¿Perdón?
“Perdón”, se escucha y con ello se debe dar vuelta la página. El problema es que quedo con la duda si quien emite la palabra sabe por qué lo está haciendo.
El episodio de la “muñeca” me sigue molestando. Debes en cuando, aparece alguna declaración, de la misma generación, evidenciando el desdén al genero femenino. Un ex almirante se oponía al ingreso de mujeres a la Armada; lamentable comentario tras las sucesos en la Fragata Lynch; Acá hay mujeres que son víctimas pero están siendo tratadas -a todo el genero- como culpables de incitar … ¿el voyerismo?. Argumentos parecidos se escuchan desde el pasado -que por desgracia se hacen presente a través del resurgimiento del conservador chilensis- señalando que hay mujeres que incitan a la violación, la buscan o la disfrutan. Retroceder en el respeto e igualdad de genero es es la necesidad de castigar con dureza episodios como el de la muñeca, las frases del Almirante, etc.
“Perdón”, se escucha y con ello se debe dar vuelta la página. El problema es que quedo con la duda si quien emite la palabra sabe por qué lo está haciendo. Lo políticamente correcto se suma a las sugerencias de asesores comunicacionales y abogados que aconsejan: “pide perdón”, así que con cara de lastima se enfrentan a una cámara para emitir las disculpas del caso sin que sea necesario entiendan el por qué deben pedir perdón, si total “fue sólo una joda”, un chiste, una talla para terminar, nuevamente, convirtiendo víctimas en responsables: El país serio y amargado; eso es para ellos, eso es lo que sucede, los “amargados” son los culpables, no ellos.
Mi teoría personal es que estamos frente a una muy mala lectura política de las ultimas elecciones. El voto voluntario implica un cambio de la política del odio -el otro es peor, así que voten por mi- a encantar al votante, convencerlo de ir a votar. Jorge Sharp en mi querido Valparaíso logró convocar y casi obtener más votos que la suma del duopolio político actual. En aquellas comunas donde no hubo competencia, como Viña del Mar, el escaso numero de personas que fueron a votar dejó claro la necesidad de opciones, como en Valparaíso. Acá es donde la lectura entra en juego: El no-voto representa una forma de votar y señala que en la medida que hayan opciones, alternativas la gente vota, como en Valparaíso que, recalco, Sharp logró fueran a votar casi el mismo número de personas que logró convocar la Nueva Mayoría y la Alianza juntos. Si desconozco lo sucedido en Valparaíso se convertiría en un hecho aislado: El “Sharpazo”, pero no. En el análisis político falta el análisis del no-voto, ya que si analizo sólo a quienes van a votar, concluiré que son los extremos y en uno de esos extremos, por desgracia, está la anticuada y nefasta política del fusil y la sotana.
La política del fusil y la sotana, adoptada por Francisco Chahúan con su oposición a la idea de legislar el aborto en tres causales; perdón, por estar a favor que una mujer violada que aborte vaya a la cárcel, es lo que justifica el resurgimiento conservador que atropella, mancilla y releva a la mujer a un plano inferior, como el de la muñeca.