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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Enchulada

¿Saben? He llegado a pensar que isapres y Fonasa, deberían incluir algunas cirugías para ayudar a personas que están en vías de llegar a un sobrepeso a bajar, darles un empujón, evitaríamos no sólo algunas enfermedades ligadas a los kilos de más, como diabetes e hipertensión, también tendríamos menores índices de depresión y otras enfermedades siquiátricas.

Por Alejandra Valle
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Alejandra Valle es Porteña for ever, esté donde esté. Guachaca con o sin corona. Periodista en casi todos los medios escritos y televisivos del país. Amo escribir, hablar y cantar. Está claro, ¿no?

Miro una foto de Sofia Loren. Y ahí está ella. Diosa, agarrándose el pelo, con su cuerpo hermoso, curvilíneo… claro que hoy calificaría para ser modelo de “tallas grandes”, al estilo de la más mina del mundo mundial, Ashley Graham, que siempre me recuerda un poco a Sofia. La foto en cuestión la colgó en su muro de Facebook mi amiga Norma con la leyenda: “Prefiero comer pasta y beber vino, que ser talla 0”. Los comentarios de las mujeres me dejaron mal: “Estaba bien sanita la Loren”, “Talla 0 la patúa, califica pa 56”, “Siempre pensé que la Loren era top y era pura cara y pechuga”. Sin embargo, todas se identifican con ella.

A veces pienso que las mujeres tenemos la cabeza distorsionada de tanto ver minas flacas en la tele y de tanto soportar el mundo visto desde el machismo y el patriarcado. Pero aquí estoy también. 0 carbohidratos, 0 grasas, 0 alcohol (lo más difícil para esta gozadora). Decidí tomarme en serio, por fin, lo que los doctores vienen diciéndome desde que cumplí 40 y llegué a los 73 kilos, lo que con mi 1.60 es un exceso. Así que ahora me siento pagando las culpas por tanta gozadera de gnocchi 4 quesos, tanta copa de vino con chocolate amargo, tanta michelada a mitad de la semana. Y lo más loco es que me siento bien. Me siento bien porque la ropa me queda mejor. Me siento bien porque me miro y me encuentro más linda. Me siento bien porque comer nutritivo y sano hace que el cuerpo funcione mejor y hasta aumente la energía. Me siento bien por mi fuerza de voluntad. Me acuerdo que una de mis gurús de principios de este siglo, Alessandra Rampolla, lo dijo en una entrevista: “Soy una mujer con mucha actividad, que suele resolver todo sin mayores problemas. Libros, grabaciones de programas, textos, seminarios, viajes, presentaciones. Me pregunté: ¿Cómo es que no puedo controlar esto? La comida y el sobrepeso me están controlando a mí”. Y me sentí tan identificada. ¿Cómo es que no puedo bajar esos 10 kilos demás?

El proceso ha sido largo. Hay que tener paciencia. Todo comenzó cuando cumplí 40 y empezaron a llegarme los achaques de una. Fui al endocrinólogo y me encontró nódulos en la tiroides. Por primera vez la palabra cáncer era una posibilidad en mi vida. En mi familia, sólo mi abuela paterna pasó por ese trance y fue devastador. Sé que nadie muere de cáncer a la tiroides, pero me deprimí igual. Después de la biopsia, vino la tranquilidad y el consejo del médico: nunca más harinas blancas, nunca más frituras, nunca más azúcar. “Nunca más”, repetía. “Después de los 40 se sube de comer aire”, remató. Y una que, más encima, debe enfrentar a diario al maldito troll que te trata de fea y guatona ctm, uff, la empecé a pasar mal. Decidí bajar. Yo. Por mí. Por mi salud. Por una vejez digna y por probar que puedo controlar la comida también.

Lo primero que hice fue una dieta desintoxicante de 3 días con una comida al día + dos colaciones + 3 jugos detox. Me sirvió harto para agarrar el vuelo y en dos meses bajé 6 kilos. Logré moverme alrededor de los 67 todo el año. Pero me quedé ahí, estancada. Hasta que hace algunas semanas me ofrecieron hacerme algún retoque para el programa Doctor OK, que realiza el doctor Fernando Terré en el canal Vive de VTR. Confieso que cuando te dicen “¿Te quieres enchular gratis?”, uno piensa y cómo no. Mi autoestima está bien. Mi lema, desde hace unos 15 años, ha sido aprender a amarse como somos por dentro, a amar nuestro intelecto, nuestros buenos sentimientos, nuestra ética. Y sigue siendo así. Pero no puedo negar que me molestan mis brazos de señora cuando estoy bailando en el escenario con jóvenes menores de 30. Me molesta que cada vez que ando sin maquillaje me digan que tengo cara de cansada. Y le conté esto al doctor Terré, quien me recomendó una lipo en los brazos, ácido hialurónico para rellenar los surcos provocados por el peso de los lentes y, para mi sorpresa, bótox para ayudarme con el bruxismo severo que padezco desde niña. Me lo hice todo. Y ahora más encima estoy siguiendo el programa equilibrio vital para ayudarme a bajar los kilos que me faltaron y quedar en un peso normal para mi estatura, unos 62 (no me interesa quedar sin poto, ¡jajajaja!).

Ya lo estoy logrando. Voy en 64 y la verdad no ha sido fácil. Más que pasar hambre, lo difícil es evitar el picoteo para calmar la ansiedad y en un principio fue complejo evitar el alcohol, pero ya no. Saben qué más: ¡estoy feliz! Pienso en un futuro sin achaques, pienso en bajar antes de la menopausia y pienso en no sentirme tan culpable de comer un poquito más para el 18. Lo difícil será mantenerse, reservando el goloseo para el fin de semana y fechas especiales. Todo sea por mi salud y, fundamentalmente, por demostrarme a mí misma que puedo, que tengo control en todos los aspectos de mi vida. ¿Saben? He llegado a pensar que isapres y Fonasa, deberían incluir algunas cirugías para ayudar a personas que están en vías de llegar a un sobrepeso a bajar, darles un empujón, evitaríamos no sólo algunas enfermedades ligadas a los kilos de más, como diabetes e hipertensión, también tendríamos menores índices de depresión y otras enfermedades siquiátricas. Ojo, que en algunos países se hace 😉

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