Formar lectores antes de aprender a leer
El hábito lector no debiese surgir desde la disciplina o como una obligación, leer debe causar placer y estar asociado con sentimientos agradables. Para eso es necesario familiarizar a los niños con los libros como algo con lo que pueden jugar desde pequeños, hojear, mirar, manipular.
En Chile parece existir un consenso acerca de la importancia del hábito lector, y en los medios se escucha constantemente la voz de los mismos chilenos decir que leemos poco. Desde el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA) han surgido distintas iniciativas a distintos niveles, desde el concurso “Mi libro favorito”, organizado por la DIBAM, hasta la Política de Lectura del CNCA, que se llevará a la práctica a través del Plan de Fomento Lector 2015-2019 y que asocia al sector público, al privado, a ONGs y organizaciones de la sociedad civil –encontrándose Fundación Educacional Oportunidad trabajando en dicho plan como parte de estas últimas.
Todos estamos de acuerdo en que más que fomentar la lectura, debemos formar personas lectoras, es decir, que posean el hábito lector. Según la investigación, la lectura modifica el carácter, las emociones e incluso la personalidad. De este modo, los que leen asiduamente captan mejor las emociones de otros y las hacen suyas con facilidad, favoreciendo el desarrollo de la empatía. Los niños expuestos a la lectura tienen mayor habilidad de ponerse en los zapatos de otros, sean estos personajes de ficción o personas reales.
Pero existe una fuerte tendencia a creer que dicho hábito lector requiere de saber leer para desarrollarse. Ese es un mito que queremos derribar. Es importante que juguemos con los cuentos. Sólo se necesita creatividad e imaginación. No siempre necesitamos un libro: la narración oral y la invención de historias crean en los niños la curiosidad por la ficción. Un cuento tiene personajes que se pueden convertir en títeres, historias que se pueden convertir en canciones, finales que pueden modificarse, y con ello ya se está generando en los niños el interés por la narrativa.
Además, si a esto sumamos que los niños desde su nacimiento puedan manipular libros físicos acordes con su edad, ya sean aquellos plásticos que pueden meter en la tina de baño, libros con dibujos y/o con tareas que deban realizar, como por ejemplo buscar o identificar algo, libros con texturas, etc. La literatura infantil, además de suponer el primer contacto de la infancia con las creaciones literarias, constituye un excelente recurso a la hora de desarrollar su personalidad, creatividad, imaginación y juicio crítico.
El hábito lector no debiese surgir desde la disciplina o como una obligación, leer debe causar placer y estar asociado con sentimientos agradables. Para eso es necesario familiarizar a los niños con los libros como algo con lo que pueden jugar desde pequeños, hojear, mirar, manipular. Así, el libro se convierte en un objeto familiar. Un libro impecable es un libro que jamás se ha usado. Los niños van descubriendo lo que es ser lector al manipular los libros. Para un niño pequeño un libro es un juguete.
Formamos niños lectores no sólo en cuanto ellos leen por sí mismos; la mayoría de nuestros recuerdos de la infancia se relacionan con el afecto y la diversión. En los niños, el afecto se asocia con el bienestar que da, por ejemplo, que sus padres les cuenten un cuento o les lean una historia de manera cercana y cariñosa. Debemos formar lectores desde el afecto para que la lectura sea un hábito que provoque y evoque esas sensaciones placenteras de la infancia en la edad adulta.
Para ello, nosotros los adultos debemos ser los modelos lectores: esto significa tener siempre un libro a mano. Demostrar interés por los libros. Demostrar interés por lo que los otros leen y considerar la lectura como otra forma de entretención. También significa reírse, llorar y sorprenderse con lo leído, en voz alta y sin vergüenza. Si somos modelos lectores, tendremos más niños lectores.