Los errores que encontró el hijo de Pablo Escobar en la nueva temporada de la serie Narcos
A través de una publicación en su Facebook, Juan Pablo Escobar detalló uno por uno las equivocaciones que cometió la serie de Netflix.
Hace unos días, Netflix liberó la segunda temporada de su serie Narcos, la que narra las asombrosas historias reales de los jefes del narcotráfico a fines de la década de los ochenta y los esfuerzos brutales realizados por la ley para detenerlos.
Estos nuevos episodios se enfocan en los últimos días de vida de Pablo Escobar, los que según su hijo, Juan Pablo, se alejan completamente de la realidad.
Es por eso que a través de su Facebook quiso enumerar los 28 errores que encontró en esta nueva temporada de la serie del servicio de streaming, el que tituló “Narcos 2 y sus 28 quimeras”. Allí, quiso corregir los errores de fechas, personajes y de conceptos que tiene la segunda temporada de la producción, los que fueron consignados por Infobae.
OJO, si no quieres saber lo que ocurre en la segunda temporada de Narcos, te recomendamos no seguir leyendo…
1.
“Carlos Henao Q.E.P.D. era mi tío materno y no era ningún narcotraficante como lo pintan en la serie. De hecho era un gran hombre, trabajador, honesto, noble y buen padre de familia. Muy amigo de mi madre. Era un arquitecto empírico que ayudó a construir algunas casas, carreteras y puentes de la Hacienda Nápoles a mi padre, pero nunca se involucró en actividades ilícitas. Jamás fue condenado en Colombia o país alguno por ningún delito. Era vendedor de biblias, de acrílicos y de trapeadores. Siempre hablaba de hacer La Paz, no la guerra. Siempre hablaba de escapar, no de atacar a nadie. No fue narcotraficante y los de Netflix lo difaman a él y con ello a todos nosotros que somos su familia entera, con total impunidad y tranquilidad. Carlos Henao no fue jamás narcotraficante ni vivió en Miami. Fue secuestrado y torturado junto a Francisco Toro, otro hombre inocente y decente. Qué triste que Netflix haya mostrado tantos cadáveres con los cárteles de Los Pepes colgados, y se les olvidó publicar las imágenes del cuerpo de mi tío Carlos torturado que en ese sentido eran idénticas y también públicas. Pero no contentos con eso, lo ubicaron en otro tiempo y lugar dentro de la historia de mi padre, e hicieron parecer que su muerte fuera producto de un enfrentamiento legítimo entre policías y narcos, cuando en realidad fue una injusticia su muerte, mientras así es que se le vulnera el derecho al buen nombre, a la honra y al honor de quien fuera un tío muy querido y respetado en Medellín entero. Un hombre intachable de principio a fin”.
2.
“Mi padre no era hincha del Atlético Nacional, sino del Deportivo Independiente Medellín. Si los guionistas no saben ni el equipo favorito de Pablo, ¿cómo atreverse a contar el resto de una historia así y venderla como cierta? ¿Acaso todo vale?”.
3.
“La Quica” (Dandenis Muñoz Mosquera) fue apresado en Nueva York el 24 de septiembre de 1991, así que para la fuga de mi padre de La Catedral (julio de 1992) ya llevaba detenido en EEUU un rato largo por falsedad de documentos. Allí fue posterior e injustamente acusado y condenado por la bomba al vuelo del avión de Avianca en el que murieron más de 100 pasajeros y la tripulación y donde se creía que viajaría el sucesor de Luis Carlos Galán, César Gaviria. Hasta el fiscal (Gustavo) De Greiff envió cartas a EEUU a favor de su absolución, ya que este hombre –según insistía también mi padre- no tuvo participación alguna en el hecho llevado en la vida real por Carlos Castaño bajo órdenes de mi papá. Pero lamentablemente puede más el odio que la justicia a la hora de buscar la verdad”.
4.
“Sobre el escape de La Catedral: no hubo un enfrentamiento tan grande allí, sólo un guardián de la cárcel muerto. Los que se quedaron no se enfrentaron. Mi padre no tuvo contactos ni ayuda de la ley para escapar. La fuga estaba diseñada desde la construcción misma de la cárcel: mi padre ordenó dejar unos ladrillos flojos. Papá se escapó cuando el Gobierno le notificó que le incumplirían el acuerdo de no trasladarlo nunca de esa prisión”.
