Humo progresista
"¿Es un tema prioritario para la agenda de los uruguayos la liberación del comercio de la marihuana? Y no lo estoy planteando desde lo moral sino desde lo político, económico y social".
Guillermo Bilancio es Profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibañez. Consultor en Alta Dirección
El progreso de una sociedad está en relación al logro de un estado de bienestar, algo que parece ser privativo de países desarrollados dónde las necesidades de los ciudadanos sobrepasan las carencias básicas.
En esta parte del mundo, el concepto de progresismo se intentó instalar con una agenda cargada de temas como el matrimonio igualitario, el aborto, la igualdad de género, la mejora en la jornada laboral y en los derechos de los trabajadores, reconocimiento de pueblos originarios, y otros tantos títulos que sin duda son de relevancia.
Pero los gobiernos de estas latitudes utilizan esta agenda “progre” como una cortina de humo que oculta las ineficiencias en la gestión para resolver los pilares centrales de una sociedad justa, es decir, la inclusión social y la inclusión en el mundo que viene, el tratamiento de la pobreza, la concentración de la riqueza, la corrupción exacerbada…
En este marco de referencia, el gobierno uruguayo del Frente Amplio dio muestras de ese supuesto progresismo al liberar el consumo de marihuana para fines recreativos. Farmacias repletas de gente ansiosa por contar con sus 10 gramos diarios, fueron las imágenes de un día que hará historia, pero con diferentes visiones.
Por ejemplo, el New York Times planteaba el tema desde la perspectiva de entender a las farmacias como “dealers” del gobierno. Un gobierno que por otra parte intenta aclarar que es un “experimento serio”, como lo afirmaba el mismo José “Pepe” Mujica, que impulsó la idea desde su presidencia.
¿Es un tema prioritario para la agenda de los uruguayos la liberación del comercio de la marihuana? Y no lo estoy planteando desde lo moral sino desde lo político, económico y social.
Un país que no ha podido resolver cuestiones básicas internas, con ineficiencias en la economía, con una inseguridad creciente y una pobreza latente, debería tener otras prioridades.
Pero claramente, la situación política y la posibilidad de perder las próximas elecciones aceleran en el Frente Amplio la necesidad de implementar medidas que resulten un placebo para su núcleo duro y para nuevos votantes jóvenes que ven esta medida desde una perspectiva compatible con su estilo adolescente.
Así como Marx planteaba que la “religión es el opio de los pueblos”, ahora se le está dando al pueblo directamente el opio. Casi una medida de adormecimiento para un rebaño. En esta parte del mundo se vive de los rebaños.
Leyes que en sociedades avanzadas serían parte de la evolución, en este caso son solo medidas demagógicas para la distracción del problema de fondo.
No puede haber progresismo sin bases sólidas de educación, salud, seguridad y justicia. Y estos gobiernos no lo pueden lograr por ineficacia en el armado de la agenda, por ineficiencia en la resolución de problemas y por la corrupción deliberada en la que incurren.
Si Marx estuviese vivo, no sería progresista bolivariano. El imaginó el socialismo como evolución social a partir distribución de riqueza, en cambio estos gobernantes pseudo progresistas sólo distribuyen pobreza.
Revisen la agenda. Basta de humo…