El hincha Díaz
¿Lo bueno dentro de todo para Francisco? Es que a la Nueva Mayoría le resta tan sólo un año y medio de gobierno al término del cual, y esperando no verlos prontamente en los años venideros, podrá recuperar su condición de hincha, alentar al equipo de sus amores y aportar en la construcción de un mejor país, o al menos, a que tengan prontamente un estadio.
Rodrigo Durán Guzmán es Académico y periodista.
La efervescencia de un partido de fútbol saca lo mejor, o lo peor, de cada uno de nosotros. Más aún, y cuando se trata de alentar a nuestra selección, la pasión se acrecienta a la luz de las expectativas que ha logrado generar una camada de futbolistas que nos han situado en la élite del fútbol mundial al consagrarse como bicampeones de América. Sí, es nuestra selección, la Roja de Todos.
Por esta razón es que resultan incomprensibles las declaraciones, o arrebato a estas alturas, del subsecretario del trabajo quien, a través de su cuenta de Facebook, escribió: “Hice el sacrificio de venir al Basural. Ratones, guarenes, pericotes, pulgas, piojos y olor a meao. Pero aquí estamos, gritando por Chile”. En la imagen, que acompaña el texto, se aprecia como la autoridad viste la casaquilla nacional al igual que el resto de los asistentes al estadio, salvo la hinchada boliviana por supuesto.
Lo que Francisco Díaz no esperaba, en algo que inicialmente calificó como una humorada para luego ofrecer disculpas públicas, serían las reacciones que generaría su posteo, que claramente despertó la ira no sólo de la hinchada colocolina sino incluso de jugadores de la selección, como es el caso de Jorge “el mago” Valdivia quien refutó a la autoridad aseverando: “Y después dicen que los futbolistas no tienen educación. Ese señor no sabe que los niños también van al Monumental”.
El manual básico de la comunicación política establece que existen ciertas normas mínimas de respeto, en una suerte de contrato social implícito, donde éstas deben velar por la transversalidad, especialmente si formas parte de un gobierno que goza con una adhesión inferior al veinte por ciento, en un clima de descontento y donde no hay cabida para arrebatos o improvisaciones que, a la postre, te someterán al escarnio público teniendo que ofrecer las excusas correspondientes a todo un país. Porque no olvidemos que, aun cuando la autoridad sea hincha de la Universidad de Chile, el encuentro deportivo no correspondía a una fecha del campeonato nacional sino que era, ni más ni menos, que una fecha clasificatoria donde Chile se enfrentaba a Bolivia, en el estadio Monumental, debido a la sanción impuesta por la FIFA contra el estadio Nacional por cánticos discriminatorios que la hinchada a proferido a los adherentes de las selecciones rivales durante los encuentros mundialistas. Al respecto sólo decir: predicar con el ejemplo.
“Todo comunica” es uno de los axiomas, a mí modo de ver, quizás más importantes de la comunicación. Por esta razón, cuando asistes al estadio, vistiendo la camiseta de la selección chilena, en el marco de una fecha clasificatoria, en un recinto deportivo donde tu país juega de local, ¿era necesario hacer este tipo de comentarios típico de un barrabrava? Cierto, la reacción por parte de las personas tampoco fue de las mejores con una serie de epítetos y amenazas que no corresponden a un secretario de gobierno, pero por otro lado ¿Quién arrojó la primera piedra? Por otro lado, y siendo un partido de la selección, tal vez Díaz se refería con sus epítetos a las personas alrededor suyo donde lo único que le faltó fue “está pasado ha roto en el Monumental” que bien podría haber sido la guinda del pastel para el militante socialista.
Uno podría buscar la “la quinta pata” al asunto manifestando que la autoridad emitió su mensaje a través de su cuenta personal de Facebook por lo tanto, al ser suyo, tiene plena libertad de expresar lo que quiera lo cual, en efecto, así es. ¿El problema? Las reglas de visibilidad establecen que la esfera de lo público cada vez es menor y que, por lo tanto, eres eco de tus acciones, responsable de tus desmadres y ello conlleva que necesariamente te hagas responsable de tus acciones, de lo que escribes y dejas plasmado. No en vano la autoridad terminó por borrar el post en su cuenta para dar paso a la “incomprensión” de su particular sentido del humor o de jugar una “broma” a los hinchas.
Casos como el del subsecretario del trabajo no son ajenos a nuestra clase política donde, en más de una ocasión, han debido resarcirse de sus dichos a través de las redes sociales en una cuestión donde el “pensar antes de actuar” pareciera que no tiene cabida. Cierto, la pasión es propia de la condición humana pero también lo es la razón, esa que nos permite entender la investidura del cargo y las responsabilidades que conlleva. Donde entendemos que todo aquello que digamos podrá o no ser utilizado a nuestro favor o en nuestra contra porque, gusto o no, representamos la voz de un determinado gobierno o colectividad.
¿Lo bueno dentro de todo para Francisco? Es que a la Nueva Mayoría le resta tan sólo un año y medio de gobierno al término del cual, y esperando no verlos prontamente en los años venideros, podrá recuperar su condición de hincha, alentar al equipo de sus amores y aportar en la construcción de un mejor país, o al menos, a que tengan prontamente un estadio.