5.
“Limón” (Álvaro de Jesús Agudelo) era trabajador de Roberto alias “Osito” hermano mayor de mi padre. Trabajó para él como chofer unos 20 años. No se trataba de un aparecido ni fue reclutado al final de la historia de la familia, sino muchos años atrás. Pero al tratarse de un trabajador de Roberto y al ser el “Osito” un colaborador de la DEA, pudo extraer y entregar información para vender a su hermano, ya que la tenía de primera mano sobre el modus vivendi y las andanzas de mi padre. A “Limón” lo conocí siendo el chofer del camión que me subía a La Catedral. El “Osito” al final de los días de mi padre –tristemente y de manera desleal- ayudó en tareas de inteligencia a favor de Los Pepes y de la DEA para dar con el paradero de su hermano, esposa e hijos”.
6.
“No es cierto que los cárteles de Medellín y Cali negociaran quedarse con Miami y Nueva York como plazas de narcotráfico respectivamente. La verdad es que aún hoy ante el crecimiento exponencial del mercado de las drogas prohibidas sigue existiendo uno tan grande, que siempre habrá un déficit de narcos y clientes para todos los que lleguen. Los consumidores son millones y pagan lo que sea por ser complacidos”.
7.
“La CIA no fue quien le propuso a los hermanos Castaño crear Los Pepes. Fue Fidel Castaño quien lo decidió con la complicidad del Cártel de Cali y las autoridades locales y extranjeras que hicieron la vista gorda a miles de crímenes y desaparecidos”.
8.
“Mi madre jamás compró ni usó un arma. Todo al respecto es mentira. Nunca disparó siquiera”.
9.
“Mi padre no mató personalmente a ningún Coronel “Carrillo” como lo llaman en la serie al Jefe del Bloque de Búsqueda. Atentados le hizo muchos a la Policía de Colombia y en ellos murieron más de 500 en un mes en la ciudad de Medellín al final de los 80. No me siento orgulloso en absoluto de la violencia de mi padre, y reconozco que le hizo mucho daño a la Policía, así como también le dio mucho dinero”.
10.
“Quienes son conocedores de fondo de la historia saben que mi padre se equivocó gravemente ordenando la muerte de los que eran sus socios y prestamistas, (Gerardo) Moncada y (Fernando) Galeano. Estos últimos fueron secuestrados por el Cártel de Cali y para que los liberaran vivos, prometieron entregar a Pablo y sus hombres, a la vez que les exigieron cortar toda la ayuda económica. Había grabaciones telefónicas que demostraban ese cambio de lealtades. Mi padre aún así decidió perdonarle la vida a Moncada al último minuto, pero para cuando llegó la orden de parar su asesinato, la muerte ya lo había encontrado. Y éste fue uno de los crímenes determinantes en la caída y final de mi padre”.
11.
“Mi padre al final de sus días estaba solo. No tan lleno de bandidos como lo muestran. Pues casi todos sus principales bandidos, a excepción de alias el “Angelito” y el “Chopo”, se habían entregado o estaban muertos”.
12.
“No había tales comodidades en la época posterior a la fuga de La Catedral. Vivíamos en tugurios, no en mansiones”.
13.
“La historia del tal “Leon” de Miami es mentira. No vivió en EEUU. Y era un hombre absolutamente fiel y valiente al servicio de mi padre. Murió después de ser secuestrado y torturado por los Castaño en Medellín. Cayó peleando la guerra en nombre de mi padre, pero nunca lo vendió como lo muestran”.
14.
“Mi padre nunca amenazó a Cali como ciudad. Sacó un comunicado diciendo que su esposa y parte de su familia eran además oriundos de la zona. Por lo tanto decía en el comunicado que no tenía nada contra la ciudadanía”.
15.
“Ricardo Prisco ya estaba muerto para cuando lo muestran. Tenía un hermano médico que sí era un buen hombre estigmatizado por el accionar de su hermano, pero no era un bandido. Ricardo murió mucho tiempo antes en la vida real”.
16.
“Jamás mi papá atacó a la hija de Gilberto Rodríguez en su boda ni en su vida. Ni a ningún miembro de su familia. Ése era el pacto, no tocar a las familias. Mi padre lo cumplió. Estimo que ellos no el día que pusieron la bomba el 13 de enero de 1988 en el edificio Mónaco, donde vivíamos con mi hermanita y mi madre”.
