Constitución, Liderazgo y Sociedad
El proceso de cambio constitucional es de lo más serio que puede ocurrir a un país. Es el equivalente a cambiar los huesos, la estructura más firme que está en el interior y sosteniendo el cuerpo social.
Se trabaja arduamente en estos días en el primer paso de un camino que, esperemos, llevará a una nueva Constitución para Chile. Digo esperemos porque si los que lideran las negociaciones no son capaces de hacer avanzar bien ese proceso, probablemente nos encontraremos en una crisis social aún mayor. Y es que una nueva Constitución no es solución para la situación actual si no hay liderazgo democrático serio.
El proceso de cambio constitucional es de lo más serio que puede ocurrir a un país. Es el equivalente a cambiar los huesos, la estructura más firme que está en el interior y sosteniendo el cuerpo social. Hacerlo requiere a los mejores cirujanos, a los que tengan la calma, el conocimiento y experiencia suficiente para abordar una operación delicadísima. Se requiere tiempo, desde luego, no se trata de extirpar una muela y poner un implante. Cuidémonos de los que quieren partir la cirugía en unas semanas sin haber planificado toda la operación; a esos matasanos hay que sacarlos del quirófano. El proceso toca a demasiados órganos y equilibrios esenciales para la vida de nuestra sociedad, no podemos hacerlo sin tener anestesia para toda la operación, sangre, enfermeras y todo lo necesario.
Cuando vemos correr a algunos exigiendo, por ejemplo, que el proceso debe partir con un plebiscito nos están haciendo una trampa. Nos habla de líderes que no tienen interés en el paciente, sino en la foto que les pondrán en la revista del colegio médico.
La operación requiere un cirujano jefe, que es el gobierno. Su propuesta y el acuerdo sobre el procedimiento que debe seguirse, si se somete a plebiscito y es derrotada, políticamente decapita al gobierno. Es evidente. Así ha ocurrido muchas veces en este tipo de situaciones. En UK el gobierno cayó luego que su propuesta sobre el Brexit fuera derrotada. Los que proponen esta condición como algo intransable lo saben perfectamente y, por tanto, no cabe sino entender que ese es su objetivo de verdad. No les interesa el cambio constitucional, este es sólo la excusa para evitar que el gobierno elegido con mayoría significativa hace dos años no llegue a terminar su mandato. Luego de eso, cabe deducir, en el caos y debilidad de una caída de gobierno, sostenidos en la violencia que hemos visto estos últimos días, la cual han declarado un proceso fáctico constituyente, podrán tratar de llevar adelante los cambios que quieran. Ha ocurrido en otras partes, procesos similares abundan.
Es indispensable distinguir a los líderes en estos momentos. Los ciudadanos en democracia vivimos nuestros días haciendo lo que libremente queremos y cada cierto tiempo somos llamados a votar para elegir a los que queremos encargar la conducción global de nuestra sociedad, de nuestra vida en común. A ellos confiamos la tranquilidad de nuestra existencia y de nuestro país.
Hoy veremos a los que nos propongan transitar por caminos que otros pueblos en circunstancias similares han recorrido antes. Caminos que pueden resultar en sociedades como Irlanda o Venezuela. Y sabemos que no es lo mismo una oferta o la otra.
Este día es crucial. La planificación de la cirugía más grande y difícil que puede tener nuestro país está ocurriendo hoy en la Moneda y en el Congreso, pero también en las redes sociales y los medios. Miremos a los cirujanos que están actuando. Veamos a los que quieren cuidar con amor al paciente, nuestro Chile, y a los que muestran egoísmo y mezquindad.
No nos equivoquemos respecto de a quienes debemos apoyar en la izquierda, en el centro y la derecha. Están planeando operarnos a todos nosotros. El dolor, los traumas y las consecuencias de hacer un proceso impuesto y guiado por la fuerza y los intereses de algunos que no piensan en todos los chilenos, los sufriremos todos. Apoyemos con fuerza hoy a los que se preocupen de todos nosotros, durante la operación y luego de ella.
Desconfiemos de los que hacen bailar gente en las calles para dejarlos pasar, de los que en las semanas pasadas han justificado los incendios y la destrucción que han sufrido decenas de miles de compatriotas. Esos líderes, como la historia nos ha enseñado con Hitler, Stalin o Maduro, no tienen interés en todos nosotros. Tienen interés en ellos.