
Este 23 de Abril celebramos el Día del Libro en un contexto mundial de pandemia, con aislamiento social, hecho que ha remecido nuestro espacio personal y social, generando desafíos colectivos e individuales. Es así como volvemos a reflexionar respecto a la relevancia del libro y la lectura para nuestro bienestar.
Según Michele Petit en su libro “El arte de la lectura en tiempos de crisis”, la lectura no solo tiene un efecto positivo frente a las crisis a nivel íntimo, sino que también es un aporte en momentos en que éstas afectan simultáneamente a una parte importante de la población, lo que hace que pueden ser vividas como una ruptura en la vida, al generar separación de las personas y espacios afectiva y socialmente significativos. Frente a estas situaciones los libros y la lectura aparecen como una herramienta para facilitar la adaptación en un nuevo contexto.
La lectura tiene el potencial de fortalecer la salud mental y hacer que la crisis se convierta en una oportunidad de desarrollar la creatividad y la flexibilidad frente a los cambios, facilitando la reconstrucción personal y colectiva.
A nivel personal, contribuye a disminuir la angustia en niños, adolescentes y adultos, redirigiendo la mirada hacia nuevos focos de atención, hacia mundos desconocidos, historias fascinantes, abriéndose a nuevos intereses e incluso abordando directamente las emociones, como lo hacen varios libros infantiles. Sumado a lo anterior, puede cumplir un papel reparador, ya que al leer y releer un texto se abre la posibilidad de conectar con los recuerdos y remirarlos.
La característica de los libros como herramienta de transmisión y construcción de la cultura, pasa a tener preponderancia en un contexto donde disminuye la interacción a un círculo reducido de personas. La reconstrucción colectiva se da frente a la interacción que podamos generar en torno a la lectura, posibilitando nuevos climas afectivos y conversaciones. Cuando el niño y el adulto participan en la lectura, se genera un momento de encuentro, donde mientras más goce tienen los adultos, más goce se transmite a los niños y viceversa, propiciando que ambos disfruten de la actividad y se vayan conociendo cada vez más.
En este escenario, que puede ser tan adverso, queremos invitarlos a redescubrir el valor de los libros como una buena alternativa para generar gratos espacios familiares, de lectura en común o de conversación, para invitarnos a viajar a realidades apasionantes, amables y también para aprender acerca de caminos diferentes para sacar lo mejor de la situación que estamos viviendo y de cada uno de nosotros para contribuir a superarla. El gusto por la lectura se construye socialmente, y ésta puede ser una oportunidad para desarrollarlo, principalmente en los más pequeños, además de ser una ayuda para superar un momento difícil, siendo un camino de reconstrucción y reencuentro.