora. Una película oscura y sorprendente en partes iguales. Cruda como pocas, El pejesapo subvierte todos los códigos cinematográficos –éticos y estéticos- a los que estamos habituados. Cómo hizo el director para captar esos diálogos, esos gestos, esa humanidad sin adornos, es algo que todavía nos preguntamos. Esta película es como si el Mersault de Camus fumara pasta base y viviera en la periferia santiaguina. Se puede ver gratis en cinepata.cl.
Un libro.
Bajo las ruedas (1907). Antes que Mala Onda de Fuguet y El guardián entre el centeno de Salinger está Bajo las ruedas de Herman Hesse. La intensidad emotiva de este libro es tal que probablemente tendrás que contener la pena –y las lágrimas- durante los pasajes finales de la novela. Que una historia sobre un joven estudiante de la primera mitad del siglo xx sea capaz de atribular a los lectores de la primera mitad del siglo xxi es algo simplemente notable. Una joya dolorosa que vive un poco a la sombra del Lobo estepario y Demian pero que merece ser leída y releída.
Un disco.
The Club Flying Cup, de Beirut (2007). Aunque no para todos los paladares, The Flying Club Cup es un disco único, arriesgado y contra corriente, pero por sobre todo, es un disco sobrecargado de belleza, repleto de nostalgia. Una mezcla de sonidos balcánicos con resonancias francesas, donde la mustia voz de Zach Condon encaja a la perfección con los múltiples instrumentos de su orquesta, y juntos logran transportar a los paisajes del viejo continente. Un disco que embriaga y que permite confundir la melancolía con la belleza.