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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

No caigamos en nuestra propia trampa

Sinceramente me parece aterrador lo que está sucediendo en el cibermundo, pero más espeluznante me parece la indiferencia y la liviandad en que como sociedad tratamos a nuestros niños.

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Realmente conmocionada e impactada, al igual que miles de chilenos, quedé al ver el último capítulo del programa de Canal 13  En Su Propia Trampa, en donde mostraban cómo hombres acosaban a niñas menores de edad en la web.

Para aquellos que no lo vieron, la investigación periodística puso en evidencia a acosadores que deambulaban por la web interactuando con menores de edad, por medio de diferentes chats. Para esto, una actriz que tenía 19 años, pero que para efectos del programa encarnaba a una niña de 13 años, fue utilizada como “carnada” para delatar a estos hombres. Más de una decena cayó en la trampa, pero fueron dos en los que se centró el programa. Lo preocupante y más grave era que se trataba de dos profesores.

El primer caso se trató de un profesor de Educación Física, que era profesor jefe de tercero básico de un colegio de Pedro Aguirre Cerda. Las imágenes mostraban cómo él se desnudaba frente al computador, mientras chateaba con la actriz, sin ningún tipo de tapujos, insinuándose de forma erótica y vulgar.

El segundo caso, se centraba en un profesor de matemáticas de Octavo Básico en un colegio de Limache, quien actuaba de forma más amable y menos invasiva en un principio, pero que luego quería conseguir lo mismo que el testimonio anterior.

Sinceramente me parece aterrador lo que está sucediendo en el cibermundo, pero más espeluznante me parece la indiferencia y la liviandad en que como sociedad  tratamos a nuestros niños.

Como ex vicepresidenta ejecutiva de la JUNJI puedo dar testimonio de que Chile no es un país que respete y se preocupe por sus niños. Es cierto ha habido avances, pero falta mucho por hacer. Faltan políticas públicas que se preocupen de nuestros niños en un sentido amplio y que velen por su cuidado de forma integral.

Es imperante que tanto los jardines infantiles, como los colegios, puedan asegurar a los apoderados que sus hijos están bien cuidados y lo preocupante es que  eso hoy en día no ocurre. Parece paradójico que cuando hablamos de reforma educacional y nos preocupamos del fin al lucro, o a la selección, existan temas prioritarios a éste que todavía no se resuelven, como que un pedófilo no tiene ningún impedimento para abrir su propio jardín infantil.

Además es necesario impulsar medidas que protejan a nuestros hijos en la etapa escolar. Cambiar los métodos de selección de los profesores en los establecimientos es esencial. Junto con esto, es vital que en la etapa de formación de los docentes se les prepare en la prevención del abuso sexual infantil.

Desde el mundo de la política la deuda con la infancia es tremenda porque el aporte que se puede hacer también es enorme. Depende de nosotros que existan más políticas públicas que resguarden su bien estar y cuidado, de nadie más. Solo así nosotros evitaremos caer en nuestra propia trampa: que los niños y niñas de Chile sigan desprotegidos porque la clase política no fue capaz de avanzar.

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