Casas de Acogida: El caso de Daniela Vargas
"Esta situación pone en jaque el derecho a la salud de toda persona y nos interpela sobre cómo se podría colaborar para garantizarlo, sin importar la condición social, familiar y/o económica del paciente".
Nicole Romo es Directora de Políticas Públicas de la Comunidad de Organizaciones Solidarias
Hace un par de días, nos enteramos a través de la prensa del dramático caso de Daniela Vargas, joven que era parte del sistema de protección de SENAME, y la cual no habría sido incluida en la lista de espera para trasplante de corazón de una reconocida clínica privada por su situación de “precariedad familiar, social y personal”.
Esta situación pone en jaque el derecho a la salud de toda persona y nos interpela sobre cómo se podría colaborar para garantizarlo, sin importar la condición social, familiar y/o económica del paciente. En el caso de Daniela, acceder a un centro de salud especializado, no fue suficiente.
Si bien una intervención o tratamiento de alta complejidad como este requiere de un centro de salud especializado, también es necesario que existan otras condiciones fuera del recinto hospitalario, que garanticen la recuperación del paciente con los cuidados, acompañamiento y la infraestructura necesaria, ya sea en su lugar de residencia u otro. La ausencia de ello no puede implicar el no acceder al tratamiento, al que todo ciudadano tiene derecho a recibir.
Las organizaciones de la sociedad civil han entendido esta problemática y han asumido la tarea de proveer Casas de Acogida para niños y su adulto responsable, que deben abandonar sus lugares de residencias y trasladarse a otras ciudades o regiones, como es el caso de niños con cáncer y problemas renales. Estas organizaciones ofrecen un lugar donde vivir mientras dure el tratamiento y la recuperación, para que niños o niñas como Daniela puedan contar con el cuidado necesario y las condiciones espaciales que la recuperación exige.
Este dramático caso visibiliza que ciertos tratamientos e intervenciones en Chile requieren incorporar otros servicios adicionales: traslados de una región a otra, hogares temporales y acompañamiento necesario. Lo ideal sería, que cada hospital tuviera al menos una casa de acogida de referencia, algo que Daniela no tuvo y que, en la búsqueda de esto, perdió su vida tempranamente.