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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Gonzalo Rojas, la UC y la libertad

"Parece ser un ataque a un rival político, de esos que se han ido haciendo cada vez más comunes en Chile, donde ciertos grupos no son capaces de aceptar que somos una sociedad plural y a quienes no piensan como ellos los tachan de monstruos y los privan de toda clase de derechos".

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Rodrigo Pablo es Abogado Universidad Católica.

Durante las últimas semanas diversos medios de comunicación han publicado antecedentes acerca de acusaciones por supuestos “hostigamientos” llevados a cabo por el profesor de la Universidad Católica, Gonzalo Rojas Sánchez, contra dos alumnos, las que son promovidas por la Federación de Estudiantes de dicha casa de estudios (“FEUC”).

En sí el término hostigamiento es confuso y poco claro, por lo demás es difícil de imaginar que puede ser considerado como tal frente a los sucesos que los procedimientos de la UC y los testigos presenciales de los mismos han advertido. En ambos casos, alumnos han hecho declaraciones que pueden considerarse injurias graves (art. 417 nos. 3 y 4 Código Penal) sobre el profesor en público o en redes sociales. Lo que podría acarrear sanciones legales importantes, como multas o incluso penas de cárcel, para los alumnos en cuestión (arts. 418 y 419 CP). Por su parte, el profesor por medio de e-mail a una y presencialmente a otro los ha invitado a conversar así como ha solicitado que no sigan adelante con acusaciones infundadas y sumamente ofensivas. Al no haber respuesta de los alumnos los ha llevado a los procedimientos universitarios pertinentes, lo que ha terminado en ambos casos con arreglos donde los alumnos han aceptado la gravedad de sus declaraciones y han rectificado, una por medio de una publicación en el mismo medio donde vertió las declaraciones injuriosas (Facebook) y otro por medio de un e-mail a quienes estuvieron presentes en el momento de las declaraciones. El ánimo conciliador del profesor ha quedado de manifiesto en ambos procesos. Sin embargo, esto no ha sido suficiente para la Federación de Estudiantes UC (FEUC) quien ha solicitado un nuevo proceso al cual la Universidad está dando curso.

No creo que la FEUC tenga entre sus intereses la defensa de la justicia, la dignidad de los alumnos o la honra del profesor. Más bien parece ser un ataque a un rival político, de esos que se han ido haciendo cada vez más comunes en Chile, donde ciertos grupos no son capaces de aceptar que somos una sociedad plural y a quienes no piensan como ellos los tachan de monstruos y los privan de toda clase de derechos. Así hay quienes no son capaces de reconocer las violaciones permanentes a los derechos humanos en distintos países latinoamericanos; defienden a Fernández de Kirchner y Lula; justifican el ataque a la tumba de un senador de la república asesinado en democracia, y ahora se esfuerzan por destruir la libertad académica vertiendo toda clase de acusaciones en profesores universitarios que no comparten sus ideas.

Es de esperar que muchos de los lectores de esta columna digan: ¿y no es acaso Rojas un defensor de la dictadura militar? Ante eso solo se pueden decir cuatro cosas: primero, el hecho de que sea o no defensor de ella no significa que no haya que garantizarle sus derechos y un espacio. Las dictaduras aparecen no cuando existe disidencia, sino cuando esta se suprime. En segundo lugar, es importante cualificar aquello, pues Rojas ha reivindicado ciertos aspectos históricos, pero nunca ha defendido violaciones a los derechos humanos, ni mucho menos ha justificado su ocurrencia. Quienes digan esto, o actúan de mala fe o no han leído o escuchado sus opiniones más que de forma incompleta o parcializada. Tercero, la forma de derrotar las ideas que no nos gustan no es atacar personalmente a quienes las sostienen. Por el contrario, es aceptar su participación en la sociedad y derrotarlos en el ámbito del debate democrático. Finalmente, aquí no se juzga a Rojas por sus opiniones, sino en base a acusaciones por ataques personales a distintos alumnos. Si una sociedad puede o no prohibir la expresión de ciertas opiniones en el debate público es un debate legítimo y en respuesta a él es que en Alemania ha sido declarado ilegal el Partido Comunista y aquellos de orientación nacional socialista. Ahora, si ese es el caso, lo importante es que la acusación a Rojas sea por ello y no por otro tipo de cargos inventados. Esta segunda opción es propia de una dictadura, donde los rivales del régimen son perseguidos por toda clase de argumentos, menos los reales. Aquí lo importante no es la justicia, sino la destrucción del que piensa distinto.

Es de esperar que en Chile no sigamos estas siniestras tendencias. Ahora con el procedimiento en marcha la UC tiene una gran oportunidad de defender la honra de un profesor que ha dedicado 47 años a la Universidad, recibiendo distintos premios y por cuyas clases los alumnos compiten. Este último hecho es quizás el más relevante para ver cuán “malo” es Rojas. Al final no puede ser tan deleznable si los alumnos compiten por un cupo en sus clases.

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