17.
“Mi padre jamás nos obligó a quedarnos con él en la clandestinidad, siempre pensó al igual que mi madre que lo mejor era que nos educáramos y tuviéramos otras oportunidades diferentes a las de ellos”.
18.
“Estuvimos en una sola balacera con mi padre, pero ni parecida a la que muestran ahí. En mi libro sí cuento cómo fueron realmente estos hechos”.
19.
“¿Ponen los ataques de mi padre con bombas a Drogas La Rebaja en el año 1993 cuando en realidad ocurrieron entre 1988 y 1989? Un poco fuera de época para mí gusto, ¿no les parece?”.
20.
“Mi abuela paterna (Hermilda de los Dolores Gaviria Berrío) traicionó a mi padre y se alió con su hijo mayor, Roberto, negociaron con Los Pepes y colaboraron tan activamente que eso les permitió seguir viviendo tranquilamente en Colombia mientras que quienes sí fuimos leales al amor por nuestro padre, seguimos viviendo en el exilio. Me hubiese gustado mucho tener la versión tan “tierna” de mi abuela que pintan en la serie”.
21.
“El viaje hacia Alemania no fue así. Mi abuela paterna no viajó con nosotros a ninguna parte”.
22.
“La fiscalía de Colombia tampoco nos quería ayudar tanto como lo muestran a De Greiff, que parecía pero no era tan bueno. Su oficina estaba totalmente infiltrada por el Cártel de Cali. Así como todo el esquema de protección brindado por sus propios agentes. Estábamos en condición de rehenes, secuestrados por nuestro propio estado acusados del delito de parentesco. Éramos dos menores de edad y dos mujeres encerrados en una pequeña habitación de hotel”.
23.
“¿Virginia Vallejo estaba tan enamorada que le rechazaba la plata a mi padre? Eso si que son dos mentiras en una, ¡y bien grandes! Mi madre nunca habló con ella luego de la fuga de La Catedral. Hacía casi una década que mi padre no tenía contacto con Virginia, quien era amante al mismo tiempo de los jefes del Cártel de Cali”.
24.
“Mi padre al hotel Tequendama no nos envió teléfonos con nadie, usábamos los del lugar. Yo le colgaba cada vez que él me llamaba para protegerlo, pero se volvió caprichoso y se quedaba más tiempo del prudente en la línea, a sabiendas de que sería rastreado. “El teléfono es la muerte”, me dijo toda la vida. Por eso ya no quería hablar conmigo, porque yo le cortaba la llamada. Pedía entonces hablar con mi madre y hermana y se identificaba ante la operadora con sus dos nombres y apellidos, así que sus llamados eran para despedirse, para alargar lo más posible esa última llamada, con la intención clara de ser localizado en lo que él eligió como el día y el lugar para su última batalla en el barrio Los Olivos de su ciudad, Medellín. Mi padre se suicidó tal como me lo dijo decenas de veces. Por ello no me sorprendió que el tiro que le quitó la vida fue de su propia mano y pistola, a dos milímetros de distancia de donde siempre me juró que él mismo se lo pegaría. No fue la policía. Carlos Castaño dirigió esa operación final, tampoco participó ninguna autoridad extranjera. Así lo relató el propio Castaño en persona, a viva voz ante mi madre”.
25.
“Ninguna periodista fue asesinada frente a al hotel Tequendama”.
26.
“Mi padre jamás maltrató a sus padres, mucho menos a Abel, su papá. Jamás existió una conversación en ese tono o sentido”.
27.
“Después de muerto mi padre, mi mamá fue citada a una reunión con el Cártel de Cali en dicha ciudad, allí habían más de 40 grandes jefes mafiosos de la Colombia del momento. Quien le salvó la vida a mi madre y al suscrito después fue Miguel Rodríguez (Orejuela), no Gilberto. En esa ocasión nos despojaron de los bienes heredados y se los quedaron y repartieron como parte del botín de guerra”.
28.
“¿Mi abuela le dice en la serie a mi madre que traicionó a mi padre? Cuando en la vida real eran mi abuela paterna y sus hijos/as los que tenían contactos en secreto ¡con el Cártel de Cali!”.